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sábado, noviembre 23, 2024

Informe de caminante insomne 

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Esta es sólo una noche y yo 

sólo un hombre que escribe  

no un atardecer dorado 

ni una brisa que refresca 

no es tampoco mi infancia: 

enorme ficus del jardín  

algo parecido a otoño: 

su irremediable silencio. 

 

Este vaso de agua lleno 

que apuro sediento ahora  

la luna coqueta que asoma 

y esta mano que escribe 

deseando que amanezca. 

 

No es un hombre sin edad 

ni es una noche cualquiera 

No hay hoja hoy que arrancar  

del calendario. Acaso suspiro. 

Hay sí los numerosos años  

y su unánime latido.  

 

No estoy tan solo. Escucho 

dormir y un seco quejido:  

es la vida, es el tiempo  

avanza siempre: altanero 

hace horas se acostaron 

las aves. Me hallo a salvo 

de reclamos y graznidos. 

 

¿Quién soy en la madrugada 

de otro mundo? Quien anhela 

la amplia luz del cielo, 

el olor a lluvia y la  

indiferencia de la  

ciudad lejana debajo. 

¿Quién soy para suplicarle 

al amanecer más ardor  

o más misterio? Ninguno. 

 

Pasa que también soy uno 

que anhela la fugacidad 

del amor: muchos más días. 

La luz en el escritorio  

y nuevas lentas páginas. 

Uno que saborea el fulgor 

del trágico destino y  

la irónica incertidumbre  

del azar: sigue soñando. 

 

Mañana de cualquier forma 

amanecerá. Volverán  

todos los pájaros. Sus gritos. 

Regresará el milagro  

de tu risa. El arduo sol  

y sus trabajos: tus ojos. 

 

Y con él sus lentas sombras, 

el siempre saberse vivo, 

y habitar el suave tic-tac  

del tiempo. O el inclemente  

espacio de nuevo afán. 

 

Amanece al fin: es de día 

ya no es la remota noche  

ni el hombre solo. El sueño 

se detiene. Todo empieza  

de nuevo y distinto. Abro  

la puerta y sin clemencia  

dejo entrar a todo el mundo.  

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