Esa es la pregunta que muchos se han hecho a raíz de los enroques anunciados desde la semana pasada en el gabinete estatal. La respuesta es sencilla para aquellos que conocen al gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina: lealtad y lealtad. Para aquellos que no quieren ignorar la historia reciente de Puebla, el nombre de Omar Álvarez Arronte no representa nada, pero es un político que ha transitado desde al priismo, el morenovallismo y el barbosismo por su capacidad de operación política. Álvarez Arronte, por ejemplo, ha sido compañero de mil batallas desde que Sergio Salomón buscaba un espacio en la política local de Tepeaca. Acompañó a Céspedes Peregrina en las buenas y en las malas, en las victorias y en las derrotas. En el ámbito del poder, el origen es clave para amalgamar al equipo que te acompañe en la vida al servicio del poder pueblo. Hay quienes necesitan negar su origen porque es una mancha en su carrera. Sergio Salomón no es ese tipo de persona. La designación de Omar Álvarez Arronte como secretario de Movilidad y Transporte es la retribución de quienes han estado a bordo del barco desde un inicio y quienes quemaron sus naves en el afán de apostar por una nueva travesía. Aquellos que piensan que los cambios en el gabinete estatal son producto de un capricho o un contubernio, en realidad, no saben lo que existe en el fondo. Y lo que se aflora en la realidad es un gobernador dispuesto a premiar a aquellos que han estado en las buenas y en las malas. ¿Acaso no todos haríamos algo similar?
EL SNTE Y LA REALIDAD
En la elección de los nuevos secretarios generales de las secciones 23 y 51 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) la realidad es incontrovertible: Necesitarán el apoyo de las bases para encabezar la nueva dirigencia. El magisterio estatal y federal está incrédulo si esta vez respetarán su voto universal, secreto y directo. Nunca había existido una elección de esa magnitud. Por eso, los grupos más retrógradas están esperanzados en que los nuevos dirigentes surjan de una inconformidad al interior del magisterio. Sin embargo, la realidad se impone: si las cosas estuvieran tan mal, no habría capacidad de operación para nadie. En la Sección 23, Víctor Flores Ortiz apostó por una candidatura de unidad. Todos los aspirantes, por ejemplo, fueron placeados por todo el estado con la finalidad de que los conocieran, respaldaran y apuntalaran para que fueran los candidatos. Hubo cuatro perfiles que recorrieron toda la entidad, pero el que logró sumar la mayor cantidad de respaldos fue Víctor Flores Ortiz. El resto de los aspirantes al conocer los resultados de la opinión de la base, se sumaron sin rechistar. Ese fue el acuerdo y todos lo respetaron. Por eso es que los opositores acusan una imposición. No hay tal, sino un consenso muy estilo SNTE: que vaya el mejor perfil a la batalla.
