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jueves, noviembre 21, 2024

El arte de morir cada año

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Son pocas las personas que son recordadas con tanto fervor y alboroto después de su muerte.

Por lo general suelen ser aquellos personajes que han sido bastiones en sus respectivos oficios o carreras, o también esa gente cuya muerte ha sido aparatosa, llena de ruido o sospechosismo.

No todos los muertos son iguales, por desgracia.

No es lo mismo que cada año las familias recuerden en su intimidad y con menos apasionamiento la partida del abuelo o del padre que, por ejemplo, ser parte de un homenaje global en aras de recordar al muerto VIP.

Entre la lista de muertos inolvidables cuyos aniversarios luctuosos jamás pasarán de largo porque las redes hacen lo suyo y encienden la llama son: John Lennon, Kennedy, Lady Diana y acá en México Pedro Infante, La Doña y Colosio.

Son íconos por una u otra razón. Y la muerte, en caso de los políticos víctimas de magnicidio, se convierten inmediatamente en rockstars del panteón.

Estoy convencida que cada quién tiene su propio calendario de muertos memorables, por ejemplo, yo que amo a Billie Holliday la recuerdo y pongo sus discos cada vez que se acerca la fecha; y así sucede en cada casa, supongo. No faltará quien rememore puntualmente a Chicoché o a Jenny Rivera…

Sin embargo, la última baja inolvidable por casi todos fue la de David Bowie.

El camaleón vive siempre, está en circulación mediante recopilaciones y libros nuevos, y desde su fallecimiento en 2016, no hay un solo año en el que no vuelva morir y le volvamos a llorar el 10 de enero.

Y es que si algo es cierto es que Bowie cambió por completo la manera de ver y escuchar la música con todos sus alter egos.

Bowie no tenía la mejor voz ni tampoco fue un virtuoso de ningún instrumento; fue el creador de un concepto total que se renovó hasta el último de sus discos. Blackstar, el réquiem que escribió para sí mismo es la culminación de una obra redonda, alucinante, que pasó por todos los colores del círculo cromático. Pasarán los años y sus admiradores tendremos siempre algo nuevo que descubrirle.

Y cada año le lloraremos.

Y vivirá en el tránsito de esa revelación.

Y llegará puntual a su muerte el 10 de enero.

Es el destino de las divas.

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