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viernes, noviembre 22, 2024

El avión que conduce al infierno (Historias de poblanos en el exilio)

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Rodolfo Chávez Escudero vivía en Woodlands —a media hora de Houston, Texas— en un ambiente cordial, apacible, lejos de los murmullos poblanos, aunque en ese lugar tiene como vecinos —o tenía— al exgobernador José Antonio Gali Fayad y a otros más que disfrutan “el mejor lugar para vivir”.

Cuando menos ese nombramiento fue el resultado de un sondeo de Niche, una plataforma de internet muy influyente que sirve de faro a empresarios inmobiliarios para que inviertan en fraccionamientos y centros comerciales de lujo.

¿Qué encantos hay en la zona elegida por muchos poblanos?

Bosques brutales —paradisiacos—, campos de golf, lagos y baja criminalidad.

Muchos de los mexicanos que estuvieron en cargos públicos y se enriquecieron hasta el hartazgo han adquirido propiedades en la zona.

Una hermana de Karime Macías —esposa del exgobernador Javier Duarte— vive en Woodlands, lejos de la nota roja mexicana.

Y otros exfuncionarios duartistas no dudaron en comprar residencias delirantes en ese lugar.

Hubo uno que compró, faltaba más, veintiún casas.

Pedro Ximénez de Sandoval escribió para el diario español El País que “Woodlands es el colmo del modo de vida de suburbio, (donde hay) casas entre 200 mil dólares y 16 millones de dólares en pequeños grupos residenciales, con zonas comerciales de lujo entre medias, todo tapado por bosques. A menos de dos horas de avión de la ciudad de México, Woodlands es el oasis de los millonarios mexicanos y de profesionales de alto nivel en Texas”.

Iván Arjona, experto agente inmobiliario de Woodlands, le dijo a Ximénez que las casas que hay en ese lugar sólo son comparables con las residencias para profesionales extranjeros en Oriente Medio.

Él y su esposa, Natalia Arjona, tienen una oficina inmobiliaria de gran éxito y han ayudado a instalarse a muchos mexicanos, quienes antes sólo iban los fines de semana y ahora han decidido radicar allá.

“Aquí encuentran dónde invertir los que tienen dinero”, dice Arjona.

Ésa es la razón por la que tantos poblanos viven en Woodlands.

El éxodo arreció cuando el gobernador Miguel Barbosa Huerta inició una cruzada en contra del modelo de negocios establecido durante el denominado morenogalismo.

El teléfono de los Arjona empezó a sonar más seguido.

Algunos de los poblanos perseguidos prácticamente emigraron del infierno al paraíso.

Tras el fallecimiento en diciembre pasado del gobernador Barbosa, muchos poblanos se frotaron las manos pensando en el regreso.

Y vaya que varios tienen la audacia de los pendejos.

(Frase escuchada en los noventa a una brillante reportera poblana).

¿Qué pensaron?

Que una vez fallecido don Miguel, el exilio dorado había llegado a su fin.

Y empezaron a hacer maletas y a pensar que Woodlands bien vale los fines de semana, pero que nada como Puebla para vivir tranquilos.

Cosa curiosa estos poblanos.

El célebre Bernie Madoff, ya con el FBI montado en su dolorida espalda, prefirió quedarse en Nueva York —en un lujosísimo penthouse con vista a Central Park— que buscar refugio en otro lugar del mundo.

Pudo escapar.

No pasó por su mente.

Muchos poblanos en el exilio son como Bernie Madoff: tienen a Puebla en su mente y extrañan hasta la comida.

Quizás todo esto llevó a Rodolfo Chávez Escudero —involucrado en supuestas y diversas irregularidades a su paso por RUTA— a tomar un avión en Houston para volar al aeropuerto internacional Benito Juárez, en la Ciudad de México, y dos horas después pasar por Migración con la esperanza, inútil, de viajar a Puebla.

En ésas estaba, cuando a las 2 de la tarde con 50 minutos de este lunes 9 de enero fue aprehendido por agentes de la Policía Federal Ministerial.

Y hasta el paisaje le cambió.

Los bosques paradisiacos, el campo de golf y los lagos dieron paso a una ciudad deshecha, gris, monstruosa, en la colonia Peñón de los Baños, para ser precisos.

Y es que en las mismísimas instalaciones del Instituto Nacional de Migración —ubicadas en la Terminal 1 del Aeropuerto Internacional Benito Juárez—, una voz en sordina le informó que estaba detenido y que tenía derecho a un abogado y a guardar silencio (y que cualquier cosa que dijera podría ser usada en su contra).

Ufff.

La extraordinary life había quedado atrás.

El gobernador Sergio Salomón Céspedes, queda claro —clarísimo—, no vino a bajar la cortina de la impunidad en Puebla.

(Y si alguien tiene dudas, favor de abordar el siguiente avión en la aerolínea de su preferencia).

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