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viernes, noviembre 22, 2024

Barbosa, el gobernador que sí combatió la corrupción

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Miguel Barbosa Huerta deja un legado como gobernador de Puebla:

Fue el primer mandatario que combatió de frente a la corrupción. Fue implacable contra todos aquellos que se excedieron y rompieron los límites.

Muchos otros solo usaban el término como mera frase demagógica.

Además, creó la reforma al Tribunal Superior de Justicia; dicha normativa que debería llamarse “Ley Barbosa”, en su honor, porque limita a los juzgadores, promueve la incorporación de nuevos cuadros y transparenta el trabajo de los magistrados y jueces. Hace más eficiente la labor del Tribunal Superior de Justicia. Elimina las mafias enquistadas en el poder judicial.

Lo mismo ocurre con las reforma a la ley del Notariado, que controla a los fedatarios, un área que se había convertido también en una mafia.

Sin temor a equivocarme, Barbosa fue uno de los mandatarios que mejor llevó el manejo de la pandemia, pues mientras Hugo López Gatell incurría en fallos y locuacidades, Barbosa se ajustó los pantalones, cuestionó algunas medidas dictadas por la federación y sacó adelante a Puebla ante algo tan delicado como ha sido el Covid-19 y sus variantes.

No andaba al contentillo de la federación, como muchos mandatarios y políticos “arrastrados” que nunca faltan. Barbosa confrontó a algunos secretarios de estado, como en su momento a la secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero y al actual Adán Augusto López. O en su momento al titular de la Profeco por su pésimo trabajo al frente de la dependencia.

Barbosa, lo dijimos en este mismo espacio, fue un político cabrón. Y el calificativo no era en sentido peyorativo, el adjetivo era por inteligente. Fue el único político que hizo temblar al morenovallismo. No se amedrentó a pesar de todo. Y aunque los panistas digan que fue legal el triunfo de Marta Erika Alonso, no fue legítimo, porque quedaron muchas dudas.

Nadie se la cree que perdieron todo el estado, pero no la gubernatura. Hay la sospecha que se robaron la elección y eso deberá quedar grabado para que a nadie se le olvide.

Barbosa fue duro, pero era lo que necesitaba Puebla en ese momento. Se habían cometido muchos excesos desde Mario Marín hasta 2018. Marín y sus funcionarios en ese sexenio incurrieron en actos de corrupción y enriquecimiento ilícito; además de encarcelar injustamente y violando los derechos humanos de la periodista Lydia Cacho.

Rafael Moreno Valle y su sucesor Tony Gali abusaron de su poder. Salieron más ricos de lo que entraron. Barbosa vino a dar un golpe en la mesa, a darle orden a un desorden que se había generado en el pasado reciente.

Puso a cada uno en su lugar.

Quizá a muchos no les gustó su estilo personal de gobernar y es válido disentir, pero si algo hizo bien fue combatir los abusos, las transas, los delitos. Ha sido el único mandatario, por ejemplo, que se confrontó con los vendedores de autopartes robadas en la 46 Poniente y a los narcomenudistas de La Cuchilla.

Encarceló a varios políticos y hasta un “periodista” (Arturo Rueda), pero no por cuestiones política, pues cada uno de los detenidos estaba acusado por presuntos actos ilícitos que se deberán seguir investigando.

Barbosa deja un legado importante en Puebla, que quizá solo lo van poder entender los hombres del poder, porque su gobierno no fue de obra pública sino de pacificar, disminuir la delincuencia y confrontar la corrupción.

Ayer, en redes sociales y en WhatsApp hubo gente que mostró su verdadero rostro al festejar la muerte de un ser humano.

Lamentable.

No faltó el retrógrado que citó el lugar común de “muerto el rey, viva el rey”. Es criticable esa actitud porque el fallecimiento de Barbosa es grave para la política local. Po la crisis que genera.

Nunca faltan los zopilotes que aparecerán en estos tiempos.  Ya se ve su aleteo en lontananza.

Hay que decir que es válido disentir y criticar a un mandatario por su actuar, sin duda. Es algo digno y legítimo, pero también es válido cuando se reconoce la labor de un gobernante.

Barbosa deja un legado en Puebla.

El combate a la corrupción no es cosa menor, porque al limpiar el sistema, enfrentarse a él, provoca que los funcionarios se comporten mejor y sean más aseados en el ejercicio del poder.

A la familia de Miguel Barbosa les doy el pésame, les mando un fuerte abrazo y que haya pronta resignación para seguir adelante.

A sus colaboradores más cercanos y leales como Verónica Vélez Macuil, mi respeto y admiración porque estuvieron en las buenas y en las malas. Nunca fueron desleales a su amigo, a su jefe y a su proyecto político.  Diría Vicente Leñero: “más gente así”.

Que en paz descanse Miguel Barbosa y que la historia lo juzgue bien.

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