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jueves, noviembre 21, 2024

La liturgia del cambio

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El 2024 ya está aquí.

Todos velan sus ilusiones y sueños.

Las esperanzas vanas que como en un poema vienen y se van.

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En Europa la derecha de la derecha es la ultraderecha.

La izquierda también tiene su propia derecha o se mueve a la derecha.

Para Pablo Iglesias la única posibilidad de defender a la democracia en Europa es que  “la izquierda se enfrente ideológicamente sin complejos a una derecha que ya solo es ultraderecha.”

En las elecciones del domingo en Italia, la derecha, o más bien la ultraderecha ganó las elecciones.

Giorgina Meloni ganó las elecciones con su partido Hermanos de Italia.

El fantasma de la derecha, en la segunda década del nuevo siglo, retoma el poder en la bella Italia.

Haca unas semanas la derecha, la derecha extrema también tomó el control en Suecia.

En Suecia los populistas de derecha se oponen a los migrantes musulmanes que han sido recibidos en su país.

El temor en contra de los inmigrantes es explotado por los grupos extremistas de la derecha.

Bajo el argumento de que son los inmigrantes los que les quitan el empleo a los habitantes nativos de un país y que son las personas que vienen de fuera las que provocan todos los males que sufre un país.

La invención de un enemigo común es el triunfo de los grupos extremistas.

Señalar al “enemigo” y transformar la amenaza del “enemigo” en un producto social es la estrategia de los extremistas.

Vale la pena preguntarse si estos triunfos de la ultraderecha son el augurio de una oleada de triunfos electorales de estos sectores.

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Los años por venir traerán una mayor polarización ideológica.

La polarización ha sido la manera en que distintos políticos intenta posicionarse en el campo electoral y tratan de ganar elecciones.

Ubicar a un “enemigo común” y hacerlo responsable de todos los males del capitalismo es la estrategia de los extremistas y de las distintas formas de populismo.

Porque el desempleo, la inseguridad, la pobreza etc., son efectos sistémicos.

Están ahí dentro de un sistema capitalista, entonces los políticos intentan simplemente sacar provecho de algo para lo cual no tienen una respuesta política e inventan “soluciones” express que les sirven muy bien en campaña.

Pero la izquierda quiere moverse hacia el centro que no es otra cosa que señalar que son de derecha.

Los gobiernos de Morena que ganaron en el 2018, en lugar de buscar alternativas sociales y populares a los problemas estructurales de estados, municipios y del país, se movieron hacia el centro.

Calcaron las estrategias de los gobiernos neoliberales.

Copiaron lo que los otros gobiernos ya habían hecho.

En lugar de innovar y de proponer desde la experiencia propia buscaron repetir fórmulas, calcaron simbolismos, reciclaron rituales.

Es como si en el 2018, cuando los votantes mexicanos giraron hacia la izquierda, los gobiernos que llegaron a gobernar insistieron en que lo que funcionaba era lo que los gobiernos neoliberales habían hecho.

La falta de imaginación y de profundidad han transformado a los gobiernos de origen popular que llegaron al poder en el 2018 en los fantasmas del neoliberalismo.

De ahí su falta de profundidad y de radicalismo en las propuestas.

Sus ganas de imitar liturgias del pasado.

Las ganas de exorcizar con invectivas el neoliberalismo mientras lo mantienen intacto en la práctica.

Y de ese modo, el cambio de régimen se queda en la epidermis.

Mientras el país retorna, entre discursos polarizantes, diatribas mediáticas y distractores, a un páramo.

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