Un kilómetro es la distancia que separa al mercado de la Cuchilla y el tianguis de la 46 Poniente, en la ciudad de Puebla, pero ambos comparten una misma característica: la venta de artículos prohibidos y de dudosa procedencia como autopartes robadas, drogas de todo tipo, vehículos con reporte de robo y diversos artículos que sólo son posibles de conseguir en el mercado negro.
La problemática, para el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta, ha representado un verdadero foco rojo y a pesar de los múltiples operativos efectuados en coordinación con la Fiscalía General del Estado (FGE), la única salida visible al conflicto que fue heredado por administraciones pasadas, es la expropiación de una parte de los comercios.
Pero, ¿qué implicaría la expropiación de estos predios? De inicio, sobre la 46 Poniente, el gobierno del estado plantea la posibilidad de inhibir la venta de autopartes que se ha radicalizado en los últimos años en el municipio de Puebla, ilícito en el que cada día en promedio 47 personas son víctimas, de acuerdo con las cifras de incidencia delictiva de la Fiscalía de Puebla.
La expropiación también tiene como objetivo continuar la estrategia de combate al narcomenudeo en la ciudad de Puebla, donde de enero a julio de este año, un total de 993 personas han presentado denuncias por este delito, es decir, en promedio 141 diarios.
El acto administrativo que busca controlar de manera legal la administración de los dos centros de comercio no es un asunto menor: tan sólo en La Cuchilla –sitio que pasó de la venta de piratería al narcomenudeo y que se ha equiparado con Tepito– convergen cinco predios en los que están construidos entre 800 y mil locales, según declaró Rubén Sarabia Sánchez, líder de la Unión Popular de Vendedores Ambulantes (UPVA) 28 de Octubre.
Este sitio de venta no sólo ha sido utilizado por las mafias para el resguardo de estupefacientes, sino que también los locatarios viven el cobro de cuotas de derecho de piso y de sus diferentes espacios para poder trabajar con normalidad.
En tanto, en el tianguis de la 46 Poniente, cuyas operaciones se han centrado en la venta de autopartes robadas, de acuerdo con la Unidad de Normatividad y Regulación Comercial de la Comuna, se estima que existen alrededor de 200 comercios de los que no hay certeza si están regularizados ante el municipio, pues tan sólo hasta el 18 de agosto, sólo 74 comerciantes se habían acercado al área para actualizar permisos, el equivalente al 37 por ciento.
La realidad es que el negocio de la venta de autopartes ha sido redituable para la delincuencia y artículos robados como rines, llantas, lunas, faros o tapones son vendidos al por mayor con precios hasta tres veces inferiores a las del mercado legal.
LA CUCHILLA, TIERRA DE NADIE
Con el paso de los años, el mercado La Cuchilla se ha ganado la fama de ser el nuevo “Tepito de Puebla”, debido a las actividades delictivas que allí se cometen.
Su construcción ocurrió en el año 1986 debido a la decisión del entonces presidente municipal, Jorge Murad, de iniciar el desplazamiento de comerciantes del Centro Histórico hacia nuevos mercados del norte de la capital. Sin embargo, fue durante el gobierno de Manuel Bartlett (1993-1999) que habría iniciado la injerencia de bandas delictivas en este y otros centros de abasto, comenzando por el Unión.
Según expresó Rubén Sarabia Simitrio, líder de la agrupación comercial 28 de Octubre, el exmandatario ingresó en La Cuchilla a presuntos grupos de choque para debilitar a su organización.
“El mercado Unión se los otorgó a pandilleros, a delincuentes y a vendedores de chacharas para que lo convirtieran en su centro de operaciones, por eso ahí vendían cosas robadas de tiendas, tráileres, etcétera y comenzaron a vender droga, fueron grupos de choque en contra de la 28 de Octubre”, manifestó.
Durante años, el control del narcomenudeo estuvo en manos de pequeñas bandas delictivas, pero con la llegada de Omar Jonathan N., El Negro, el problema de narcomenudeo comenzó a ser un verdadero dolor de cabeza para las autoridades municipales y estatales.
Según narra Rubén Sarabia, El Negro era protegido del exgobernador Rafael Moreno Valle, motivo por el que vivía bajo la sombra de la impunidad. Junto a él, el panista también habría creado grupos delincuenciales como el de Felipe G., El Pillo, para tener control del mercado Morelos o a El Negro para el mercado la Cuchilla.
En 2018, la Fiscalía General del Estado llevó a cabo un operativo en las inmediaciones del mercado La Cuchilla para detener a El Negro, quien durante años había trabajado con total impunidad. La búsqueda se realizó luego de que participó en una balacera en la colonia Francisco Javier Clavijero por una presunta disputa del territorio contra otro sujeto apodado El Greñas.
Tras su huida y desaparición del radar delictivo poblano, la plaza fue tomada por Javier Francisco N., El Kaimán, quien hace poco estuvo en los reflectores por haber sido el autor intelectual de una balacera en el centro de vacunación Francisco I. Madero contra uno de sus enemigos con quien se disputa la plaza: Fernando N., La Zorra.
Se presume que el puesto que actualmente ostenta El Kaimán, originalmente fue ocupado por Arturo R., El Cachibombo, quien había enfocado sus baterías en establecer desde el Penal de San Miguel un férreo control de diversas actividades delictivas y operaba desde allí a mafias que operan en Puebla, por lo que fue trasladado al Tepexi de Rodríguez bajo órdenes de Miguel Barbosa.
El Kaimán, por su parte, se ha dedicado en los últimos años al narcomenudeo en La Cuchilla, así como a intimidaciones a los locatarios. A decir del gobernador de Puebla, se trata de un delincuente de alta peligrosidad que aún sigue impune en las calles de la Angelópolis, pero del que siguen su rastro.
LA 46 PONIENTE, EPICENTRO DE AUTOPARTES ROBADAS
Al igual que La Cuchilla, el tianguis de la 46 Poniente ha representado un conflicto mayor para el gobierno estatal. En los últimos meses, la SSP y la Fiscalía han llevado a cabo múltiples operativos para inhibir la venta de autopartes robadas, aunque en cada revisión se han encontrado con lo mismo: toneladas y toneladas de artículos como llantas, rines y espejos de los que los propietarios no pueden acreditar su legalidad.
Los comerciantes de este punto de venta desconocen cuántos espacios hay vigentes en la actualidad, sin embargo, de acuerdo con la Unidad de Normatividad y Regulación Comercial del Ayuntamiento, en agosto pasado notificaron a 200 negocios que debían presentar documentación que faculte sus operaciones, aunque sólo 74 locatarios se acercaron para hacerlo.
La 46 Poniente inició operando como cualquier otro corredor comercial: con una llamativa propuesta económica y accesibilidad de distintas marcas automotrices. Sin embargo, con el paso de los años la situación fue evidente y las personas comenzaron a darse cuenta que tras ser víctimas de robos, sus autopartes eran halladas en este sitio.
A pesar de eso, la 46 Poniente siguió operando, pues los clientes prefirieron la accesibilidad en los costos. Y es que, en el corredor pueden encontrarse desde espejos de 300 pesos cuya venta al público de forma legal es de mil 500 pesos, neumáticos con rin que bajan de 3 mil a mil pesos o faros de mil 500 a sólo 500 pesos.
Algunas de las bandas dedicadas al robo de autopartes que comercializan los artículos en la 46 Poniente son Los Robín Hood. En febrero del año pasado la SSP detuvo a dos de sus integrantes: José Luis C., El Chido y/o El Albín, así como a René C., El Cochi, vinculados también con la banda de El Negro.
En 2020 también fue detenido por elementos de la Policía Estatal Carlos Alberto C., El Cepillo, uno de los líderes delincuenciales de la 46 Poniente, quien lo mismo se dedicaba al robo de autopartes como a la extorsión.
Ese mismo año también detuvieron a Miguel Ángel N. El Diablo, líder criminal que había utilizado esta zona como base de operaciones y que a su vez trabajaba en la estructura de Alejandro C., El Chupón.
El cuarto y último operativo que se llevó a cabo en el sitio fue este fin de semana por parte de la Fiscalía, la SSP y el Ejército. Desde el 8 de julio, las inspecciones han derivado en el decomiso de autopartes, vehículos robados y narcóticos.