La escena transcurre en un lugar de la Ciudad de México.
Ante varios militantes panistas —algunos poblanos—, Marko Cortés, dirigente nacional del PAN, se muestra decidido.
Sin titubeos, seguro de sí mismo, escupe que el PRI está muerto en vida, y que su dirigente —el mínimo y dulce Alito de Asís— sólo aspira a convertirse en senador de la República para evitar la cárcel.
¿Le alcanzará?
No parece ser así.
Y pasa a explicar rápidamente los motivos del lobo que quiere devorar a Alito.
Luego pasa a hablar de Puebla.
Sin la agudeza mental de Carlos Castillo Peraza, sin el carisma del Jefe Diego, sin la destreza verbal de Fox (risas grabadas), Marko Cortés dice que Eduardo Rivera Pérez —mínimo y dulce, al igual que Alito— será el candidato de la alianza PAN-PRI-PRD a la gubernatura en 2024.
“Eso ya está cantado”, dice.
O algo parecido a eso:
“Eso ya está cocinado”.
O:
“Eso ya está bailado”.
(Las metáforas de los dirigentes de oposición son tan insaboras que cualquier cosa que digan pasa de inmediato al Salón del Olvido).
Luego dice que la candidatura a la alcaldía de Puebla será para El Yunque.
“Ellos decidirán quién va”, vuelve a escupir.
Y sí, claro, cómo no: El Yunque se siente dueño de la plaza.
Es suya.
Y la usan para hacer negocio.
Ya entrado en calor, dice que en la primera fórmula para el Senado irá la diputada federal Genoveva Huerta.
No hay otra opción.
O sí, pero Marko Cortés —sin la facilidad de palabra de Martita Sahagún— sólo ve a la exdirigente nacional panista.
“El ostión ya se cerró”, parece escupir.
O algo parecido:
“La concha ya se cuajó”.
O:
“El ostión ya se metió a su casa”.
—¿Y qué posición le dejarás a los priistas en esta alianza? —pregunta alguien por ahí.
—Ellos serán candidatos en los municipios y distritos que ganaron. No más.
Y vuelve a decir que el mínimo y dulce Alito de Asís sólo quiere patas para huir de la justicia.
(Algo debe saber).
No está en su ánimo, escupe, otra cosa.
Por eso quiere ser senador.
Por eso no quiere soltar el PRI.
Por eso le vale un cacahuate lo que pase con su partido en Puebla.
Hay algo de lástima en las palabras de Cortés cuando se refiere a Alito.
De lástima y compasión.
De lástima, compasión y oportunidad.
Puebla, termina, es para el PAN.
“Las candidaturas importantes son para nosotros”, escupe por enésima vez.
El PRI está muerto.
Pobre Alito.
“Pobres de ellos”, cierra.
Muy lejos de la elocuencia de Fox o el Jefe Diego, o Manolín y Shilinsky.