Las lluvias en la región de Huauchinango duraron alrededor de cincuenta horas. Nunca había llovido tanto. Quizás en octubre de 1999 hubo una tormenta similar. Lo cierto es que no paró de llover hasta eso de las siete de la mañana de este viernes.
El escenario después de la batalla es brutal. Y es que las aguas del Río Chiquito (o Escuinapa), ubicado en la colonia Chapultepec, invadieron casas y comercios. Técnicamente, este río es un drenaje abierto que transporta los residuos orgánicos de los habitantes de las zonas altas, asentados en unidades habitacionales y colonias.
Dichas aguas vienen del Tejocotal, y antes del barrio de Santa Catarina, cuentan los pobladores, son cristalinas y puras. Lo cierto es que en algún lugar se intoxican, y convierten el río en un río fétido: profundamente maloliente.
Esas aguas negras, pues, terminaron por desbordarse como consecuencia de la tormenta Jerry, que azotó la sierra norte durante horas. Fue una lluvia intensa, misma que hizo reventar el río, en apariencia manso.
El agua subió hasta un metro en algunas casas. Los habitantes de las mismas tuvieron que abandonarlas para buscar refugio con vecinos y familiares. Los animales domésticos se fueron con ellos. Un noble caballo, llamado Sancho, fue trasladado por Raúl, su dueño, a un lugar seguro.
Y cuando la cosa iba peor, se fue la energía eléctrica. Entre la lluvia y la oscuridad, hubo autos que fueron anegados por un lodo insaciable. Las calles, entonces, se volvieron ríos. Y la angustia siguió creciendo.
El alcalde de Huauchinango, Rogelio López Angulo, desapareció como es su costumbre. Lo mismo hace cuando los incendios inflaman los bosques de esta zona. Cómo olvidar la respuesta que dio cuando un habitante le reclamó su falta de operatividad: “¿Qué quieren que haga? ¿Qué me vaya a apagar el fuego con una manguera?”. No es la actitud. Es el modito. Y con ese estilo ha navegado durante tres administraciones municipales. Este hombre pues, nacido en Sinaloa, desapareció durante la contingencia. Podemos imaginar su respuesta: “¿Qué quieren que haga? ¿Qué me ponga a desaguar el río?”.
Con el alcalde desaparecido, y el caos en la ciudad, los habitantes tuvieron que ingeniárselas para salvar sus vidas. Los rumores fueron numerosos en las redes sociales: “En la colonia Rincón de la Cruz, pasando la capilla, hay gente atrapada”. “En la colonia Monterrey, en Santa Catarina se vino el cerro abajo y quedaron muchas personas aplastadas”.
Huauchinango era para entonces zona de desastre en varios puntos. En la junta auxiliar de Tenango, los ríos, los arroyos y otros afluentes estaban desbordados. El río de la calle Colón, que pasa por la unidad habitacional Adolfo López Mateos y desemboca en la zona conocida como 5 de mayo, se encontraba en condiciones similares.
Lo peor no había pasado. Lo peor estaba sucediendo entre el frío, el miedo, el colapso y la oscuridad. Fue una larga noche que por momentos se volvió una pesadilla.
Una vez que llegó la luz del día, el desastre se exhibió sin pudor alguno. Las calles eran basureros. Troncos por todos lados. Zapatos viejos, ropa, envases de plástico… Todo eso que arrastran los ríos contaminados había tapizado la colonia de icónico nombre: Chapultepec. Una profunda tristeza flotaba en al ambiente cuando los vecinos regresaron a sus casas y hallaron lodo por todos lados: en las cocinas, en las recámaras, en las estancias húmedas.
Y MIENTRAS TANTO…
La situación es grave en muchas comunidades afectadas en las márgenes del Río Pantepec y del Río san Marcos; grave es también la afectación al hospital del IMSS de La Ceiba, junta auxiliar de Xicotepec. los enfermos tuvieron que ser evacuados. Por si fuera poco, estallaron los ductos de Pemex que pasan por ahí. Son cuatro poliductos del sistema Tuxpan–Poza Rica–Azcapotzalco y Tuxpan–Poza Rica–Tula. Eso generó un brutal incendio y fugas de crudo y gasolina.
En Tenango y en Necaxa, en tanto, hay un riesgo brutal por rebasar los límites de almacenamiento de agua. Hay filtraciones en la cortina de la Presa de Tenango. Si no se controlan, los daños serían mayores. Impensables.
Los deslizamientos en Huauchinango se han llevado viviendas. No es improbable que haya víctimas fatales en los escombros. El Hospital General también está colapsado.
En La Uno, junta auxiliar de Venustiano Carranza, el Río san Marcos ya se llevó el puente del paso de Chicualoque.
Y mientras escribo esto, siguen llegando reportes de otros colapsos en toda la región.
Una buena noticia frente a esta desgracia: a través de un video, el gobernador Alejandro Armenta hizo el anuncio de que viajaría a la región de Huauchinango. Dijo también que su gobierno ya estaba de lleno apoyando a los pobladores en estas horas oscuras que dejó Jerry.
Ufff, Jerry. Un nombre que suena a fiesta convertido en una furia abrasadora.