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viernes, octubre 10, 2025

El valor del esfuerzo y el ingenio: la lección en la carta de Álvaro Obregón a su hijo en 1928.

Álvaro Obregón (1880-1928), general revolucionario y presidente de México (1920-1924), fue uno de los líderes más influyentes de la etapa posrevolucionaria. Hijo de una familia sonorense de origen modesto, supo abrirse camino a través de la educación y el esfuerzo personal. Su carta dirigida a su hijo en 1928 constituye un testamento moral en el que comparte las lecciones más valiosas que aprendió en la vida política y militar.

Entre los muchos documentos que dejó la Revolución Mexicana, pocos poseen la fuerza moral y la claridad humana de la carta que Álvaro Obregón escribió a su hijo. No fue un discurso político ni una arenga militar, sino una especie de testamento ético. En ella, el general sonorense, curtido por la guerra y la experiencia del poder, quiso transmitir las verdades que él mismo había aprendido a fuerza de batallas con derrotas y victorias.

Obregón inicia su carta con una observación profunda sobre la condición humana: existen dos clases de personas en el mundo —dice—, ‘las que nacen con todo, y las que tienen que luchar mirando hacia arriba’. A las primeras las define como aquellas a quienes la fortuna les pone el camino llano, sin grandes obstáculos y ahí ubica a su hijo; a las segundas, como las que se forjan en la adversidad, las que ascienden paso a paso, con esfuerzo y dignidad.

El mensaje es claro: el valor real no se mide por la cuna, sino por la capacidad de levantarse y avanzar pese a las dificultades. Obregón mismo era ejemplo de ello. Hijo de una familia modesta y campesina, perdió un brazo en combate, pero nunca perdió el temple ni la ambición de construir un país distinto. Por eso le enseña a su hijo que quien lucha ‘mirando hacia arriba’ desarrolla una fortaleza que el privilegio nunca da: la del carácter.

También hace alusión al ingenio, resaltando que: “El ingenio que no es una ciencia, y que no se puede aprender por lo tanto en un centro de educación, significa el mejor aliado en las luchas por la vida y solo pueden adquirirlo los que han sido forzados por su propio destino a encontrarlo en el constante esfuerzo de sus propias facultades”. Enfatiza Álvaro Obregón que tu carácter y tu ingenio con esfuerzo te permitirán seguir una trayectoria siempre ascendente.

La carta también es un tratado sobre la moderación y el autocontrol. Obregón advierte a su hijo que la grandeza del hombre no está en dominar a otros, sino en dominarse a sí mismo. Le pide evitar los excesos, “Los excesos conducen a la ruina moral”, afirma con sabiduría.

Igualmente, le aconseja no dejarse llevar por las apariencias de quienes rodean al poder. Le dice que debe clasificar a las personas con prudencia, observar su conducta en los momentos difíciles, y distinguir el amigo leal. Es una enseñanza de realismo político, pero también de sabiduría humana.

Esa carta, escrita hace casi un siglo, conserva una vigencia impresionante. En un México que a veces glorifica el éxito rápido y olvida el mérito del trabajo constante, las palabras de Obregón suenan como un recordatorio urgente: la verdadera grandeza no nace del privilegio, sino del esfuerzo; no de los excesos, sino de la templanza.

En el fondo, Álvaro Obregón no solo hablaba a su hijo: hablaba a todos los que alguna vez ejercerían poder o aspirarían a hacerlo. Su mensaje atraviesa el tiempo y las ideologías: que el hombre que domina sus pasiones, actúa con equilibrio y avanza con esfuerzo, es el único que puede mirar al futuro con serenidad y respeto.

Para concluir quiero decir que si subimos nuestro nivel a las virtudes, hábitos y carácter que describe Álvaro Obregón en la carta a su hijo contribuiremos a un México mejor, hay un dicho muy bien dicho que dice así: “Estamos como estamos porque somos como somos”, cuando subamos el nivel de cómo somos, subiremos el nivel de como estaremos y esto incluye que logremos los mexicanos ser una de las potencias económicas del mundo, todos los que vivimos hoy en esta época, debemos ser los que hagamos historia de la buena en México y el mundo, debemos ser mejores que las generaciones anteriores, ¡México lo demanda¡, ¡México lo necesita!, estamos en la era de la tecnología, contamos con las mismas herramientas que cualquier persona del mundo, solo debemos subir nuestro nivel de principios, preparación y trabajo arduo e inteligente para ser la mejor versión de nosotros y lograr el mejor México de la historia, ¡hagámoslo que no nos cuesta nada y solo se vive una vez!

Gracias por leernos.

Tu amigo Daniel Conde

Nota bene: Para quien quiera leer la carta completa de Álvaro Obregón a su hijo, le dejo la liga del repositorio del Colegio de México donde está el documento original: https://repositorio.colmex.mx/concern/archival_documents/n870zt427?locale=en

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