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lunes, septiembre 29, 2025

Detrás de cámaras

“Megan wants love, Megan wants money to live a life ofmilk and honey with a man who will take her there. A gentleman extraordinaire. Megan wants a millionaire. Megan wants, Megan gets.”

Esa era la introducción de uno de mis reality shows. Yo era la protagonista, había pasado por Rock of Love y I Love Money y había ganado notoriedad.

En Megan Wants a Millionaire diecisiete hombres ricos compitieron por mi amor. Entre ellos estaba Ryan Jenkins, un canadiense de 32 años que decía ser inversionista, hablaba con seguridad.  Tenía una fortuna declarada de más de dos millones de dólares. Recuerdo que le gustaba mostrarse encantador, aparentando ser un caballero frente a las cámaras.

Lo que yo no sabía, lo que nadie en la producción me dijo, era que Ryan tenía un historial oscuro. En 2007, en Calgary, había sido acusado de agredir a su exnovia. Incluso tuvo que pasar quince meses en libertad condicional y acudir a terapia para la ira y adicciones. Ese antecedente nunca salió en las revisiones de audición que, supuestamente, aseguraban que los concursantes estaban limpios.

Después de mi show, Ryan volvió a aparecer en I Love Money 3. Fue durante esa época de programas que conoció a Jasmine Fiore, una modelo de 28 años. Se conocieron en Las Vegas en marzo de 2009 y apenas unos días después, se casaron en una pequeña capilla. Era un matrimonio impulsivo, para mí parecía más un acuerdo de conveniencia.

La relación fue tormentosa desde el inicio, Jasmine lo dejó varias veces, siempre había rumores de celos y violencia. Aun así, volvían una y otra vez. Hasta que, en mayo de 2009, Ryan fue arrestado en Nevada por golpearla, los cargos seguían pendientes cuando todo ocurrió.

El 15 de agosto de 2009 Jasmine fue reportada desaparecida por su madre. Al día siguiente, su cuerpo apareció dentro de una maleta en un basurero en Buena Park, California. Había sido estrangulada, le mutilaron los dedos y los dientes para evitar que fuera identificada, pero los investigadores usaron los números de serie de sus implantes para saber quién era. Es sorprendente cómo su vida se redujo a un número de registro médico.

Ryan mientras tanto, fingía preocupación. Él mismo llamó a la policía para reportarla como desaparecida. Pero la verdad salió rápido, las cámaras de seguridad los habían grabado entrando juntos a un hotel en San Diego el 13 de agosto, donde solo él salió. Dos días después huyó hacia Canadá en su lancha.

El 20 de agosto de 2009, un juez emitió una orden de arresto contra Ryan por asesinato, pero para entonces ya estaba escondido en la Columbia Británica. El 23 de agosto lo encontraron en un motel en Hope donde se había suicidado colgándose con un cinturón.

En cuestión de días, VH1 suspendió mi show “por respeto a la familia de Jasmine”. El 21 de agosto, dijeron al New York Times que Megan Wants a Millionaire no volvería al aire. Y tras la muerte de Jenkins la cancelación fue definitiva. También cancelaron I Love Money 3, que él había ganado. Ninguno de esos episodios vio la luz.

Fue un momento difícil para mi carrera en realities, se vino abajo de un momento a otro. Pero más allá de lo que perdí yo, me enojó la negligencia del programa, Ryan nunca debió estar en el casting. Tenía antecedentes de violencia doméstica, había señales claras de peligro y aun así fue aceptado.

A veces me preguntan si lo vi venir, aunque la verdad es que no. En el set, era solo otro concursante, sonreía o me contaba sobre el dinero que tenía. Pero detrás de ese personaje estaba un hombre muy distinto.

Yo quería un millonario, sin embargo, solo descubrí cuántas mentiras se esconden detrás de las cámaras.

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