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domingo, septiembre 28, 2025

Instagram, OnlyFans y la prostitución

Publicado originalmente por JOSÉ LUIS GARCÍA en ALFA & OMEGA, compartimos este reportaje por su relevancia e interés periodístico:

En asuntos sexuales, los tiempos cambian que es una barbaridad. No hace mucho tiempo, para salir con una chica el varón tenía que cantarle una canción debajo de su ventana, escribirle una poesía o invitarla al cine, siguiendo un largo protocolo que aumentaba la emoción. Digo salir, porque darle un beso podría ser un anhelo a perseguir no poco tiempo. Sin embargo ahora, en Instagram, las chicas reciben, a la primera de cambio, fotos de genitales masculinos, solicitudes de hacerse un OnlyFans o peticiones de imágenes íntimas. Y, en la primera cita, ya hay quienes solicitan relaciones íntimas como condición para seguir adelante.

¿Qué está pasando? Todas las personas necesitamos que nos quieran, nos reconozcan y que nos lo digan. También tener amigos y amigas. En la adolescencia, estas necesidades son más claras. De ello son sabedores quienes han diseñado las redes sociales, razón por la que han triunfado a nivel planetario. Es una población muy vulnerable que acaba enganchándose porque eso es lo que estaba previsto: que se enganchen. Las redes sociales venden la idea de la satisfacción virtual de esas dos necesidades, lo que acaba provocando frustraciones, sufrimientos y trastornos en su salud mental. Los likes no tienen nada que ver con un «te quiero» sentido o un abrazo real de amigo.

En Instagram o TikTok, por ejemplo, las niñas aprenden, desde muy pronto que, enseñando su cuerpo, apurando el límite censor de Instagram —es decir enseñando medio pecho y un poco de glúteo—, los «me gusta» se multiplican. Y la dopamina se dispara, al igual que el número de seguidores, que les van a pedir imágenes más atrevidas.

Pero no es solo en Instagram. En cualquier alfombra roja o en las revistas de papel cuché, las actrices que enseñan más pecho y nalgas obtienen una mayor popularidad y reconocimiento. Cuanto más enseñes, más se habla de ti. Sexualízate y triunfarás.

Es muy fácil que una adolescente, con inseguridades y baja autoestima, que anhela ser como las chicas que triunfan en Instagram, caiga en la trampa y acepte un sinnúmero de propuestas que van dirigidas a su libertad de elección y a su empoderamiento: tu cuerpo es tuyo y puedes hacer lo que quieras. Eres libre.

Una de estas propuestas es OnlyFans, la plataforma de prostitución y pornografía que seguirá creciendo de manera exponencial, porque no hay ningún control. Es muy sencillo: si en Instagram tienes mucho éxito, puedes monetizarlo en OnlyFans, porque «haciendo un poquito más, ganas muchísimo dinero».

El caladero de la nueva estrategia de la explotación sexual son las redes sociales. Ya no hace falta recurrir a mafias oscuras y criminales en tiempos de paro y empleos precarios. Las redes son el caldo de cultivo de «carne fresca», necesaria para seguir la industria de la prostitución y de la pornografía —ambas estrechamente relacionadas—, porque son las jóvenes las más demandadas y producen dinero a espuertas. Hay que aprovechar el filón porque tienen fecha de caducidad, como los coches, que enseguida se devalúan, obligándolas a competir con una legión de cuerpos jóvenes y sexys.

Recuérdense las artimañas virales a las que han recurrido «creadoras de contenido» como Lily Phillips o Bonnie Blue para tener más tirón, siendo vejadas y grabadas por una ristra interminable de hombres en fila.

Uno de los efectos más perversos del consumo de pornoviolencia, que afecta al 95 % de los jóvenes, es la alteración de la empatía y la compasión. Se deshumaniza a las mujeres, paso previo a agredirlas de muchas maneras. Justifican así su ignominia porque «es una prostituta», es decir, no vale nada.

Testimonios de mujeres prostituidas señalan las exigencias brutales de los puteros, demandas que no son más que guiones de los miles de vídeos porno que visionan, excitados, abducidos por el placer que inunda su cerebro. Esto refuerza esas conductas violentas que, luego, van a necesitar replicar en sus relaciones sexuales. Cuando no les piden un suplemento por grabar la relación, para más tarde exhibirla ante sus colegas, como medalla, con valoraciones y recomendaciones machistas.

Necesitamos una ley, sí; pero creo que a medio plazo no va a ser posible. Por tanto, no hay otra que la educación sexual y afectiva, comenzando por la familia. Llevo 47 años trabajando con padres y madres con Talleres para madres y padres vergonzosos, porque se resisten a cambiar el patrón de silencio sexual que ellos mismos sufrieron, como sus progenitores.

La historia se repite, con la diferencia de que ahora son las webs pornoviolentas (hasta un 90 % de ellas lo son) las que se constituyen como referente educativo significativo de nuestros menores. Cada vez más pronto. Cada vez más violentas porque el mecanismo psicológico de la tolerancia cerebral así lo exige: necesita más tiempo viendo contenidos más brutales. No hay problema, cualquier conducta sexual, por terrible que sea, está grabada a disposición de la chavalería. Gratis. ¿Hay quién da más?

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