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lunes, septiembre 22, 2025

No basta con desearlo

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En México solemos tener expectativas desproporcionadas en cuanto a futbol se refiere. No somos potencia ni lo seremos, pero exigimos como si tuviéramos la historia y blasones de Brasil o Alemania.

Ante la escasez de éxitos a nivel mayor, el consuelo han sido las selecciones con límite de edad. El Mundial sub-20 de Chile aparece en el horizonte como una oportunidad para demostrar que, pese a todo, no se hacen tan mal las cosas en la Liga MX.

He leído y escuchado la posibilidad de “una actuación histórica” sin más argumentos que el nombre puntual de un futbolista: Gilberto Mora, garbanzo de a libra al que ya se le deposita una presión exagerada.

De los 21 convocados (19 en Liga MX y 2 en el extranjero), solo 3 son titulares con sus equipos: Mora con Tijuana, Elías Montiel con Pachuca y Obed Vargas con Seattle Sounders.

Los 18 restantes luchan cada fin de semana por minutos de juego, incluso hay varios que ni siquiera tienen ficha de primer equipo. En Sudamérica y Europa debutan cada vez más jovencitos (16 o 17 años), en nuestro país a los 20 la mayoría no tiene ni 40 partidos de primera división.

Para colmo de males a México le tocó compartir grupo con: España, Brasil y Marruecos, potencias de sus respectivos continentes. La calidad es tal que sus estrellas se brincan procesos y, al quedarles chica la sub-20, hoy están en la selección mayor.

A los 18 años Cubarsí y Yamal son titulares en el Barcelona y podían haber ido con España, mientras que Endrick y Estevao ya dieron el salto a Europa con Real Madrid y Chelsea.

De ese tamaño es la diferencia entre la élite y campeonatos de tercer nivel como el nuestro. Encima en España y Brasil hay algo llamado: descenso y ascenso, que desde muy jóvenes obliga a sus talentos a vincularse con la competencia al más alto nivel.

Para que las cosas sucedan, no basta con desearlo. Augurar un buen papel porque están Mora y Montiel es construir un castillo de naipes que con tantito aire se va a caer.

Los menos responsables son los jugadores, quienes ven bloqueadas sus oportunidades de consolidarse por la llegada de extranjeros de medio pelo y por un sistema de competencia que premia la mediocridad cada semestre.

Al Mundial sub-20 pasado no se calificó y tampoco a los Olímpicos del año pasado, golpes que no tuvieron consecuencias y cambios estructurales reales. Tocar fondo no significa cambio, el fracaso ya no es esperanza.

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