En la televisión española hubo hace años un spot patrocinado por el PSOE en el que se mencionaba al PP.
La productora era la reconocida Agencia Contrapunto.
En el anuncio se veía a un tipo joven manejando un auto hasta un pueblo para llevar a su madre, octogenaria con bastón y crucifijo, a votar… por el partido de las derechas.
Al final, con la frase “vota con todas tus fuerzas”, aparecía el rostro de José Luis Rodríguez Zapatero.
La idea era excelente y llena de generosidad.
¿Y es que cuántos hijos serían capaces de llevar a sus padres a votar por un partido opuesto al de ellos?
¿O se imagina el hipócrita lector una escena de tal naturaleza en Puebla?
¿Cabría en la mente del lector la idea de que un votante de Morena fuera por su madre —la del votante, claro— a un pueblo polvoriento para llevarla a sufragar por el PAN?
La duda mata.
En las épocas en las que el PRI y el PAN no eran los mismo habrían ocurrido estas lindezas:
El votante priista dejaría a su madre plantada y pasaría en una camioneta por unos veinte acarreados para llevarlos a las urnas a sufragar naturalmente por el PRI.
Y si el votante hubiese sido panista, éste llegaría con su madre priista para echarle en cara su simpatía electoral y de ahí arrancaría, con toda la furia posible, rumbo a la urna más cercana para acusar a los priistas de fraude.
Está claro: lo del hijo del PSOE y la madre del PP sólo puede ocurrir en España.
Jamás en México.
Nunca de los nuncas… habría ocurrido en la Puebla de hace algunos años.