🐀 UN LECTOR ATENTO tuvo a bien enviarme las siguientes líneas acerca de una columna reciente que escribí sobre mi pobre patria chica (Huauchinango): “Yo camino todos los días o salgo en coche, pues lo mismo: la calle es un asco. No puedes caminar sin andar cuidándote de pisar caca de perro, que, además, cuando están en brama, se ponen súper agresivos. Ya dos veces se me aventaron. Cuando Gustavo Vargas estuvo de presidente, una de las cosas que hizo bien fue que quitó a los ambulantes del centro y fumigó para exterminar las ratas, y se terminaron. Ahora, con Rogelio López Angulo, regresaron los hamburgueseros y las ratas tamaño capibara también en varias calles. Apenas se estaban quejando de una de las pocas fachadas antiguas y las remodelaciones marcianas que le hicieron… pues se supone que el dinero del programa de pueblos mágicos lo mandaban para esas fachadas, y no se ve aplicado”.
🐀🐀🐀 LA DUDA MATA: ¿qué es una rata capibara? Aquí la respuesta: Es el roedor más grande que existe y llega a pesar hasta 65 kilos. O más. Le gustan las hamburguesas y el corrido sinaloense. Es adicta a la Ley de la Milpa (mil pa’ ti, mil pa’, mí). También le gustan los asados, el aguachile y las culichi: mucha nalga, pocas chichi.
🦊 OTRO LECTOR, IGUALMENTE AGUDO, me envió las siguientes líneas: “En la revista vehicular de hace tres semanas le otorgaron 19 permisos para taxis del Sitio el Zorro a un tal Sául, hermano de Paúl y de Rogelio. Dicho sitio está en El Paraíso, en los abarrotes El Zorro. Tiene como un año que lo abrieron. El mismo día que abrieron la tienda instalaron ahí un sitio de taxis sin placas ni razón social”.
🐧 OTROS MENSAJES relacionados con el alcalde de Huauchinango refieren que es de los que mandan a dar golpizas. Se habla de un caso reciente que don Ciccio ya investiga. Pronto habrá novedades. Hay más cartas, pero el espacio es breve. La mayoría está de acuerdo en que las autoridades que otorgan los reconocimientos de Pueblo Mágico tendrían que darse una vuelta por Hamburger City (Ciudad Hamburguesa), donde el Pingüino quiere apoderarse de todo lo que se mueve. (Y de lo que no, también).