“La disciplina no elimina el placer, lo aplaza hasta el momento correcto”
Empecemos por esta obviedad: para poder alcanzar nuestros objetivos, proyectos o metas, para superar desafíos y construir una calidad de vida adecuada es fundamental la disciplina.
Por esta razón, la disciplina tiene el poder de transformar los sueños en realidad y superar obstáculos que la sola motivación no puede superar, porque la disciplina es voluntad interna y la motivación es externa.
La disciplina tiene que ver con el orden, el control y el progreso; con la capacidad de tomar decisiones consistentes y mantener el rumbo hacia los objetivos deseados.
Es una cualidad fundamental que puede tener un impacto significativo en diversas áreas de nuestra vida.
Nos ayuda a definir lo que deseamos lograr y a crear un Plan de Acción para hacerlo, además de las acciones preventivas y correctivas necesarias.
Entonces, lo primero es decidir qué es lo quiero hacer, después dar el primer paso sin detenerme aunque sea lento y parsimonioso; sobre todo con una fecha límite.
Es decir, volver visible lo invisible
Todo consiste en iniciar con los pequeños esfuerzos repetidos día tras día. Una gota perfora la roca.
Todo es cuestión de autocontrol, el cual es una de las mayores fortalezas que se pueden tener. Hacer aquello que se debe hacer aunque no coincida con lo que quieres.
La disciplina es como un músculo: entre más la ejercitamos más fuerte nos volvemos. Sobre todo en situaciones adversas.
Entre más trabajo: más suerte tengo.
No se trata de controlar todo lo que ocurre en mi paso por el mundo sino cómo reacciono, ante tales situaciones.
Hacer la acción correcta aunque sea difícil. Todos sabemos lo que tenemos que hacer pero no lo hacemos.
La disciplina facilita la formación de hábitos positivos, como la puntualidad, la organización y el trabajo continuo, que son esenciales para el bien vivir.
Ahora me viene a la mente el título de un libro de Engels: “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”.
Los hábitos no se hacen en un día, pero un día a la vez, pueden construir un futuro mejor.
Cada pequeño hábito positivo que adoptamos nos acerca a la mejor versión de nosotros mismos.
No hay que subestimar el poder de los pequeños cambios diarios; son los que crean grandes transformaciones.
El secreto del éxito está en hacer lo correcto una y otra vez, hasta que se convierta en un hábito. Finge lo que quieres ser hasta que lo seas
Los hábitos positivos no solo cambian nuestra rutina, cambian nuestra vida entera.
La disciplina ayuda en la administración efectiva del tiempo, permitiendo priorizar tareas y dedicar tiempo adecuado a actividades importantes.
Esto es “hacer lo importante y no lo urgente”, cuando priorizamos lo importante, los urgentes desaparecen.
También es fundamental promover la resiliencia, ya que nos enseña a perseverar frente a las adversidades y a mantener nuestra motivación incluso cuando las cosas se ponen difíciles.
La resiliencia es enfrentar los problemas, aprender a resolverlos.
Es la capacidad de convertir las dificultades en oportunidades de crecimiento.
Las adversidades no definen quién eres, sino cómo respondes a ellas.
Ser resiliente significa tener la fuerza interior para seguir adelante cuando todo parece perdido.
Cada desafío superado te hace más resistente y sabio. “Lo que no te mata te fortalece”.
La resiliencia transforma los obstáculos en peldaños.
Con una buena dosis de disciplina, es más probable que completemos tareas de manera efectiva, aumentando nuestra productividad en cualquier ámbito.