Qué fueron las “leyes feas”, las normas con las que EE.UU. penalizó la “fealdad” y persiguió a los pobres y a los discapacitados
Publicado originalmente por Juan Francisco Alonso en BBC News Mundo, compartimos este reportaje por su relevancia e interés periodístico:
Cuando el poeta y escritor irlandés Oscar Wilde (1854-1900) pronunció esta frase parece que lo hizo pensando en los Estados Unidos de su época.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, varias ciudades y por lo menos un estado del país norteamericano dictaron una serie de normas jurídicas que convirtieron en delito no reunir ciertas características físicas o presentar otras que atentaban contra la estética imperante en ese momento.
Con el paso del tiempo, a estas controvertidas regulaciones, los cuales incluían multas y penas de prisión, se les ha conocido como “Ugly laws” (leyes feas, en español).
Ocultar lo “desagradable”
“Las llamadas ‘leyes feas’ fueron una serie de ordenanzas municipales que prohibían a personas con determinadas características físicas estar en lugares públicos”, explicó a BBC Mundo Susan Schweik, decana de Artes y Humanidades de la Universidad de Berkeley (EE.UU.).
La primera de estas normativas fue aprobada en la ciudad de San Francisco en 1867, agregó la catedrática estadounidense, quien realizó un exhaustivo estudio de estas regulaciones para su libro The Ugly Laws: Disability in Public (“Las leyes feas: La discapacidad en público”, en español).
La ordenanza de la entonces incipiente localidad californiana penalizaba a toda “persona enferma, mutilada o deformada de cualquier manera hasta el punto de convertirse en un objeto desagradable o repugnante” que fuera vista en las calles, las plazas, los parques y otros lugares públicos.
Con el paso de los años, ciudades como Reno (Nevada), Portland (Oregón), Lincoln (Nebraska), Columbus (Ohio), Chicago (Illinois), Nueva Orleans (Luisiana) o el estado de Pensilvania copiaron el espíritu y letra del texto dictado en San Francisco.
En el caso de Chicago, una de las últimas urbes en aprobar una normativa de esta naturaleza en 1916, el argumento esgrimido por las autoridades locales fue “eliminar” toda la “fealdad de las calles”, reportó el diario local Tribune.
“Da la impresión que la ‘fealdad’ en cuestión se refería objetos inanimados, como pilas de ladrillos, pero las obstrucciones que buscaban erradicar eran humanas”, agregó Schweik.
En su momento, hubo quienes justificaron las medidas como una forma para controlar las enfermedades y proteger la salud pública.
“La tesis de la ‘influencia materna’ sugería que si una mujer embarazada veía a alguien enfermo, mutilado o deforme se impresionaría de tal manera que su bebé podría nacer enfermo”, explicó la experta.
La prueba de esta creencia está en el texto publicado en 1906 por el religioso estadounidense Charles Henderson.
“El epiléptico es objeto de terror, y nadie que haya presenciado a una persona convulsionando puede escapar del recuerdo inquietante del espectáculo y liberar por completo su mente del terror o la repugnancia”, escribió al respaldar medidas para aislar a los “indeseables”.
En la posguerra
Para Schweik, el hecho de que estas ordenanzas comenzaran a aprobarse dos años después de que terminara la Guerra Civil (1861-1865), la cual dejó miles de lesionados y mutilados por todo el país, no fue algo casual.
“San Francisco era una ciudad en pleno shock urbano, que estaba recuperándose del auge y la caída de la fiebre del oro, y experimentó una gran migración multinacional, sobre todo china. Las calles estaban llenas de personas en apuros”, afirmó la experta.
“Como la ciudad estaba lejos de los campos de batalla no se vio abrumada por la cantidad de heridos y lesionados que se produjeron en otros sitios. Y, por eso, en San Francisco se podía sospechar que muchos de los lesionados que había en sus calles eran unos impostores que preferían mendigar a trabajar”, agregó.
Un elemento llamativo es que muchas de estas “leyes feas” fueron respaldadas por organizaciones de caridad.
“Estas normas se usaron para recluir en instituciones a personas consideradas repugnantes”, afirmó a BBC Mundo Raquel Mangual, investigadora del Instituto sobre Discapacidades de la Universidad de Temple (EE.UU.).
Las distintas normas establecían sanciones como multas y el encarcelamiento para los “enfermos, mutilados o deformes” que se expusieran al público.
“La consecuencia fue que las personas a las que se les aplicaron estas ‘leyes’ fueron obligadas a ingresar a asilos o casas de beneficencia. Y esto era una sentencia no oficial de cadena perpetua”, aseguró Schweik.
Los pobres eran el objetivo
Aunque las “leyes feas” parecían destinadas a perseguir a ciertos grupos por su estética, o falta de ella, los expertos consultados indicaron que, en realidad, su objetivo era otro.
“Estas normas tenían muy poco que ver con el atractivo físico y se usaron para sacar de las calles a personas con alguna minusvalía, que no tenían hogar o a quienes padecían enfermedades como la epilepsia”, explicó Mangual.
En términos similares se pronunció el especialista en discapacidades intelectuales y del desarrollo, Guy Caruso.
“Las personas sin techo, los discapacitados o mutilados en la mayoría de los casos eran pobres, quienes tenían que mendigar para sobrevivir y la gente sentía repulsión al verlos en las calles”, dijo el también profesor de la Universidad de Temple.
Pero las ordenanzas no solo buscaron ocultar a las personas consideradas como “desagradables o repugnantes”, al prohibirles estar en calles, plazas o parques, sino que les complicaron su subsistencia al vetarles dedicarse a la mendicidad.
La norma de Chicago, por ejemplo, preveía multas de un US$ 1 (más de US$ 20 hoy) por cada infracción a la “persona enferma, mutilada o deformada” que se expusiera en lugares públicos.
Los limosneros no fueron únicos afectados, sino también aquellos que se dedicaban a la venta ambulante o a las artes callejeras.
En su libro, Schweik cita un caso registrado en Cleveland en 1910. A un hombre que tenía las manos y los pies lesionados, y que se dedicaba a la venta de diarios en las vías públicas, las autoridades le prohibieron seguir con su actividad, por considerar que no era trabajo para un “lisiado”.
Años después, en Portland unos policías le dijeron a una mujer, conocida como “Madre Hastings”, quien también vendía periódicos en las calles, que ella era “un espectáculo demasiado terrible para que los niños la vieran” y le dieron dos opciones: Irse a una granja o a otra ciudad.
La mujer se fue a Los Ángeles y se casó con otro lisiado, según la información que encontró la investigadora.
Abriendo las puertas a la discriminación
Aunque se desconoce el número de personas a las que se les aplicaron las normas, pues ni las policías ni los tribunales llevaron un registro, los expertos consultados aseveraron que su impacto trascendió a sus víctimas.
“Estas leyes formaban parte de un conjunto que se entrelazó con un grupo de leyes surgidas a finales del siglo XIX, las cuales buscan controlar qué tipo de personas se deseaba permitir en los espacios públicos”, aseveró Schweik.
La experta afirmó que las ordenanzas terminaron conectándose con las leyes de segregación racial aprobadas en el sur de EE.UU.
Mangual, por su parte, dijo que los instrumentos también abrieron las puertas a la legislación eugenésica aprobada por algunos estados del país a finales del siglo XIX.
“Estas leyes facilitaron la aprobación de otras que autorizaron la esterilización de quienes tenían una discapacidad o enfermedades mentales, para así erradicar a estos grupos”, agregó.
Schweik admitió que las “leyes feas” sirvieron para discriminar a las personas discapacitadas, pero aclaró que este no era su objetivo principal.
“Yo suelo decir que (el expresidente) Franklin Delano Roosevelt (1882-1945) no era el blanco de estas normas. El objetivo primario era la gente pobre”, insistió.
En 1921, a los 39 años, Roosevelt sufrió de poliomielitis, una enfermedad que le paralizó de la cintura para abajo y lo obligó a utilizar silla de ruedas durante el resto de su vida. Sin embargo, su condición fue ocultada y, para ciertos actos públicos, el mandatario empleaba muletas y otros dispositivos para mantenerse en pie.
Muertas, pero no olvidadas
Con el arribo del siglo XX, la aplicación de las “leyes feas” se hizo bastante inusual. No obstante, no fueron derogadas hasta la década de 1970, gracias a las presiones del movimiento a favor de los derechos de las personas con discapacidad.
“En 1970, en la ciudad de Omaha (Nebraska), un policía quería arrestar a una persona sin hogar, pero no tenía motivos, porque el hombre no mendigaba, no estaba borracho ni alteraba el orden público. Sin embargo, el agente encontró la ordenanza sobre personas feas y quiso aplicársela”, narró Schweik.
“Un juez rechazó la pretensión del policía, diciendo: ‘¿Debo permitir el arresto de los hijos de mi vecino si son feos?’. Un diario local publicó la historia, y grupos de activistas comenzaron a organizarse para demandar la derogación de la norma”, prosiguió.
“Por cierto, el titular utilizado por el periódico: ‘La ley de mendicidad solo castiga a los feos’ es la razón por la que hoy conocemos a estos instrumentos como ‘leyes feas’. Esto, a pesar de que la palabra fea no figura en ninguno de ellos”, remató.
Y aunque no todas las ciudades derogaron sus ordenanzas, la aprobación, en 1990, de la Ley de Estadounidenses con Discapacidad (ADA, por sus siglas en inglés) por parte del Congreso de EE.UU. las dejó sin efecto en la práctica. Este texto prohíbe cualquier tipo de discriminación hacia las personas con alguna condición física o intelectual.
Pese a la anulación oficial de las normas los expertos aseguran que sus secuelas no han sido superadas.
“El espíritu de estas leyes sigue arraigado en el subconsciente de las personas e instituciones y eso se ve en la forma en la que todavía hoy se trata a las personas con discapacidad, pues se les sigue viendo como si fueran niños”, afirmó Mangual.
Schweik también aseguró que “la cultura de las ‘leyes feas’ continúa muy vigente” y aseguró que el actual presidente de EE.UU., Donald Trump, es uno de quienes ha contribuido a ello.
“Trump forjó su carrera política a principios del 1990 con una campaña en contra de los indigentes y personas con discapacidad que estaban en la acaudalada Quinta Avenida de Nueva York, algo que a él le molestaba, porque ‘degradaba’ la zona alrededor de la Torre Trump”, recordó.
“Hoy, en lugar de ordenanzas, las ciudades aplican formas más sutiles para alejar a personas que otros consideran antiestéticas, como la instalación de bancos y otro mobiliario urbano en plazas y estaciones de metro o tren que impide a los mendigos permanecer largo tiempo o dormir en esos sitios”, dijo.
Trump ordena desplegar a la Guardia Nacional en Washington DC y expulsar “inmediatamente” a las personas sin hogar de las calles
Publicado originalmente por Max Matza en BBC News, compartimos este reportaje por su relevancia e interés periodístico:
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo este lunes que ordenó desplegar a la Guardia Nacional en Washington DC y que pondrá bajo control federal a la policía de la capital estadounidense.
El anuncio, realizado en una conferencia de prensa en la Casa Blanca, llega después de que el presidente catalogara a la ciudad como una de las más peligrosas de EE.UU. y que pidiera a las personas sin hogar irse a otro lugar.
“Nadie quiere ser asaltado, violado, tiroteado y asesinado”, dijo el presidente, asegurando que la tasa de homicidios en Washington DC es más alta que en algunos “de los peores lugares del mundo” y que el número de robos y secuestros de automóviles también ha aumentado.
Sin embargo, los registros de la policía local muestran que se ha producido una reducción del 7% en todos los delitos cometidos en la ciudad en lo que va de año, con una disminución del 26% en el número total de delitos violentos. Los homicidios han descendido un 12% en el mismo periodo.
La alcaldesa de la ciudad, la demócrata Muriel Bowser, calificó el anuncio del presidente como “inquietante y sin precedentes” y aseguró que está basado en la percepción de criminalidad que tuvo Trump durante su primer gobierno (2017-2021) y la pandemia de covid-19.
“Hemos trabajado rápidamente para promulgar leyes para sacar a los delincuentes violentos de nuestras calles”, aseguró. “Hemos observado una enorme disminución de la delincuencia gracias a esos esfuerzos”.
Añadió que los delitos violentos se encuentran ahora en su nivel más bajo en 30 años: “Puedo decir que seguiremos gestionando nuestro gobierno de una manera que les haga sentir orgullosos”.
Según Community Partnership, una organización que trabaja para reducir el número de personas sin hogar en Washington DC, dijo a la agencia Reuters que en esta ciudad de 700.000 habitantes había unas 3.782 personas sin hogar una noche cualquiera.
La mayoría estaban en viviendas públicas o refugios de emergencia, pero se consideraba que unos 800 estaban “en la calle”.
Para el director de la organización benéfica So Others Might Eat (SOME), la intención de Trump de que las personas sin hogar se vayan a otro lugar no es una política que vaya a mejorar la situación.
“Lo único que conseguirá es trasladar el problema a otras comunidades que quizá estén menos preparadas que nosotros para afrontarlo”, dijo el director de SOME, Ralph Boyd, quien aseguró también que la presencia de personas sin vivienda ha disminuido 20% desde el año pasado.
“Medidas drásticas”
En su anuncio de este lunes, Trump dijo que era hora de tomar “medidas drásticas” entre las que se incluyen:
- Declaratoria oficial de emergencia de seguridad pública en Washington D.C.
La fiscal general Pam Bondi asumirá el control del Departamento de Policía Metropolitana (MPD). - Se desplegarán más agentes de policía y del FBI en las calles.
- Se expulsará a las bandas criminales de la ciudad.
En su conferencia de prensa, el presidente también aseguró que eliminará los “barrios marginales” de personas sin hogar. “Sé que no es políticamente correcto… [pero ] vamos a eliminar los barrios marginales donde viven”.
También señaló que hay “caravanas de jóvenes”, en referencia a grupos juveniles que han sido vistos en calles de la capital. “Les encanta escupir en la cara a la policía”, dijo Trump.
Washington D.C. es la sede del gobierno federal y también la única ciudad estadounidense que no pertenece a ninguno de los 50 estados del país. Esto significa que carece de representación en el Congreso.
Fue gobernada por comisionados presidenciales hasta 1973, año en que el expresidente Richard Nixon instituyó la “Ley de Autonomía”, que permite a los residentes elegir un consejo municipal y un alcalde, pero también reserva algunas facultades para el presidente y al Congreso.
La Ley de Autonomía establece que el presidente puede tomar el control de la fuerza policial de la ciudad si “existen condiciones especiales de emergencia”.
Sin embargo, si el presidente pretende asumir el control durante más de 48 horas, debe notificarlo por escrito al Congreso. Incluso con esa notificación, no puede mantener el control durante más de 30 días.
Según destaca desde Washington la periodista de la BBC Nomia Iqbal, resulta irónico escuchar a Trump hablar sobre desplegar tropas de la guardia nacional en la capital estadounidense ya que fue algo de lo que se le acusó de no hacer el 6 de enero de 2021, después de que una turba violenta leal al presidente atacara el Capitolio.
“Una medida sin precedentes”
Análisis de Anthony Zurcher, corresponsal de BBC News en Norteamérica
La decisión de Donald Trump de desplegar a la Guardia Nacional en las calles de Washington DC se insinuó con antelación.
Su medida de tomar el control del Departamento de Policía Metropolitana de la ciudad es un paso sin precedentes, que involucra profundamente a la Casa Blanca en la gestión diaria de una de las fuerzas policiales municipales más grandes del país.
La sección 740 de la ley que otorga a Washington DC un autogobierno limitado le da al presidente la autoridad para tomar el control del departamento de policía de la ciudad en circunstancias de emergencia.
La disposición se incluyó tras los disturbios civiles de la década de 1960, pero ningún presidente la había utilizado hasta ahora. Esta autoridad expira en 30 días, a menos que el Congreso la prorrogue.
Trump ha identificado un problema muy real —la falta de vivienda y la delincuencia son motivo de preocupación en muchas ciudades estadounidenses—, pero su forma de abordarlo está poniendo a prueba una vez más los límites del poder presidencial.
Ya el mes pasado Trump había firmado una orden que facilita la detención de personas sin hogar y la semana pasada ordenó a las fuerzas de seguridad federales que salieran a las calles de Washington DC.
“Los sin techo tienen que mudarse, inmediatamente”, escribió Trump en su sitio de redes sociales Truth Social, el domingo. “Les daremos lugares para quedarse, pero lejos de la capital. Los criminales, no tienen que mudarse. Los meteremos en la cárcel, a donde pertenecen”.
Junto a fotos de tiendas de campaña y basura, añadió: “No habrá ningún ‘Mr. Nice Guy’ (o buen tipo, en español). Queremos recuperar nuestra capital. Gracias por su atención a este asunto”.
“Más violenta que Bagdad”
El viernes, Trump ordenó la entrada de agentes federales -entre ellos de la Policía de Parques de Estados Unidos, la Administración para el Control de Drogas, el FBI y el Servicio de Alguaciles de EE.UU.- en Washington DC para frenar lo que calificó de niveles de delincuencia “totalmente fuera de control”.
Un funcionario de la Casa Blanca le dijo a la emisora NPR que hasta 450 agentes federales fueron desplegados el sábado por la noche.
Las acciones de Trump se producen después de que un exempleado de 19 años del Departamento de Eficiencia Gubernamental (Doge) fuera agredido en un presunto intento de robo de coche en Washington DC.
Trump se desahogó sobre ese incidente en las redes sociales, publicando una foto de la víctima ensangrentada.
La alcaldesa Bowser le dijo al canal de noticias MSNBC el domingo: “Es cierto que tuvimos un terrible repunte de la delincuencia en 2023, pero esto no es 2023.
“Hemos pasado los dos últimos años reduciendo la delincuencia violenta en esta ciudad, llevándola a su nivel más bajo en 30 años”.
Y criticó al vicejefe de gabinete de la Casa Blanca, Stephen Miller, por calificar la capital estadounidense de “más violenta que Bagdad”.
“Cualquier comparación con un país devastado por la guerra es hiperbólica y falsa”, afirmó Bowser.
Choque con demócratas
La tasa de homicidios per cápita de Washington DC sigue siendo relativamente alta en comparación con otras ciudades estadounidenses, con un total de 98 asesinatos de este tipo registrados en lo que va de año. La tendencia de los homicidios en la capital estadounidense va al alza desde hace una década.
Pero los datos federales de enero indican que Washington DC registró el año pasado sus cifras globales de delitos violentos -una vez incorporados los robos de coches, las agresiones y los atracos- más bajas en 30 años.
El presidente Trump describió a Bowser como “una buena persona que lo ha intentado”, y añadió que, a pesar de los esfuerzos de la alcaldesa, la delincuencia seguía “empeorando” y la ciudad era cada vez “más sucia y menos atractiva”.
Como distrito, y no como estado, Washington DC está supervisado por el gobierno federal, que tiene potestad para anular algunas leyes locales.
El presidente controla los terrenos y edificios federales de la ciudad, aunque necesitaría que el Congreso asumiera el control federal del distrito.
En los últimos días, Trump amenazó con hacerse cargo del Departamento de Policía Metropolitana de Washington DC, algo que Bowser argumentó que no era posible.
“Hay cosas muy específicas en nuestra ley que permitirían al presidente tener más control sobre nuestro departamento de policía”, dijo Bowser. “Ninguna de esas condiciones se da ahora mismo en nuestra ciudad”.
Trump ha criticado a varias administraciones municipales gobernadas por demócratas durante sus dos mandatos presidenciales.
En los últimos meses, ha chocado notablemente con la alcaldesa de Los Ángeles tras ordenar el envío de miles de miembros de la Guardia Nacional para hacer frente a los disturbios provocados por las redadas contra inmigrantes indocumentados.