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miércoles, agosto 6, 2025

El muertito de hoy en Twitter (señas e identidades)

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La escena es terrible: un hombre yace en el pavimento mientras su camioneta negra escupe fuego y humo.

El hombre está vivo.

Hay gente que filma sus últimos momentos.

Filman y cuchichean.

Un auto se acerca a donde el hombre trata sin fortuna de moverse.

Hacerse a un lado.

Del auto salen ráfagas que culminan en balas ingresando al débil cuerpo.

El hombre queda muerto sobre el pavimento caliente.

Los curiosos dejan de filmar.

“Ya lo mataron”, comenta alguien en voz baja.

El hombre en el piso era delegado de la Fiscalía General de la República en Tamaulipas.

En la cantina apestosa de Twitter, las primeras conclusiones son tajantes: “Lo mataron por corrupto”.

Luego vendrán otras con una carga similar de juicios irrebatibles.

La reflexión es dura e inapelable: si te matan como perro es que eres perro.

Ahora sabemos que el hombre pudo haber sido acribillado como respuesta a un decomiso brutal de huachicol.

Es decir: en la trama de una venganza.

¿Cuánto cuesta mandar matar a alguien?

Hay tarifas para todo en el mundo de las redes.

Si el personaje es un civil cualquiera, 5 o 10 mil pesos.

(Si el personaje es hombre, el costo se incrementa unos pesos más. Si es mujer, el monto se reduce).

Un crimen urbano es más caro que un crimen rural.

Si el objetivo tiene guaruras, los costos se disparan.

Mandar matar a alguien no es algo tan difícil, tan complicado, como ejecutar la acción.

El gatillero es frío.

No sabe de emociones.

Su trabajo es matar, y punto.

¿Qué hace la gente luego de haber hecho su trabajo: es decir, después de haber matado a alguien por encargo?

Nada del otro mundo.

Se van a un bar, piden un aguachile y una cerveza, y hablan de futbol.

El muerto lo dejan en el pavimento caliente.

Cociéndose en el jugo del espectáculo y de ese morbo infinito que se mueve en las redes.

 

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