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martes, julio 15, 2025

Trama Décima: Alguno de los dos no estará mañana en este mundo Capítulo 47. Una escalera mal proyectada

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Nota del autor

Los personajes que cruzan esta novela, incluso aquéllos que parecen reales, son absolutamente imaginarios

Trama Décima: Alguno de los dos no estará mañana en este mundo

Capítulo 47. Una escalera mal proyectada

Después de una larga sesión de sexo, orquestada en las sombras por Mircea Voland, Jose les dijo que iría a calentar lo que quedó de la comida. Lucio bajó por unas cervezas. El rumano se quedó tendido en la cama chateando con Andrés Roemer, quien le dijo que estaba en París cazando cisnes blancos. Quedaron de verse allá.

En la cocina, Lucio empezó a ofender a Jose. Le dijo que era una puta reprimida, traumada, de doble moral.

—¡Estás celoso porque Mircea me prefirió a mí todo el tiempo! ¡Yo sí lo hice disfrutar!

—¡Cállate, estúpida! ¡Lo único que sabes es gemir como degenerada!

—¡Él me hizo disfrutar como ningún hombre lo ha hecho! Tú eres una mala copia, Lucio, ¡igual que tus pésimas copias de los cuadros de Rothko!

Lucio la tomó del cabello y le dio una cachetada. Mircea bajó y se puso entre ambos. Los calmó. Hizo que se abrazaran. Luego comieron cocido madrileño, tostas de bonito y pata negra. Lucio sacó de su cava un Pagos de Carraovejas. Los dos bebieron y rieron con las historias de Mircea, quien les contó cómo se emborrachó un día con Fidel Herrera y su amante: una chica que había ganado varios torneos de belleza.

—Sin que Fidel se diera cuenta, me acosté con ella varias veces. Hoy vive en Roma y es millonaria.

Luego subieron nuevamente a la habitación. Durmieron un rato. Mircea, en medio de los dos, siguió chateando con Roemer y también con Edy Bueno, quien le dijo que estaba viendo un video en el que aparecía él.

—¿Cómo aparezco?

—OMG. Penetrándome salvajemente, papi.

—¿Grabas tus sesiones de sexo? Te va a descubrir Patricia.

—Esa pobre! Es tan random! X, O sea, whatever, ni me importa. Ya te follaste a los Quintana?

—Estoy en eso. Duermen los angelitos.

—Yo estoy en burnout total, necesito detox digital, ¡urgente! Lucio me gustaba por su outficito, pero ahora es cero mi vibe, ¡tipo súper X!

Hacia las cinco de la mañana, Lucio despertó con dolor de cabeza y le dijo a Jose que le preparara un café. Ella le contestó que no era su sirvienta y abrazó a Mircea. La discusión empezó de nueva cuenta.

—¡Ya estoy harta de ti! ¡En estos días me voy de la casa! —dijo Jose.

—¿Y por qué no te vas de una vez, pendeja?

Lucio la levantó de la cama y la empujó hacia la puerta de la recámara. Ella se defendió como pudo, pero no pudo mucho. Mircea trató de separarlos. Ambos se gritaban las atrocidades que se gritan las parejas cuando la relación colapsa. A unos centímetros de la escalera, ella le dijo que la de Lucio era la verga más fofa que había tenido en su vida. En ese momento, una mano, la de Mircea, empujó a José con tal fuerza que cayó por la escalera. Hubo gritos de horror y reclamaciones. La cabeza de Jose descansaba en un charco de sangre. Los ojos tenían una expresión de espanto. Casi se salían de las cuencas. Cuando Lucio quiso amonestar a Mircea, éste había desaparecido. Lo buscó por todos lados. Nada. Ni una huella, ni el rastro más pequeño. Lucio quiso alegar su inocencia cuando llegó la policía y mencionó a Mircea. Fue inútil. Un tribunal le obsequió una orden de aprehensión al paso del tiempo. Huyó. Estuvo prófugo algún tiempo. Lo atraparon. Un juez corrupto le otorgó libertad bajo medidas cautelares gracias a sus hemorroides. No volvió a saber de Mircea por una buena temporada.

(Continuará).

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