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martes, julio 8, 2025

Trama Novena: No hables con extraños Capítulo 42. Una cena en el Mochomos

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Nota del autor

Los personajes que cruzan esta novela, incluso aquéllos que parecen reales, son absolutamente imaginarios

Trama Novena: No hables con extraños

Capítulo 42. Una cena en el Mochomos

Antes de que Andrés Roemer fuese denunciado y, en consecuencia, huyera a Tel Aviv, encabezó en Puebla, como cada año, La Ciudad de las Ideas. En realidad, Ricardo Salinas Pliego era el socio principal de la empresa que traía a filósofos, monjes budistas, científicos e intelectuales de todo el mundo. En una de esas sesiones fue como Bobó Gutiérrez presentó a Roemer con su Pimpinela de Ovando. Él quedó flechado por ella. Le pidió el teléfono y su Facebook. Posteriormente, Roemer les presentó a Mircea, con quien bebieron varios shots de tequila al término de la jornada inaugural. Los grupos se repartieron. Salinas se fue a cenar al Mochomos con un grupo de diez. Entre ellos iba Roemer, quien invitó a Mircea a sumarse a la cena. Salinas desaprobó al invitado con un movimiento de cabeza y empezó a hostigarlo.

—¿Así que eres rumano? ¿Rumano de Rumania o de Cholula?

—De Transilvania —respondió él.

—¡Uyyy! Tenemos al Conde Drácula en la mesa.

Todos rieron, menos Roemer, quien no perdía de vista a Pimpinela, sentada con Bobó y Picha en otra mesa a la que llegarían Edy Bueno, Patricia Rodoreda, Lucio Quintana y Jose Galeazzi. Bobó descorchó esa noche trece botellas de Don Perignon Rose.

Salinas Pliego, mientras tanto, buscaba evidenciar a Mircea, quien había cautivado a Loreto Salinas, su hija, pero el rumano sorprendió a todos al hablar —en un lapso de cinco minutos y con perfecta dicción—, en francés, inglés, italiano, alemán y ruso. Y es que en la mesa se encontraban algunos de los ponentes de La Ciudad de las Ideas.

Roemer le dijo al dueño de Televisión Azteca que el gobernador Rafael Moreno Valle estaba a las puertas del Mochomos para integrarse al grupo. Todos se pusieron de pie, menos Loreto y Mircea, quien aprovechó el momento para tocarle, discretamente, las piernas.

Roemer sentó en la mesa al gobernador y se fue a brindar con Pimpinela y Bobó. Todos se dieron cuenta de que estaba fascinado por la novia de éste, pero el dejar hacer (dejar pasar) era la consigna de ese grupo. Y tenían un lema: “Si no lo recuerdas, no ocurrió”.

El gobernador y Salinas no dejaron de hablar toda la noche, aunque el empresario vigilaba atentamente a su sobrina y al rumano.

—Veo que traes a López Obrador en tu bolsillo —le dijo Moreno Valle a Salinas Pliego.

—Es mi candidato eterno a la Presidencia, pero no va a llegar. Acaba de sufrir un doble infarto. Si la brinca, se irá a su casa a cuidar a su esposa. Yo pagué la cuenta del ABC. Se estaba muriendo.

—¡Nos vamos, tío Richie! —dijo Loreto en referencia a ella y a Mircea.

Y se despidieron tomados de la mano.

(Continuará).

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