23.7 C
Puebla
martes, julio 1, 2025

Un arcoíris en escala de grises… (claroscuros de la comunidad LGBTTTIQ+)

Más leídas

“Aprender cómo respetar y abrazar nuestras diferencias, hasta que
nuestras diferencias no hagan ninguna diferencia en cómo seamos tratados”
– Yolanda D. King

Terminó junio: El Mes del Orgullo, y termina también el único periodo en todo el año en el que las instituciones cambian la institucionalidad de sus fotos de perfiles, para llenarlas de la bandera a colores. Se termina el oportunista discurso de inclusión, de respeto y de tolerancia, se termina la solicitud global de derechos igualitarios, para volver al triste y cotidiano alegato del “pinches putxs”.

Se termina el ‘pink washing’, en donde millones de marcas también –repentinamente– bombardean con coloridas campañas publicitarias dirigidas a un público muy redituable: consumidores con posibilidad económica de realizar ciertos gastos de lujo debido a su característica de contar con un ‘Doble Ingreso y Sin Niños’ (DINK, por sus siglas en inglés). Pero esta es otra historia.

Bueno, con decirle que nosotres mismes vamos ahí por la vida, al menos en una ocasión, escupiéndonos la diversidad de la bandera de manera despectiva; que si pinches lenchas, que tal o cual “se ve bien putx”, que si es@s bisexuales acaparadores, vaya o hasta que las personas trans no son hombres/mujeres ‘reales’… ahhh pero qué tal en la Marcha del Orgullo que se celebró este fin de semana: 800,000 almas bien colorides todes bajo el mismo paraguas.

Pero se termina junio y entonces volvemos a ver los crímenes de odio todos los días, volvemos a leer en las redes los comentarios de: “desviados”, “ridículos”, “antinaturales”, “pecadores”… Despedimos junio y con él se va el furor por volvernos tod@s ‘progres’ en favor de la comunidad LGBTTTIQ+, porque más bien pareciera una estrategia mercadológica o una moda de ocasión, que verdaderamente una convicción de alzar todas las voces en favor del respeto y la libertad para quienes nos atrevemos a amar fuera de la heteronorma. Sí, en pleno 2025 es un acto de valentía.

Como vemos, muy por encima de tantas aristas, el arcoíris –más allá de ser un intenso caleidoscopio– tiene una escala de grises que no nos lleva a una olla llena de monedas de oro, sino más bien a hallazgos un tanto más oscuros: personas violentadas, asesinatos brutales, abuso sexual, discriminación, soledad, rechazo, terapias de conversión o “simplemente” a ser blanco de que nuestra identidad de género y/o preferencia sexual se nos revierta a modo de ofensa. Sí, en pleno Orgullo 2025, hay familias que prefieren no volver a saber de algun@ de sus integrantes -hombre, mujer o quimera-, en lugar de aceptar una simple orientación sexual.

Nunca he sido partidaria del concepto Tolerancia, me parece que es un término que alude a la obligatoriedad, al no hay de otra, al a huevo, pues. Sin embargo, la no menos grisácea RAE -por aquello de que no da su brazo a torcer respecto al lenguaje inclusivo bajo el argumento de que busca evitar el uso genérico del masculino gramatical  (¡!)- define a la tolerancia como: “el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.” ¿Y si empezamos por al menos ser tolerantes –ni modo– con quienes nos rodean?

Junio se lleva consigo el arcoíris y abre paso de nuevo a las grises discusiones, absurdas e interminables, en torno a por qué utilizamos la E, o que si lapidamos al bendito lenguaje al poner una arroba (@) en lugar de la hegemónica “O”, o que si alguien solicita ser llamadx con el adjetivo/pronombre que mejor le plazca, e incluso ventilar, opinar e insultar por a quien cada uno, una, une, decidimos meter a la cama… Y no a la suya, queride Hipócrita Lector, sino a la que cada persona –en pleno ejercicio de nuestra individualidad– elegimos.

En fin, nimiedades…

Más artículos

Últimas noticias