México enfrenta un preocupante aumento en el consumo de metanfetamina y fentanilo, dos de las drogas más adictivas y letales, según el más reciente Informe Mundial sobre las Drogas 2025 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC).
Entre 2018 y 2023, los casos de personas en tratamiento por consumo de fentanilo aumentaron significativamente, mientras que el número de pacientes por adicción a metanfetamina ha crecido de manera sostenida en América del Norte, especialmente en México.
La fabricación de metanfetamina sigue concentrada en centros subregionales como México, Myanmar y Afganistán. Esta sustancia, conocida comúnmente como “cristal”, es un potente estimulante del sistema nervioso y representa el 34 % de los tratamientos iniciados en Centros de Integración Juvenil (CIJ) en 2023. Casi la mitad de quienes han consumido drogas alguna vez reportaron uso de metanfetamina (45.8 %).
El fentanilo, por su parte, es un opioide sintético 100 veces más potente que la morfina. Aunque el número de casos en México aún es bajo comparado con Estados Unidos, los ingresos a tratamiento por esta droga crecieron de 333 casos en 2022 a 430 en 2023, concentrados en estados del norte como Baja California, Chihuahua, Sinaloa y Sonora.
En paralelo, el informe advierte sobre la disparidad de género en el consumo: los hombres buscan tratamiento más frecuentemente por cannabis, cocaína o heroína, mientras que las mujeres lo hacen por metanfetaminas, alcohol y benzodiacepinas. La edad de inicio promedio en mujeres para metanfetamina es de solo 18.8 años, frente a 20.9 en hombres.
A nivel global, el informe señala que 316 millones de personas entre 15 y 65 años consumieron alguna droga en 2023, con el cannabis a la cabeza (244 millones), seguido de opioides (61 millones) y anfetaminas (30.7 millones). La producción e incautación de cocaína también alcanzó cifras récord, con 3,708 toneladas producidas en 2023.
La ONU alerta del “alto costo social” por la falta de atención a los trastornos por consumo de drogas, que en 2021 provocaron casi medio millón de muertes y la pérdida de 28 millones de años de vida saludable. Además, solo una de cada 12 personas con adicción recibió tratamiento.
El documento concluye que se requieren políticas públicas contextuales, mejores servicios de salud y atención social basada en evidencia para contener esta creciente crisis de salud pública.