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miércoles, junio 25, 2025

Cada quien es arquitecto de sus propias creencias

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Tu realidad es la proyección de lo que crees, cambia tus creencias y cambiarás tu realidad.

 Todas nuestras creencias se crean, se mantienen y se transforman dentro de la interacción con los demás.

Son fenómenos colectivos, que se modifican en el contexto social y cultural.

La realidad se construye o se recrea socialmente a través de procesos de institucionalización, es decir, a través de la consolidación de una práctica, de ciertos valores o normas las cuales compartimos o aceptamos para convertirlas en una estructura estable y duradera. Esto aplica para todos, no hay quien se salve, lo más común es que: “no nos damos cuenta”.

Entonces, las creencias se transmiten y se legitiman mediante la interacción social y el lenguaje, convirtiéndose en “realidades objetivas” dentro de una sociedad.

A través de rituales y símbolos compartidos, las creencias refuerzan la moral colectiva y la identidad grupal, contribuyendo a la estabilidad y el orden social.

Por ejemplo, los mexicanos nos reconocemos o nos reconocen en cualquier parte del mundo porque nuestros comportamientos delatan nuestras creencias y formas de ser.

La creencia común u opinión popular representa las creencias por antonomasia y no son debatidas, mientras que existen otro tipo de creencias: las creencias dominantes que se imponen como “verdaderas”.

Las creencias se adquieren principalmente a través de la socialización en grupos familiares, educativos y comunitarios.

La cultura proporciona marcos de referencia que guían lo que se considera creíble o verdadero, y las normas sociales refuerzan la aceptación de ciertas creencias.

Si los seres humanos definen las situaciones como reales, son reales en sus consecuencias. Esto implica que las creencias pueden influir en la realidad social al motivar acciones y comportamientos que las refuerzan, creando profecías autocumplidas.

Con esto, entendemos los fenómenos como el auge de las teorías conspirativas, la persistencia de supersticiones y la relación entre creencias y decisiones políticas, por eso los políticos se dan baños de pueblo para entrar en sintonía con éste y exponer políticas públicas que les den más votos, aunque ganada o perdida la elección quedan guardadas en los calabozos del olvido.

Por ejemplo, a pesar de la confianza generalizada en la ciencia, persisten creencias alternativas y negacionistas -rechazo sistemático de hechos respaldados por la evidencia científica o histórica, que busca influir en la opinión pública para favorecer determinados intereses-, especialmente entre grupos con menor nivel educativo; entre los más ingenuos y analfabetas sociales.

Además, las creencias pueden ser utilizadas para proporcionar sentido y control en contextos de incertidumbre, como en el caso de las supersticiones, que surgen de asociaciones erróneas entre eventos y resultados, que es lo más fácil y cómodo para reafirmarlas.

Por lo tanto, las creencias humanas no solo reflejan la realidad, sino que también la construyen o transforman creando una realidad alterna y hecha a la medida.

Al analizar las creencias desde una óptica social, se pueden identificar los mecanismos que perpetúan o desafían las estructuras de poder, identidad y conocimiento en una sociedad.

Por lo cual, las creencias sociales, culturales y familiares influyen en la formación de la personalidad y el comportamiento de las personas.

Existen un conjunto de disposiciones adquiridas que guían nuestros pensamientos, percepciones y acciones. Estas disposiciones se desarrollan a lo largo de la vida y están influenciadas por factores como la clase social, la educación y el entorno cultural (Habitus).

Por ejemplo, una persona criada en un ambiente donde se valoran las artes clásicas puede desarrollar una apreciación por la música clásica, la literatura, la pintura, etcétera, mientras que otra, criada en un entorno donde se valoran los deportes, puede desarrollar una pasión por el fútbol o cualquier otro deporte en especial. Estas preferencias no son simplemente elecciones individuales, sino reflejo de las influencias sociales del entorno en el que se han formado.

Aquí es donde insisto que las masas no piensan.

También, las normas sociales dictan comportamientos considerados apropiados para cada género. Por ejemplo, en muchas culturas, se espera que los hombres sean asertivos -respetarse a sí mismo, respetar a los demás y exigir respeto de los demás-y las mujeres empáticas -pedirle prestados los ojos a los demás para poder mirar desde esa perspectiva-.

Estas expectativas sociales pueden influir en cómo las personas se comportan y se perciben a sí mismas.

Una mujer que actúa de manera asertiva puede ser vista como “dominante” o “agresiva”, mientras que un hombre que muestra empatía puede ser percibido como “débil” o “emocional”. Estas normas sociales limitan la expresión individual y refuerzan estereotipos de género.

Por otro lado, las creencias familiares juegan un papel crucial en la formación de la personalidad. Por ejemplo, una familia que valora la honestidad y el trabajo duro transmitirá estos valores a sus hijos, nietos y demás generaciones.

Sin embargo, algunas creencias familiares pueden ser limitantes. Por ejemplo, la creencia de que: “mostrar los sentimientos es una señal de debilidad”, puede llevar a una persona a reprimir sus emociones, afectando su bienestar emocional.

Hay también creencias generalizadas las cuales tienen efecto sobre un grupo de personas específico. Por ejemplo, se puede estereotipar a los jóvenes como irresponsables o a las personas mayores como conservadoras.

Estos estereotipos pueden influir en cómo las personas se comportan y cómo son tratadas por los demás. Asimismo, la conformación social puede llevar a las personas a adoptar comportamientos o creencias populares para encajar en un grupo, incluso si no están de acuerdo con ellas.

También los medios de comunicación tienen un poder significativo en la formación de creencias y valores.

A través de la publicidad -la cual esconde una verdad e insinúa una mentira- las noticias y las redes sociales:  se pueden promover ciertos ideales de belleza, éxito y estilo de vida.

Por ejemplo: “La televisión no es un medio de comunicación, ni siquiera de información sino un instrumento de manipulación”.

Otro ejemplo, la constante exposición a imágenes de cuerpos delgados puede llevar a las personas a desarrollar creencias sobre la necesidad de cumplir con ciertos estándares de belleza, afectando su autenticidad, su autoestima y su comportamiento -la estética Barbie vs. la estética Barney”.

Desde el punto de vista sociológico podemos entender cómo nuestras creencias, influenciadas por factores sociales, culturales y familiares, moldean nuestra personalidad y comportamiento.

Al reconocer este juego de influencias, es más fácil cuestionar y redefinir nuestras creencias para promover un desarrollo personal más auténtico y saludable.

 

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