Nota del autor
Los personajes que cruzan esta novela, incluso aquéllos que parecen reales, son absolutamente imaginarios
Trama séptima: La nínfula extraviada
Capítulo 32. ¿Te gusta el tubo?
La revista Intolerancia publicó fotos de Perla en la intimidad. La sesión se realizó en la oficina de un joven pujante y atrevido: Freddy Kirvan, quien tuvo una temporada de amor y sexo con ella. Juan Pablo Vergara escribió el reportaje y rebautizó a Perla como Lolita. La clase política bufó por ella. El alcalde Mario Torrín pidió que el dueño de la revista la invitara a una cena íntima. Ella acudió y cautivó a los presentes. ¿Cuántos estuvieron con ella en la intimidad después de esa noche? Nadie lo sabe. Lo que sí se sabe es que la clientela del Manhattan mejoró ostensiblemente. A Helios Figueroa, maestro de ceremonias del table —hermano de un consejero electoral del INE—, le dio por presentarla como “la exuberante Lolita”.
Raúl Mendizábal iba a verla al principio dos veces al mes. Conforme el amor creció, empezó a ir una vez a la semana. El ritual generaba burlas. “Ya llegó tu galán, Perla Petra”, le decía Chantal. Éste llegaba con regalos baratos, pero cargados de emoción. Ella pedía una botella de agua con azúcar —que simulaba vino blanco, y era cobrada como tal—, y le dedicaba media hora a su noviazgo. Ya en el cuarto oscuro, Raúl le decía que se casara con él, lo que al principio la hacía reír.
Un fin de semana, ella accedió a viajar a Teziutlán. Los padres de él organizaron una comida para recibir a la novia de su hijo. Todo iba bien hasta que a la casa familiar llegó su primo Jorge. Y es que la reconoció al instante.
—¿Te gusta bailar? —preguntó después de la quinta cerveza.
—Claro. Como a todas las niñas de mi edad.
—¿Y te gusta el tubo?
Nadie entendió el sentido de la pregunta, salvo Perla y Raúl, quien le pidió a Jorge que se fuera. No sólo no lo hizo, sino que siguió bebiendo hasta emborracharse.
Cuando Perla y Raúl se despidieron, Jorge le preguntó a bote pronto: Qué onda, Lolita, ¿cuánto me cobras por un palo? Precio de primos, ¿eh?
Raúl estuvo a punto de golpearlo, pero ella lo impidió. Esa noche, hospedados en el Hotel Virreynal, Raúl lloró en sus brazos y se quedó dormido. La humillación lo había alcanzado, y juró vengarse.
(Continuará).