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viernes, junio 20, 2025

De drones inteligentes a gemelos digitales: lo que México no está usando para frenar al narco

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Ghaleb Krame / Pie de nota

El pasado mes de mayo, durante el World Police Summit en Dubái, presentamos un artículo académico titulado Digital Twin Strategies for Countering Cartel Drone Operations: A Policy-Driven Approach, coescrito con mi colega australiana, la Dra. Amanda Davies. El texto —próximo a publicarse por Springer— propone una solución que puede parecer de ciencia ficción, pero que ya es utilizada por agencias de defensa en Estados Unidos, Europa y Asia: el uso de gemelos digitales para anticipar, simular y neutralizar el uso de drones por parte del enemigo.

Un gemelo digital no es un robot, ni un dron, ni un algoritmo mágico. Es una réplica virtual, en tiempo real, de un entorno físico (una región fronteriza, una ciudad, una zona de conflicto) que permite probar escenarios, predecir movimientos y optimizar respuestas tácticas sin necesidad de desplegar personal ni esperar un ataque para reaccionar. Lo que hoy utilizan empresas como Siemens para gestionar puertos o la NASA para simular vuelos, puede aplicarse —y ya se está aplicando— en la lucha contra drones criminales.

Mientras los cárteles de la droga incorporan visión nocturna, navegación autónoma y enjambres coordinados en sus drones, México sigue operando con una lógica esencialmente reactiva: patrullajes al azar, inhibidores de señal limitados y una gran dependencia de inteligencia tradicional. La distancia tecnológica se agranda, no porque falte presupuesto o talento, sino porque aún no existe una estrategia nacional que priorice el uso de tecnología predictiva en tareas de seguridad.

Este artículo no busca describir el futuro: busca evidenciar una herramienta concreta, accesible y probada, que México podría estar usando ya para contener una de las amenazas más asimétricas de este siglo. El crimen organizado ya está volando sobre nosotros. La pregunta es: ¿seguiremos mirando al cielo sin saber por dónde vendrá el próximo dron?

2. El salto tecnológico del narco: drones, autonomía y mini-enjambres

La imagen del dron como juguete de aficionados quedó atrás. Desde al menos 2017, los cárteles mexicanos —en especial el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG)— han integrado drones en sus operaciones de inteligencia, contrabando y ataque. Lo que comenzó como una herramienta para vigilar rutas o mover pequeñas cargas, hoy incluye dispositivos con explosivos, cámaras térmicas, vuelos autónomos nocturnos y operaciones por debajo del umbral del radar (Digital Twin Strategies, 2025).

Estos dispositivos no solo sirven para atacar. También cumplen funciones de ISR (inteligencia, vigilancia y reconocimiento), propaganda y control territorial. En comunidades como Tepalcatepec o Chinicuila, se han usado para intimidar a poblaciones, monitorear patrullas y grabar ataques con fines propagandísticos. Vuelan a menos de 120 metros de altura, evadiendo radares convencionales, y muchas veces operan sin intervención humana directa, gracias a rutas preprogramadas con GPS encriptado y sistemas de vuelo autónomo básico (Grey Dynamics, 2024; Nota Detallada, 2025).

Uno de los casos más representativos fue el ataque en Aguililla, Michoacán, donde se reportó una maniobra coordinada con varios drones simultáneos. No se trató de un enjambre militar sofisticado, pero sí de un proto-enjambre funcional: múltiples drones programados para converger sobre objetivos al mismo tiempo con cargas explosivas. Esta táctica —más cercana a una operación sincronizada que a un ataque improvisado— representó una evolución estratégica frente a las emboscadas tradicionales (Small Wars Journal, 2021).

Además, hay señales claras de refinamiento técnico. La cuenta especializada Pernicious Propaganda, en la red X, ha documentado cómo el CJNG ha incorporado aletas estabilizadoras (“fins”) en los proyectiles lanzados por drones. Esta mejora, propia de sistemas balísticos más avanzados, incrementa la precisión y reduce la dispersión, señalando que no se trata de experimentación aislada, sino de aprendizaje acumulado.

Ahora bien, ¿están los cárteles usando inteligencia artificial? No hay evidencia confirmada de que empleen IA en tiempo real. Sin embargo, su rápida capacidad de adaptación tecnológica —desde módulos térmicos hasta vuelos automatizados— sugiere que podrían estar explorando IA para navegación o procesamiento visual. Aunque sigue siendo una hipótesis especulativa, no es en absoluto improbable (Guerra de drones, 2023; Nota Detallada, 2025).

El alcance del problema no se limita al territorio nacional. Según datos citados por Arizona Public Media y Grey Dynamics, se registran hasta 1,000 incursiones de drones mensuales en la frontera entre México y Estados Unidos. Estas incursiones —a menudo con drones comerciales modificados— tienen como objetivo el contrabando, la vigilancia o incluso la saturación deliberada de defensas aéreas, volando bajo, de noche, y en grupos que dificultan la respuesta coordinada (Arizona Public Media, 2024; Grey Dynamics, 2024).

La amenaza es clara: bajo costo, autonomía creciente, refinamiento táctico y capacidad de adaptación. Una forma de guerra asimétrica que supera la lógica de la persecución y demanda nuevas herramientas: no más rondines al azar, sino simulación predictiva, inteligencia anticipada y entornos virtuales de entrenamiento y reacción táctica.

Ahí es donde entran los gemelos digitales.

3. SEDENA tiene drones, pero no inteligencia predictiva

México no está completamente rezagado en materia de drones. La Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) opera varios modelos avanzados, como los Hermes 450 y Hermes 900, adquiridos a Elbit Systems, y el S-45 Baalam, desarrollado en el país por Hydra Technologies. Estos aparatos tienen buena autonomía, sensores electro-ópticos de alta resolución y capacidad para vuelos prolongados. El Hermes 450, por ejemplo, puede permanecer en el aire hasta 17 horas y llevar una carga útil de hasta 150 kg; el Hermes 900 alcanza las 30 horas de vuelo con 300 kg de sensores, y ha sido utilizado incluso en operaciones de rescate internacional, como durante las inundaciones de 2024 en Brasil. El Baalam, por su parte, ha sido útil en tareas de vigilancia marítima y respuesta a desastres, con 12 horas de autonomía y sensores como radar de apertura sintética (SAR) (Digital Twin Strategies, 2025).

Pero la capacidad técnica no equivale a anticipación táctica. Aunque estos drones realizan misiones ISR (inteligencia, vigilancia y reconocimiento), la evidencia pública sugiere que SEDENA aún no ha integrado estos sistemas a entornos de simulación avanzados ni a esquemas de gemelos digitales. Se utilizan principalmente en operaciones puntuales o como plataformas de vigilancia de ductos de Pemex, no como nodos dentro de una arquitectura predictiva. No hay indicios de que México esté corriendo simulaciones de Monte Carlo para predecir rutas de incursión de drones enemigos, ni que esté empleando algoritmos de detección preentrenados como YOLOv8, que sí están siendo probados por la U.S. Customs and Border Protection (CBP) en escenarios reales (Jocher et al., 2023; CBP, 2022).

A diferencia de países como Estados Unidos, Israel o Corea del Sur —que ya utilizan gemelos digitales para planear misiones, ensayar escenarios y optimizar respuestas en tiempo real— México sigue limitado a uso operativo, no estratégico de su flota no tripulada. No existe, al menos públicamente, una plataforma nacional que combine drones, datos geoespaciales y modelos predictivos para detectar amenazas emergentes como los enjambres criminales o vuelos autónomos no identificados (U.S. Army Futures Command, 2024; Siemens, 2023).

La diferencia no es menor. Usar drones sin un entorno de simulación es como tener patrullas sin mapa. Lo que falta no son dispositivos, sino una arquitectura de inteligencia virtual que convierta cada vuelo en una fuente de anticipación táctica. Y eso, a día de hoy, sigue siendo una oportunidad desperdiciada.

4. ¿Qué es un gemelo digital y por qué importa en seguridad?

Un gemelo digital no es un algoritmo mágico ni un dron armado. Es algo más simple —y más poderoso—: una réplica virtual de un entorno físico, actualizada en tiempo real con datos satelitales, sensores terrestres y flujos de información abiertos. Se trata de una tecnología ya probada en la industria aeroespacial, en la logística de puertos, en el monitoreo de infraestructura crítica, y también, cada vez más, en la seguridad nacional.

Un buen ejemplo es la NASA, que emplea gemelos digitales para simular condiciones de vuelo y detectar fallas potenciales antes de que ocurran en la realidad. Otro es Siemens, que ha desarrollado estos modelos para optimizar puertos y aeropuertos, anticipando cuellos de botella logísticos. En el plano militar, el U.S. Army Futures Command ya utiliza entornos sintéticos que permiten ensayar —virtualmente— miles de escenarios de ataque con drones, prever rutas de incursión y evaluar respuestas tácticas sin arriesgar un solo soldado (U.S. Army Futures Command, 2024; Siemens, 2023).

En seguridad fronteriza, la plataforma europea Copernicus ya aplica gemelos digitales para modelar zonas de cruce ilegal y ajustar la ubicación de sensores o patrullas, con resultados verificables: reducción de tiempos de respuesta y cobertura más eficaz (Copernicus, 2025).

Aplicado al contexto mexicano, un gemelo digital podría simular —con base en datos reales— rutas de vuelo de drones narco, tiempos estimados de interdicción, puntos ciegos del radar, condiciones climáticas adversas, densidad poblacional o presencia de infraestructuras críticas. Todo, sin necesidad de movilizar helicópteros o desplegar tropas. Con herramientas como YOLOv8 o modelos entrenados con imágenes de incursiones reales, también podría integrarse detección automática de objetos voladores no identificados, optimizando así la colocación de sensores térmicos o inhibidores de señal (Digital Twin Strategies, 2025).

En lugar de reaccionar cuando un dron ya ha cruzado la frontera, México podría simular cientos de escenarios en segundos, ajustar sus patrones de patrullaje, y anticiparse a nuevas rutas criminales. En otras palabras, pasaría de la reacción a la predicción.

Y lo más importante: no se trata de una solución futurista. Se trata de una herramienta ya disponible, con software abierto, datasets públicos y precedentes internacionales. Lo que falta no es tecnología: falta voluntad estratégica.

5. ¿Por qué México no ha dado el salto?

México tiene drones. Tiene operadores entrenados. Tiene acceso a datos geoespaciales públicos y a tecnologías de detección asequibles. Pero no tiene una estrategia nacional de anticipación tecnológica. Y esa es la brecha que separa a un país que reacciona de uno que se prepara.

Mientras agencias como la U.S. Customs and Border Protection integran sus cámaras, sensores acústicos y torres de vigilancia con algoritmos de detección como YOLOv8 para alertar en tiempo real sobre incursiones aéreas, México sigue confiando en rondines, inhibidores de señal y operativos visuales. La diferencia es clara: Estados Unidos ensaya escenarios antes de que ocurran. México responde cuando ya es tarde(CBP, 2022; Digital Twin Strategies, 2025).

Países como Corea del Sur y Reino Unido han comenzado a desarrollar simuladores integrados para gestión de amenazas asimétricas, y en Europa, el sistema Copernicus usa gemelos digitales no para imaginar el futuro, sino para corregir el presente. En contraste, en México no hay un organismo que concentre capacidades predictivas: ni SEDENA, ni la Guardia Nacional, ni el Centro Nacional de Inteligencia han presentado —hasta ahora— una propuesta que articule drones, inteligencia artificial, OSINT y simulación virtual como una sola arquitectura operativa (Copernicus, 2025; Siemens, 2023).

A esta falta de integración técnica se suma una fragmentación institucional profunda. Cada fuerza opera bajo sus propios protocolos, con mandos separados, presupuestos desconectados y prioridades que muchas veces responden más al calendario electoral que al mapa criminal. Incluso iniciativas como el S-45 Baalam, desarrolladas en México con tecnología nacional, no han sido integradas a plataformas de simulación ni a entornos sintéticos de entrenamiento predictivo.

El resultado no es solo ineficiencia. Es vulnerabilidad.

Porque los drones del narco no están esperando a que el Estado se ponga de acuerdo.

6. Cinco pasos concretos para anticiparse al narco aéreo

No se necesita reinventar la rueda. La tecnología existe, los modelos están disponibles y los datos pueden integrarse sin necesidad de comprar sistemas cerrados ni depender de inteligencia extranjera. Lo que sigue es una propuesta concreta y escalable para que México pueda pasar de la reacción a la anticipación en materia de drones criminales.

  • Crear gemelos digitales en zonas críticas

Zonas como Tierra Caliente, el istmo de Tehuantepec y los corredores del Río Bravo podrían ser replicadas virtualmente usando datos abiertos del USGS, Copernicus o la NASA. Estos modelos 3D permiten simular rutas de vuelo narco, condiciones climáticas, ceguera radar, y tiempos de respuesta, sin necesidad de desplegar recursos físicos. El ejército estadounidense ya lo hace; México también puede (U.S. Army Futures Command, 2024; Copernicus, 2025).

  • Integrar IA de código abierto para detección temprana

Modelos como YOLOv8, que ya han sido probados por la CBP, permiten detectar objetos voladores con hasta 85% de precisión y una latencia menor a 100 ms. Con entrenamiento básico, estos modelos pueden adaptarse a condiciones locales. No se necesita desarrollarlos desde cero, solo aplicarlos con enfoque operativo (Jocher et al., 2023; CBP, 2022).

  • Alimentar el sistema con inteligencia OSINT

La inteligencia de fuentes abiertas —videos de redes sociales, reportes ciudadanos, patrones satelitales y propaganda criminal— debe integrarse al gemelo digital. Esto permite adaptar los escenarios en tiempo real, actualizar rutas probables y detectar cambios en las tácticas criminales, como nuevas zonas de lanzamiento o pruebas de enjambres.

  • Simular legalmente contramedidas sin violar normas

Muchos métodos de neutralización, como el GPS spoofing o los inhibidores de frecuencia, están limitados por marcos legales nacionales e internacionales. Pero simular su uso en entornos digitales permite anticipar efectos colaterales, validar su eficacia e incluso preparar protocolos de despliegue bajo autorización controlada. Así lo hace la CBP en sus simuladores cerca de Nogales y El Paso.

  • Crear un centro binacional de inteligencia táctica predictiva

México y EE.UU. comparten el problema: los drones del narco no reconocen fronteras. Un centro binacional de simulación e intercambio OSINT —bajo el paraguas de un nuevo capítulo de cooperación Mérida o Bicentenario— permitiría alinear respuestas, entrenar operadores mexicanos y estandarizar alertas. No para compartir soberanía, sino para no cederle el cielo al crimen.

7. Conclusión: lo que no se simula, no se controla

En seguridad, como en medicina o en aviación, la diferencia entre el error y la anticipación está en la simulación. Nadie esperaría que un piloto comercial vuele sin haber entrenado en simuladores. ¿Por qué toleramos que nuestras fuerzas de seguridad enfrenten una amenaza aérea sin haberla modelado siquiera?

México no necesita esperar una tragedia mediática para reaccionar. Las herramientas están disponibles: datos geoespaciales públicos, modelos de detección por inteligencia artificial, simuladores de libre acceso y plataformas de gemelos digitales utilizadas por ejércitos, policías y centros de logística en todo el mundo. Lo que falta no es tecnología, sino estrategia.

El crimen organizado ya opera con drones de bajo costo, navegación autónoma, explosivos optimizados y mini-enjambres rudimentarios. Si el Estado sigue pensando en términos de operativos terrestres y vigilancia reactiva, la desventaja se profundizará. No estamos frente a ciencia ficción. Estamos frente a un retraso institucional que puede resolverse, pero requiere voluntad política y visión multidisciplinaria.

La guerra del narco ha tomado el cielo. El futuro de la seguridad mexicana se juega no sólo en el terreno, sino también en lo virtual. Porque hoy, lo que no se simula, simplemente no se controla.

Ojalá la simulación sirviera para anticipar, y no para justificar políticas absurdas.

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