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sábado, noviembre 23, 2024

La Amante de la máscara japonesa

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Ivonne empezó a engañar a Rogelio el mismo día que éste le entregó el anillo de compromiso. 

Una vez repuesta de la sensación, buscó a Pedro —el exnovio de su mejor amiga— y se quedó de ver con él a las orillas del pueblo. Él llegó en una camioneta pick-up. Iba lleno de cal y de mezclilla. Ella, en cambio, lucía impecable: vestido blanco, zapatillas blancas, ropa interior blanca. Pedro la llevó a una cabañita que le servía de bodega. Ahí, entre sacos de cemento y dos perros callejeros, la penetró durante media hora. 

Los amantes siguieron viéndose mientras Rogelio organizaba la boda. Ella le decía a Pedro que huyeran juntos, pero él la convenció de que se casara. “Seremos amantes toda la vida, mi amor”, le prometió. Una chica sonorense impidió que eso ocurriera, pues se embarazó de Pedro y terminaron yéndose a Caborca. 

Furiosa, Ivonne se casó con Rogelio envuelta en un llanto permanente que éste confundió con una felicidad extrema. Así lo presumió a lo largo de la boda. En todas las fotos, Ivonne aparece envuelta en llanto. Nadie imaginaba lo que pasaba en su interior. 

Fueron de Luna de Miel a Acapulco. Rogelio terminó borracho la primera noche. Ella salió a la costera a tomar aire y conoció a un hombre casado a bordo de un Mustang descapotable que se la llevó a un hotel de paso. Dos días seguidos se vieron. Y cuando empezaba a enamorarse de él, éste tomó carretera con su esposa y nunca más volvió a verla. 

Ya de regreso a casa, Rogelio la empezó a tratar como una reina. Todo empezó a comprarle. Con los años vinieron los hijos y los amantes. En diez años se acostó con una docena de hombres: algunos exnovios, dos compadres de su marido.
Y tres íntimos de sus amigas. 

Hoy se siente deprimida. Los años han pasado y su rostro, sin maquillaje, es una máscara de teatro kabuki. Ha buscado a algunos antiguos amantes para levantar el ánimo, pero el rechazo es el sol que se pone todos los días ante sus ojos. 

Odia a Rogelio como a nadie. Él, en tanto, la sigue amando como el primer día. Ha pensado en matarlo, pero también ha pensado en el suicidio. Un documental que vio en Netflix sobre Marilyn Monroe la influyó en una de sus nuevas obsesiones: las pastillas para dormir. 

En un viaje a Houston compró varias cajas de Nembutal. El letargo que le produce es como hacer el amor en el mar, le dijo a una de las pocas amigas que le quedan. El sueño es su nuevo espacio para la infidelidad. 

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