Visto de lejos, parece una buena persona.
Nadie dudaría que es un buen padre, un buen ciudadano, un buen cristiano.
Su mirada es noble (como la que tenía Marcial Maciel antes de ser señalado como depredador sexual).
Sus lentes le dan un aura de respeto.
El padre Antonio Cabrera fue, hasta antes de este jueves, un modelo a seguir en la Universidad Anáhuac, donde se desempeñó como director de la Facultad de Bioética.
Bioética, dice la RAE, es la disciplina que aplica los principios éticos a las técnicas biomédicas en proceso de desarrollo para salvaguardar la dignidad de la persona y la entidad personal.
(El padre Maciel era ducho en esta disciplina, aunque la usaba en su beneficio al orillar a sus jóvenes víctimas a que lo tocaran sexualmente en aras de aliviar su tensión espiritual).
El padre Cabrera era, hasta antes de su detención, director del Centro Anáhuac de Desarrollo Estratégico en Bioética.
Todo era brutalmente bien en su doble vida hasta que fue capturado en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Venía del extranjero.
Traía encima el jet lag, y algo más: una orden de aprehensión que hasta poco antes de las 4 de la mañana ignoraba profundamente.
¿De qué se le acusa?
De una presunta violación sexual cometida en múltiples ocasiones en agravio de un menor de edad.
Ufff.
En el mejor estilo del padre Maciel.
La justicia corre rápido.
El 14 de enero, la víctima interpuso la denuncia.
El 26 de mayo se generó la orden de aprehensión.
Pero el padre no estaba en el país.
Apenas tocó tierra patria, la policía hizo justicia.
Una justicia terrenal que no conoció en vida el padre Maciel, su benefactor y mesías, quien arde actualmente en el infierno.
El padre Cabrera fue enviado al Penal de Barrientos para ser formalmente imputado del delito en una audiencia inicial, confirmaron autoridades de la Fiscalía.
Ahí vivirá el calvario que les espera a los depredadores de los menores de edad.
Pregunto en Google: ¿Quién es el dueño de la Universidad Anáhuac?
La respuesta me deja inquieto: Marcial Maciel.
Le pregunto a Grok.
Me contesta lo mismo.
El espíritu del padre Maciel está más vivo que nunca.
