Rusia lanzó esta madrugada su bombardeo más intenso sobre Ucrania desde el inicio del conflicto, en represalia por la operación de drones ucraniana contra bases militares rusas. En total, se emplearon más de 400 drones Shahed y entre 44 y 45 misiles golpeando al menos nueve regiones, incluyendo Kiev, Leópolis, Lutsk, Ternópil y Cherníguiv.
En Kiev, la ofensiva dejó al menos cuatro personas muertas —entre ellas rescatistas— y una veintena de heridos; a nivel nacional, se contabilizan unas 50 víctimas. Los sistemas de defensa aérea ucranianos declararon haber interceptado la mayoría de los proyectiles: cerca de 200 drones y alrededor de 30 misiles. El Ministerio de Defensa ruso justificó la ofensiva señalando que fue dirigida a objetivos militares de alta precisión, aunque independientemente, Kiev y Odesa también sufrieron consecuencias en zonas residenciales y estructuras de soporte vital.
El presidente ucraniano Volodímir Zelensky calificó el ataque como un acto de terrorismo y pidió a Estados Unidos y la Unión Europea que intensifiquen la presión sobre Moscú. Pese a esfuerzos diplomáticos en marcha, incluyendo negociaciones mediadas por Turquía, Zelensky destacó que no se han logrado avances significativos.
El bombardeo surge tras la operación ucraniana “Operación Telaraña”, el 1 de junio, en la que Ucrania atacó con drones 5 bases aéreas rusas y dañó cerca de 40 aviones militares. Moscú justificó el bombardeo como represalia legítima por ese ataque.
