20.9 C
Puebla
jueves, junio 5, 2025

Sus ojos eran campos de tallos rotos

Más leídas

Esta vez ya no aguantó.
Después de verse los arañazos en el cuerpo, los moretones, de recordar la rabia en los ojos de su madre jalándole el pelo, arrancándole mechones que se le quedaban entre los dedos…
Pensó en él.
En su primer amor.
En que no podía verlo así.
Qué vergüenza, con todas esas marcas.
Entonces lo supo: no podía quedarse ni un día más.
No en esa casa.
No con esa mujer.
Ni con esos hermanos que, muy machitos, también creyeron que golpearla era parte de su derecho de nacimiento.
Aprovechó una de esas salidas de mi abuela —que en sus intentos de redención regresaba con algún vestidito que ella nunca quería—, echó todas sus cosas en una sábana y se dijo a sí misma: esto se acabó.
Pidió asilo en casa de una amiga, que sin pensarlo la aceptó.
Su madre, claro, no podía creerlo.
—¡¿Cómo es posible, pinche ingrata?!
Salió a buscarla con una foto en la mano.
Y uno pensaría: pobre madre desesperada, buscando a su hija desaparecida…
Pero no.
Decía que la de la foto era una ladrona.
Y que la policía la estaba buscando.
Al final, mi abuela sí la encontró.
Pero ya no la convenció de regresar.
Fue —ahora sí— la enfermedad la que la hizo volver.
A mi madre le tocó cuidarla en sus últimos días.
La diabetes le había costado una pierna, y ya no podía ser la misma verduga de antes.
No con la firmeza que le daba caminar erguida.
Mi madre pensó, equivocadamente, que hasta ahí acababa su historia de servilismo.
Que por fin dejaría de vivir a la sombra de alguien más.
De sentirse un cero a la izquierda.
Pero los patrones son canijos.
Y si no los rompes, se repiten…
Hasta que la lección te sangra.
Y ella sólo había aprendido una forma de vivir:
Como cocinera.
Como sirvienta.
Como mucama.
Calladita.
Así conoció a mi padre.
Y la historia con mi abuela se repitió.
Esta vez sin golpes, pero con la misma lógica de sometimiento.
¡Poco faltaba! Que encima de ser la criada de su propio marido, también la madreara.
Pero no hizo falta.
Con sobajarla y no darle dinero, le bastaba.
Porque el machismo se enseña desde que estás en pañales.
Y para acabarla de amolar, a mi madre se le ocurre parir puras hijas.
¡Con una chingada!
Tres pinches viejas más.
¿Y el apellido del macho alfa?
¿Quién lo iba a heredar?
Pues claro: había que buscarse una amante.
Una que sí le diera varoncitos.
Dos, para ser exactos.
Casi treinta años le tomó a mi madre valorarse.
Entender que ella, sola, había sacado adelante a sus hijas.
Que rogar por dinero para darnos de comer no era normal.
Que enseñarnos a guardar la carne para él no era normal.
Que tener la casa limpia para cuando él llegara no era normal.
Que no poder cuestionar sus malos tratos no era normal.
Él es el hombre.
Y nosotras, como mujeres, teníamos que saber nuestro lugar.
Que su marido fue un rey… o un adorno. No sé.
Que le habría ido mejor como madre soltera.
Que nos habría ido mejor.
A ella. A su autoestima.
A mis hermanas. A mí.
Pero no la juzgo.
Cada quien aprende a su ritmo.
Cada quien aguanta hasta donde puede.
Y aun así, un día, mi madre se armó de valor.
Lo miró a los ojos y le dijo, con todo el peso de su historia:
—Me voy a ir de tu casa. Ya no aguanto más.
Y se fue.
Con todo y miedo.
Pero se fue.
Y por primera vez, sintió que estaba viva.
“Me acuerdo de mi madre todos los días, tal y como le prometí a orillas del Océano. Procuro no mentir.
Los ojos de mi madre eran un despropósito.
Los ojos de mi madre eran los restos de una madre guapa.
Los ojos de mi madre lloraban hacia dentro.
Los ojos de mi madre eran el deseo de una ciega cumplido por el sol.
Los ojos de mi madre eran campos de tallos rotos.
Los ojos de mi madre eran mis historias no contadas.
Los ojos de mi madre eran las ventanas de un submarino de esmeralda.
Los ojos de mi madre eran conchas despuntadas en los árboles.
Los ojos de mi madre eran cicatrices en el rostro del verano.
Los ojos de mi madre eran brotes a la espera.”
Pasaje de “El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes”, de Tatiana Țîbuleac.

Más artículos

Últimas noticias

PHP Code Snippets Powered By : XYZScripts.com