Avanzan los preparativos para el cónclave del 7 de mayo, en el que 133 cardenales menores de 80 años elegirán al nuevo papa tras la renuncia del pontífice Francisco. Este viernes, los bomberos del Vaticano colocaron la emblemática chimenea en el techo de la Capilla Sixtina, uno de los símbolos más reconocibles del proceso de elección papal.
La chimenea será la única vía de comunicación entre el interior del cónclave y el mundo exterior. Tras cada sesión de votación —matutina y vespertina— las papeletas se quemarán en un horno especial. Si no hay elección, se añadirá una mezcla que produce humo negro. Si se alcanza una mayoría de dos tercios (al menos 89 votos), se generará humo blanco, señal de que hay nuevo papa.
Desde el 28 de abril, la Capilla Sixtina permanece cerrada al público para su adecuación. Se han instalado mobiliario, dispositivos de seguridad y sistemas para garantizar el aislamiento total de los cardenales durante el proceso.
Este cónclave es particularmente significativo: el 80% de los cardenales electores fueron nombrados por el papa Francisco, lo que podría influir en la elección de un sucesor que continúe su línea pastoral y doctrinal.
La última fumata blanca ocurrió el 13 de marzo de 2013, cuando el argentino Jorge Mario Bergoglio fue elegido como papa Francisco. Ahora, el mundo católico observa con expectación la elección del nuevo líder espiritual de más de 1,300 millones de fieles.
