Con la colaboración de Ania Morales
Francia optó el domingo 24 de abril por reelegir a Macron como su presidente. Fue así como se realizaron las elecciones en su segunda vuelta, optando por dar continuidad al inquilino del palacio del Eliseo. Emmanuel Macron obtiene su triunfo con un 58.2 por ciento, mientras que Marine Le pen obtiene el 41.8 por ciento de sufragios. Es interesante hacer notar el mayor abstencionismo de la historia de la vida democrática francesa que se mostró en estos comicios.
Los franceses tienen la particularidad de recibir las noticias del candidato triunfador y además de las casas de campañas. Los ciudadanos se reúnen en puntos estratégicos de las ciudades en donde se anuncia el ganador a las 8:00 p.m. Así fue anunciado el triunfo de Macron, festejando sus simpatizantes con gran algarabía. Por el lado de simpatizantes de Marine Le Pen, es obvio que se entiende que existen caras largas y tristes. Por supuesto que lo más emblemático es observar el punto central de la ciudad luz y como los ciudadanos franceses acuden ante la gran dama de hierro donde reciben la noticia de quien es el ganador a la presidencia de la República teniendo como testigo a esa torre Eiffel.
Existen varios puntos a reflexionar con motivo de estas elecciones presidenciales, la simpatía por Macron más allá de las fronteras del país galo en realidad se debe a que potencializó su imagen, mas no hacia su trato dentro de Francia, que para muchos franceses fue desconsiderado y por ende criticado por su extrema arrogancia.
Desde el debate celebrado el miércoles 20 del presente mes, la ventaja del ganador de estas elecciones empezó a tomar mayor crecimiento sobre Marine Le Pen. El debate mostró civilidad y respeto, algo que debemos de entender que las instituciones funcionan mejor a través de ese punto de respeto equilibrado. Sin algún descalificativo entre ellos, se debe advertir que existen posiciones frontales entre los mismos contendientes, aunque había situaciones que por naturaleza misma del tema incomodaban a Macron, como lo son los temas de los chalecos amarillos, el confinamiento y la pérdida del poder adquisitivo para los franceses. Macron salió avante, aunque hubo momentos en que se advertía en su rostro que estaba incómodo e incluso mostraba enojo.
Es interesante lo que sucedió con Marine Le Pen, aunque fue superada por Macron, ella logra desdemoniar temas que le afectan a su imagen y a su campaña, esto es porque afronta su desinterés por Vladimir Putin, baja radicalmente el tono contra los inmigrantes y admite cierta sensibilidad en temas que son espinosos en el contexto de la sociedad francesa como lo es la religión islámica, sin dejar o abandonar una libertad absoluta hacia situaciones en donde la extrema derecha parece en ocasiones fundamentalista. Macron manejó en el debate el mejor conocimiento en cifras económicas y datos de políticas públicas realizadas en su gestión y su tema relativo a Francia en su posición en este momento con motivo de la guerra Rusia-Ucrania dio seguridad y confianza a los franceses. Los temas fueron diversos, pero es ahí en este debate donde el comportamiento del electorado en su mayoría se inclinó para dar el triunfo a Emmanuel Macron.
¿Pero qué sucede con lo vivido este domingo 24 de abril en Francia? Si bien Macron obtiene la victoria en la contienda democrática, sufre un retroceso en el número de electores que tuvo comparado con los obtenidos en el 2017; es cierto que hoy las cifras le dan el triunfo, pero en realidad se muestran puntos débiles para el presidente francés, uno de ellos es que soplan vientos de una derechización preocupante para el actual gobierno neoliberal. Dadas las posiciones existentes, se vislumbra que el comportamiento social empieza también acomodarse en el otro extremo.
Le Pen en su discurso donde ya se había anunciado su derrota, consideró que con motivo de los votos obtenidos en territorios de ultramar, en el campo y en la clase trabajadora se mostraba el malestar que existe en Francia en contra del gobierno de Macron señalando que ellos son los olvidados por el presidente y que con ellos se apoyará para participar en las próximas elecciones legislativas y fijar el contrapeso del presidente francés.
Emmanuel Macron impulsa el querer ser siempre pro europeo y trabajar en equipo, con visión colectiva universalista del rol de Francia. Lo que le sirvió para obtener el triunfo fue el escepticismo de Marine Le Pen para con Europa, lo que debilitó participantes a su favor.
En su mensaje ya como presidente, Emmanuel Macron de inmediato reconoció y agradeció a sus simpatizantes y a quienes votaron por él en esta segunda vuelta para frenar el avance de la extrema derecha, lo que él llamó la creación de muros contra esta fuerza. Lo que llamó la atención es el llamado a la reinvención social sin confrontación y con unidad, situación que en verdad se vislumbra prácticamente imposible pues en junio con las votaciones legislativas nuevamente se va a pluralizar el entorno político francés.
Macron abrió su discurso agradeciendo a sus amigos y compatriotas desde París. Habló de que ya existe una transformación en Francia con una independencia y por una Europa más fuerte. Con tacto político se refirió a aquellos que se abstuvieron de votar por que mostraron en su silencio la expresión de una negación y a ellos también se les debe de responder, así como también a aquellos que votaron por Marine Le Pen.
El respeto a su contrincante independientemente de su rivalidad es una gran muestra de civilidad, sin ningún descalificativo lo que nos impulsa a que debemos aprender de estos comportamientos sociales pues si hay mayor tolerancia a las diferencias o las discrepancias así fortalecemos a las instituciones
Los franceses escucharon como su presidente culmina con un “Viva la República, viva Francia” y por supuesto entonado la Marsellesa.
Interesan estos ejemplos de comportamiento social e institucional de esa vida democrática vivida este domingo en Francia, en donde en paz reeligieron a Emmanuel Macron como presidente de esa República.