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domingo, noviembre 24, 2024

¡En el carnaval el diablo anda suelto!

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Primera Parte 

Nadie puede dar una descripción completa de Huauchinango sin mencionar el día del carnaval. Aludiendo a los actualmente llamados Huehues, se observa un claro acento de felicidad en los narradores de esta “tradición” que hoy por hoy se encuentra en el riesgo más profundo de ser extinta.  

Evidentemente, como menciona René Esteban Trinidad, las comunidades nahuas de Huauchinango y sobre todo en la comunidad de Cuacuila, característica por tener a los mejores “curanderos” de la región o, dicho de otro modo, en donde la ritualidad perene y se aferra como la humedad a la tierra. Existen diferentes modos de ver y percibir la realidad.  

Estas percepciones están cargadas de simbolismos que reflejan la colorida diversidad de pensamiento de los pueblos nahuas de la región.   

Muy distintivo es caminar por las calles de Cuacuila, un pequeño poblado ubicado a unos kilómetros de Huauchinango, en donde el regocijo comienza cuando uno camina hacia el monte, hacia los sembradíos de chile, maíz, cacahuate. Donde el río baña con su oportuna frescura.  

Diferente a las calles de Huauchinango, y sus nuevos modos de generalizar lo ingeneralizable, Cuacuila persiste a muchos factores externos que reclaman su cambio, como es el caso de la ritualidad del martes del carnaval, porque como menciona René, hasta en la ciudad corre el rumor de que, si eres un ixhuhutini en el primer año, debes continuarlo hasta cumplir los 7 años consecutivos, número importante en la cosmovisión nahua.  

Como menciona Boada, y aludiendo a Jackobson, las manifestaciones culturales tienen una forma de reinventarse, los pueblos indígenas reajustan sus contextos para mantenerse vivos, y uno de estos reajustes es el quehacer poético de cada cultura.  

El lingüista y antropólogo de la religión, René Esteban Trinidad, realiza un importante recorrido diacrónico de las representaciones nahuas, el discurso ritual y la visión del mundo para los nahuas de Cuacuila. Expresión cultural que se manifiesta en la ritualidad del carnaval y su desarrollo histórico en dos épocas cúspides: la década de 1980 y la revitalización con un nuevo sentido y “aspecto fisionómico” del año 2014.  

La vida ceremonial y las manifestaciones altamente teocráticas como menciona Octavio Paz, son representativas en la super área cultural mesoamericana. Lo que muchos observan como ritualidades extremas, para los nahuas son verdades que laten y se impregnan en el día a día de la cosmovisión de los pueblos. Desde los andes; la lectura de la hoja de coca, el sakkeluu ofrendando al cóndor en Colombia, las danzas de fertilidad como el tinku para los aymaras, quechwaskichwas  hasta el carnaval de los cuatro vientos para los nahuas de la sierra norte poblana.  

Sin duda alguna, las migraciones, tal como se ve reflejado en la lengua, en las manifestaciones culturales y artísticas generan cambios importantes en el repensar de la cultura. 

Algunas de las manifestaciones culturales de los nahuas se han venido alimentando con el paso del tiempo, generando sincretismos dados por las nuevas situaciones y contextos bajo los cuales están expuestas las formas de organización de los pueblos nahuas de Huauchinango, con la denominación de Pueblo Mágico, como menciona el autor, se pone sobre la lente las prácticas culturales de los pueblos nahuas.  

Cuacuila se encuentra a 5 minutos de la cabecera municipal de Huauchinango, muy cerca, pero con una distancia cultural importante, que aún se puede observar. 

Estas diferencias culturales son continuamente juzgadas y mal interpretadas por algunos jóvenes de la ciudad de Huauchinango, generando cierto racismo al que se expone la diversidad en México. 

Este trabajo etnolingüístico-antropológico que realiza el autor proporciona una importante fuente de análisis para algunos especialistas, ya que el autor logra penetrar en una de las intimidades de la cosmovisión nahua, acercándonos, a conocer la ceremonia ritual del carnaval.  

Como menciona Esteban Trinidad: en Cuacuila… 

“La interacción con otras culturas ha desatado una inclusión de elementos culturales dentro del sistema propio”. (Esteban, 2017:2) 

A esto, también llamado; proceso de aculturación, que para el caso particular de Cuacuila ha sido doblemente potente, proceso migratorio que desde 1977, según el autor, realzó a la comunidad de Cuacuila, colocándolo en la cúspide de migrantes de la región de Huauchinango. Con una población migrante mayor al 20% de sus tres mil habitantes según cifras oficiales de los últimos años. Los procesos de aculturación se han desencadenado gradualmente, uno de los temas más comunes es el del uso de la vestimenta tradicional.  

 Se conocen casos de mujeres que se han ido de Cuacuila y por algunas razones de discriminación, no vuelven a ocupar las enahuas, ni la faja o el tradicional quexquémitl. También se tienen registros en donde los hombres que regresan después de pasar una temporada de trabajo arduo en los Estados Unidos y habiendo construido su casa de adobe en Cuacuila o de mampostería, con ventanales de aluminio y cristales, no permiten que la mujer ocupe las enahuas, “…porque las mujeres de allá no las ocupan”.  

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