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miércoles, julio 2, 2025

Los cuatro minutos en que Cuauhtémoc Blanco quiso violar a su media hermana

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Como en una película de Brian de Palma, cuajada en el suspenso y en la incertidumbre, cuatro minutos fueron cruciales en la trama que le quita el sueño al exfutbolista Cuauhtémoc Blanco.

Los excelentes reporteros Zedryk Raziel y Elvia Castillo Jiménez, de El País, se metieron en los legajos húmedos de la carpeta de investigación y narraron una historia que tiene hundido en el insomnio al también exgobernador de Morelos: la historia de cómo éste quiso poseer sexualmente a Nidia Fabiola, su media hermana.

Todo inició una noche de diciembre de 2023, luego de una fiesta en la residencia oficial del gobierno de Morelos —donde Nidia Fabiola tenía una habitación propia.

Ella se encontraba en su alcoba cuando el ídolo de algunas diputadas federales morenistas —en particular Maiella Gómez—intentó romper —en plena madrugada— la puerta de la habitación.

¿Qué pasó después?

He aquí el relato de los reporteros de El País:

“La mujer se despertó asustada por los golpes y los arañazos en la manija. Al acercarse a la puerta, advirtió que era su hermano. Abrió y le preguntó qué pasaba. Blanco irrumpió y cerró de un portazo. Nidia Fabiola retrocedió, según la denuncia, en la que especifica que le notó ‘con aliento alcohólico, en un estado de desesperación y ansiedad, con los ojos rojos’. Luego ocurrió el intento de violación.

“La denuncia precisa que Blanco la arrinconó en la cama, la sujetó de los hombros e intentó besarla en la boca, le tocó los senos y quiso arrancarle el pijama. La mujer forcejeó, lo empujó, escondió la cara, mientras él insistía con los besos. Ella comenzó a gritar e intentó razonar con él, hacerle notar que era su hermana, y que afuera de la habitación había personas oyéndolo todo. ‘¡Afuera está tu gente muy cercana y tu seguridad! ¡Date cuenta lo que estás tratando de hacerme! ¡Vete de aquí, cabrón!’. Él, lejos de amilanarse, la insultó e insistió más, con más violencia.

“‘Cuauhtémoc, al ver que estaba gritando y que ya me había levantado de la cama, estando parada, pegada a los pies de la cama y que no me dejaba, me volvió a tomar de un brazo con mucha fuerza y después me sometió en la cama nuevamente, sujetándome de un brazo’, dice la declaración. Nidia Fabiola peleó con fuerza. ‘Yo, estando bocarriba con el otro brazo, le empiezo a dar de puñetazos en el cuerpo y algunos en la cabeza, y [él] con su otra mano me quiere tapar la boca para que dejara de gritar: ‘¡Déjame, cabrón, suéltame! ¡Ayuda!’. Y él encima de mí tratando de violarme […] yo me movía dando manotazos y lo empujaba con mis brazos y piernas para alejarlo de mí. Fue así que logré que se separara de mí, por los golpes que le di y (los) gritos que estaba dando’.

“Blanco se marchó furioso, dice la denuncia. Tras su salida de la habitación, Nidia Fabiola trabó la puerta con una silla, por temor a que el gobernador intentara volver a entrar. ‘Y me pongo a llorar, a temblar de miedo e impotencia sin saber qué hacer ni a quién llamar, ni a quién acudir. Estaba muy asustada, confundida de lo que me había hecho Cuauhtémoc, lo sorprendida [de] que a él no le importó que fuera yo su familia o hermana’, narró a la Fiscalía. No pudo conciliar el sueño. La fiesta en la residencia oficial del Gobierno duró hasta las siete de la mañana. El relato registra con detalle cuál era el vestuario de Blanco, y hace énfasis en su playera desgastada. ‘Casi siempre, cuando llegaba a la residencia a tomar al grado de emborracharse, fumar, se ponía esa playera’, precisa la acusación.

“Nidia Fabiola explicó que tardó algunos meses en acudir a la Fiscalía porque estaba ‘asustada, con sentimientos de dolor, rabia, confundida, impotente de lo que pasó’.

“Desde la tribuna del Congreso federal, Blanco se refirió este martes al tiempo que le tomó a su hermanastra presentar la denuncia para intentar deslegitimar las acusaciones. ‘Después de seis meses la señora presentó esta demanda en mi contra’”.

Hasta aquí la brutal historia.

En efecto: el ídolo de las feministas que le gritaron que no está solo hace unos días —él no, pero la víctima sí— ha sido muy enfático en referirse a su media hermana como “la señora”.

Es lo mismo que hacen los violentadores cuando se refieren a sus víctimas.

Es una manera de invisibilizarlas y de anularlas.

Una vez que culminó la inédita defensa de las diputadas que lo cobijaron, en San Lázaro, nuestro personaje se fue diciendo una y otra vez “estoy cansado”.

Y claro que debe estarlo.

Más allá de sus protectoras (qué pena), el fantasma de lo que le hizo a su media hermana lo persigue a todos lados.

Contra eso, oh, Raskolnikov, nada se puede.

En México le llamamos remordimiento.

En otros lados, pensamiento obsesivo.

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