El arte de reaccionar ante lo imprevisto no es fácil, y menos cuando se trata de una relación como la que comparten México y Estados Unidos. La vecindad, en estos términos, es un desafío constante: es inevitable, pero debe ser gestionada con astucia, porque no se trata solo de acuerdos comerciales o económicos, sino de responder a una presión constante, siempre lo ha sido. Trump, solo la exacerba demasiado.
Claudia Sheinbaum, frente a las múltiples demandas de Donald Trump, ha optado por una estrategia que algunos califican de prudente, otros de cautelosa y otros más de moderada y sus enemigos políticos de tibieza. A mi, me parece es la respuesta adecuada, para este momento, porque la relación entre México y Estados Unidos siempre ha sido complicada y tensa, porque ellos se debaten entre un poderío que está disminuyendo y eso, les da pánico.
Sheinbaum ha evitado confrontaciones directas con Trump, buscando equilibrar la soberanía nacional con la cooperación en temas delicados. En migración, ha logrado mantener la firmeza sin cerrar completamente las puertas al diálogo, pero ¿es suficiente para defender la autonomía de México? En narcotráfico, su propuesta de cooperación equitativa parece razonable, pero ¿está México asumiendo demasiados riesgos al no exigir responsabilidades más drásticas de Estados Unidos, especialmente en el tráfico de armas que perpetúa la violencia en nuestro país?
Algunos piensan que la prudencia de Sheinbaum conlleva sumisión. Pero, no son lo mismo. La prudencia es una arma estratégica, para no caer en los riesgos de la confusión y la desesperación que conlleve a aceptar lo que quiere Trump.
Trump ha presionado a México en varios frentes: desde la migración, con amenazas de aranceles, hasta el narcotráfico y el tráfico de armas, que siguen siendo temas de fricción. En lugar de responder con confrontación. Hemos observado a una presidenta, segura, fría y firme que ha elegido la negociación. Su estrategia no es rechazar la cooperación, sino equilibrar la defensa de la soberanía nacional con la necesidad de encontrar soluciones comunes. Pero, ¿es suficiente?
La pregunta clave aquí no es si su estrategia es una “resistencia negociada“, sino si México puede permitirse ser tan moderado en un momento en que las tensiones globales y las presiones externas son cada vez más intensas. ¿Estamos realmente asegurando nuestra soberanía, o estamos cediendo demasiado para mantener una fachada de diplomacia?
Uno de los puntos más polémicos de la estrategia de Sheinbaum es la migración. Trump exige que México se encargue de frenarla, sin asumir responsabilidades sobre la situación que su paìs contribuye a generar. Aquí Sheinbaum se ha mantenido firme, pero sin romper totalmente con la cooperación. ¿Es esto una postura digna de un país soberano o una manera de evitar una confrontación que podría dañar nuestras relaciones económicas?
Los analistas expertos en política bilateral, concluyen que en el caso del narcotráfico, Sheinbaum ha sido inteligente al recordar la postura tradicional mexicana que postula una cooperación equitativa, exigiendo que Estados Unidos también asuma su parte de responsabilidad, no solo en el consumo de drogas, sino también en el tráfico de armas que alimenta la violencia en México. Este enfoque pragmático podría parecer sensato, al reconocer que estos problemas requieren cambios más drásticos de parte de su vecino del norte,
Finalmente, estamos viendo a una presidenta estratega que apuesta por la resistencia prudente y la diplomacia estratégica.
La inteligencia mexicana, está en no caer en provocaciones, pero tampoco ceder a las demandas unilaterales que podrían poner en peligro nuestra soberanía. La diplomacia puede ser eficaz, pero su verdadero valor radica en lograr resultados justos para todos los mexicanos, no solo para evitar conflictos inmediatos. Esto es lo que la Presidenta Sheinbaum está haciendo, esta construyendo equilibrio entre la diplomacia pragmática y la defensa de los intereses nacionales, sin caer en la sumisión a demandas unilaterales.