Más de 30 personas fueron detenidas en una operación federal que relaciona directamente al mundo del baloncesto profesional con redes de apuestas ilegales patrocinadas por la mafia italiana.

Entre los arrestados figuran figuras de la NBA como Chauncey Billups —actual entrenador de los Portland Trail Blazers— y Terry Rozier, jugador de los Miami Heat. Las familias criminales involucradas incluyen a los syndicates Bonanno, Gambino, Genovese y Lucchese, que presuntamente usaron tecnología avanzada —mesas de rayos X, gafas trucadas y barajadoras manipuladas— para manipular partidas de póquer y apuestas deportivas.

El caso revela un esquema complejo que combina filtración de información interna de la liga —como datos médicos o minutos de juego— con el favorecimiento de apuestas millonarias.

Según la acusación, Rozier habría comunicado a co-conspiradores que abandonaría un partido en marzo de 2024, lo que permitió realizar apuestas “prop” con ganancias sustanciales.
Billups, por su parte, es señalado por colaborar como “carta de presentación” para atraer apostadores adinerados hacia partidas amañadas.

Tanto la NBA como las autoridades federales señalaron que este caso pone en riesgo la integridad del deporte y exige medidas profundas para restaurar la confianza.

Para entender el alcance de este entramado, Javier Suárez, analista en economía del deporte, explicó:

“Estas redes aprovechan la exposición pública de la liga y la convergencia entre apuestas legales e ilegales. Cuando jugadores o entrenadores filtran información clave o alteran su participación en un partido, se crea una brecha ética y legal que afecta la reputación y el valor de la competición.”

Suárez destacó que el daño es doble: por un lado, se atenta contra los principios fundamentales del deporte —como el mérito y la imprevisibilidad—; y por otro, se comprometen las relaciones comerciales de la liga con patrocinadores y operadores de juego legal.

“Si la NBA se ve implicada en escándalos de este tipo, podría reducirse la confianza de la industria del juego regulado —hoy al orden del 38 % de los estados de EE.UU.— y aumentarían los costos de supervisión”, apuntó.

Fuentes internas de la NBA confirmaron que tanto Billups como Rozier han sido suspendidos de sus funciones mientras se lleva a cabo la investigación.
La liga enfatizó que “la integridad de nuestro juego es nuestra máxima prioridad” y que colaborará plenamente con las autoridades.

La investigación, que abarca al menos 11 estados de EE.UU., sigue abierta.
Las autoridades federales anticipan que nuevos cargos podrían anunciarse en las próximas semanas.

El desafío para la NBA será no solo sancionar internamente a los implicados, sino reforzar sus protocolos de prevención, ética deportiva y colaboración con entidades reguladoras de apuestas.

Como lo resume Suárez:

“La única manera de superar este golpe es actuar con transparencia, auditar los vínculos entre jugadores, apuestas y crimen organizado, y recuperar la confianza del público y los patrocinadores.”