Donald Trump está poniendo en juego, ahora como presidente y como lo hizo en su anterior gestión del cargo, lo que le ha funcionado desde siempre: intimidar y soltar presión poco a poco, dependiendo de la fuerza o ingenuidad del oponente.
La táctica es: me voy a lo más alto y sedo de acuerdo a como se deje el opositor.
Los políticos, en general, van adquiriendo experiencia con base en su formación y los golpes bajos que reciben, los apechugan con dolor en un principio y con cinismo, conforme van avanzando.
A mayor confrontación valiente, mayor colmillo político o negociador.
El ser humano está acostumbrado a permanecer en su zona de confort en la medida de lo posible, pero cuando algunas contingencias los sacan de esta zona cómoda, entonces es cuando se atreven a poner en juego, con los tamaños que tienen, toda la reserva y potencial con el que cuentan, el cual permanece somnoliento en tanto no se presentan las crisis, que en situaciones normales no se atreven a enfrentar o a generar.
Donald Trump lo sabe, porque toda su vida lo ha practicado, y ahora siembra para cosechar las ganancias que recoge de aquellos que se dejan maniatar.
Algunas de las tácticas más conocidas que Trump ha utilizado en el pasado para influir en situaciones o personas son las siguientes:
Tiende a adoptar un enfoque agresivo en las negociaciones, utilizando tácticas de confrontación y presión para obtener lo que quiere.
Trump ha sido conocido por halagar a alguien antes de criticarlo, creando un sentimiento de aprecio seguido de descontento que puede llevar a la otra persona a querer recuperar su favor.
Utiliza información errónea o exagerada para persuadir a otros y hacer que tomen decisiones basadas en premisas falsas. “Esconder una verdad e insinuar una mentira”.
Es conocido por el uso de discursos provocativos y polémicos para influir en la opinión pública y presionar a sus oponentes.
Fomenta divisiones entre grupos o individuos para debilitar su posición y tener más control sobre la situación.
Ha sabido aprovechar los medios de comunicación para promover su agenda política y dar forma a la narrativa pública a su favor.
Trump es conocido por construir narrativas convincentes que pueden no estar completamente respaldadas por la realidad para influir en la percepción pública.
A menudo adopta una postura inflexible y se muestra reacio a ceder en sus posiciones, lo que puede generar confrontaciones y estancamientos en las negociaciones.
También, la posibilidad de consecuencias negativas o represalias si no se actúa de cierta manera puede ser una herramienta de manipulación empleada por Trump.
Con base en el poder que ostenta, suele basar sus negociaciones en la autoridad, en lugar de buscar soluciones consensuadas y equitativas.
En términos generales, la manipulación en la política es perjudicial y va en contra de los principios éticos y democráticos.
Por poner un caso aislado: en México, existen formas de cómo se aplican tácticas manipuladoras en el ámbito político.
Propagar información falsa o engañosa para influir en la opinión pública y en las decisiones políticas.
Hacer promesas exageradas o imposibles de cumplir con el fin de ganar apoyo popular, sin tener la intención real de llevarlas a cabo.
Utilizar amenazas implícitas o explícitas para presionar a oponentes políticos o a la población en general.
Fomentar la división entre grupos sociales, étnicos o políticos con el objetivo de debilitar la oposición y mantener el control.
El uso indebido de recursos públicos o sobornos para obtener ventajas políticas o mantener el poder.
Es importante recordar que estas tácticas no siempre son efectivas ni éticas, y pueden generar división y conflictos en lugar de promover soluciones constructivas.
No vamos muy lejos, los partidos de oposición en México ya lo comprobaron pero no aprenden.
La negociación política exitosa suele requerir un enfoque más colaborativo, centrado en el diálogo, la empatía y la búsqueda de puntos en común para encontrar soluciones mutuamente beneficiosas.
Por esta y muchas más razones es fundamental promover la transparencia, la participación ciudadana y la rendición de cuentas en la política, para prevenir y combatir cualquier intento de manipulación.
En lugar de recurrir a prácticas manipuladoras, es esencial fomentar un diálogo abierto, respetuoso y basado en hechos para construir una sociedad más justa y equitativa.
“¿Me están oyendo inútiles?”