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viernes, abril 26, 2024

Zopilotes Inc.

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Pues sí, como diría Jack Palance —en voz del actor y locutor Rubén Moya— “Aunque usted, no lo crea”. Y aunque usted no lo crea, la zopilotada se soltó desde el martes por la tarde noche y toda la mañana del miércoles 14, bots, políticos de oposición, principalmente panistas; derechistas seguidores de la Vela Perpetua y del Santo Prepucio (por cierto, este sí existió en el contexto católico en la Edad Media y no es broma), además, de los amanuenses de Ignacio Mier, Claudia Rivera, Fernando Manzanilla se dieron vuelo con la tragedia que azotó a Puebla tras el fallecimiento de Miguel Barbosa.

No, no supieron respetar el duelo.

Comenzaron a aletear.

Algunos se sobaron las manos, como moscas en las heces, haciendo futurismo político. Pensando que regresarán por sus fueros a hacer lo que siempre han hecho que es nada, bueno sí, regresan a pegarle al erario, a vivir de la intriga y sacar provecho.

Lo cierto es que aún no se han dado cuenta que la estructura del barbosismo no es la misma estructura del morenovallismo. Es más, diría López Obrador: “no son iguales”.

Qué mal se leyeron hasta diputados federales como un tal Villarreal que es panista que festinó el fallecimiento de Miguel Barbosa. O algunos que se hacen graciosos en redes sociales con sus personajes que alaban a Manzanilla.

Alejandro Mondragón escribió una columna muy clara y concisa respecto a los futurismos políticos al llamara esa piara: canallas. Bien lo dijo Mondragón y solo lo parafraseamos aquí: “hay una estructura en Puebla que es fuerte y que se creó en el barbosismo”.

Muchos que fueron señalados por corruptos, encarcelados, juzgados y denunciados quieren aprovechar la pérdida para gritar que regresaron por sus fueros, pero no, no siempre es así.

Las investigaciones que se iniciaron en la Fiscalía General de Puebla estaban sustentadas, porque no solo había indicios de corrupción, tráfico de influencias, robo al erario, enriquecimiento ilícito y asociación delictuosa; las pesquisas iban ya muy avanzadas y sostenidas con datos duros y documentación.

Hay evidencia.

Barbosa, como dijimos, era duro, pero si algo hizo fue combatir la corrupción. Ahora que los empleados y escribas de los acusados quieran salir a llenar las redes con su rencor, envidia y bilis, como los ha caracterizado, está totalmente fuera de lugar.

Sobre todo, porque sus denuestos son dictados desde personajes oscuros de la política. No son crítica (palabra que viene de critérium, es decir criterio) sino del pastelazo, del chiste fácil y del albur barato de alguna pulquería o piquera de ahí de la 16 Oriente y 3 Norte, contra esquina del mercado de los mariscos.

Por ello es una estupidez decir “crítica constructiva”. Eso no existe. No hay envidia de la buena y de la mala. No es colesterol, señores, por favor. Ese sí hay del bueno y del malo.

Pero regresemos y no nos desviemos tanto como niños TDAH.

No se soltaron los demonios, frase del lugar común. Más bien se soltaron los zopilotes o los canallas (Mondragón, dixit).

Hubo en la Puebla reciente un boom en el periodismo que se basa en la descalificación sin sustento. Pastelazos. Guerra de bacinicas. Quien lo instauró fue un conocido personaje que aún vive en Tepexi de Rodríguez de apellido Rueda. Para los políticos que carecen de cultura —al menos general, no pedimos más— para el público del burócrata que está acostumbrado a beber Magno y escuchar a Camilo Sesto y decir que es muy “bohemio”, para ese público sí es ese tipo de lecturas.

Del sensacional de luchas al de chafiretes.

La academia, el rigor periodístico, eso es para viejitos, según ellos. Por ello es por lo que los amanuenses del debilitado grupo que festeja la muerte de un mandatario inundan las redes sociales.

Y por eso, los propios bots de esos grupos se responden entre ellos mismos.

Es un fenómeno que hay que analizar con lupa.

Y que tiene que ver con la falta de lecturas de sus propios jefes.

Bueno, Manzanilla solo lee pura filosofía barata de autosuperación.

Ignacio Mier habla de un libro escrito por Julio César llamado El Rubicón.

Claudia Rivera solo le alcanza para leer las rebajas de la papaya maradol en Chedraui.

Que Chespirito (su alter ego) los redima.

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