Dicen los duchos en política que la encuesta madre ya fue levantada y que los resultados ya están listos para darse a conocer el próximo lunes. No hay nada ya que hacer. Al licenciado Fojaco le sudan sus ambas manos porque por más que desvió recursos, por más que engañó, por más que obligó a los trabajadores de alguna dependencia pública, por más que subió fotos con los más conspicuos lectores de noticias poblanos y nacionales, los números, al parecer, nunca le alcanzaron.
Ya sólo espera que el vientecillo de la Rosa de Guadalupe cambie los resultados y de su dos por ciento de conocimiento y de aceptación se eleve a 300.
Eso sí, gastó muchísimo dinero en encuestadoras. Todo en efectivo. Comenzó por Mientofsky y terminó hasta con Pepe Cucharas.
Muchas empresas demoscópicas ofrecieron tres paquetes de encuestas como es el famosísimo “Pa’ quete-crean” que consiste en:
Un sondeo mensual; una encuesta telefónica; menciones con los mejores columnistas de los diarios más corruptos de todo el país y de la región poblana (el soborno se cobra por separado); posicionamiento con el hashtag #yaesFojaco; encuestas y más encuestas para publicar hasta cuando todos duermen, porque la percepción es realidad.
También le habían ofertado el “Pa’ quete-conozcan”, que resulta más económico: un PowerPoint en el que de pronto empatas a los punteros en la encuesta cuando tú lo solicites; 10 arbolitos; tres gráficas de pastel (con rasca huele aroma a chile en nogada o guaxmole de caderas, según la temporada); una botarga de Mario Delgado con ojos bien saltones para que te acompañe a tus giras por el mercado La Cuchilla y dos espectaculares cortesía de Revista 360 Grados Instrucciones para vivir en Puebla; también tenemos libros de Litio, por si gustan.
Y finalmente, el “Pa’qué mealcanza”, el más barato de todos los ofertados por las compañías de encuestas y que sólo consiste en una visita romántica de la influencer Wendy Guevara.
Fojaco contrató los tres tipos de promociones y es por eso por lo que aparece en todos los diarios y todos los sondeos que existen y existirán, pero sabe en el fondo que ya no hay mucho qué hacer. El gran elector, el Fernando Valenzuela, de la política nacional, ya hizo sus lanzamientos en cada una de las nueve entidades federativas.
“Pinches matraqueros que me contrató Manubrio”, piensa en voz alta, mientras juega con su vaso old fashion en la mano. “Nada más me engañaron”.
Cae la lluvia sobre su oficina, el búnker fojaquista. Mira hacia el frente mientras le da un sorbo a un whiskey que parece té de manzanilla porque ya se le deshicieron los hielos. Al darle un trago parece que sabe a meados de perro, pero se lo traga por el resentimiento.
“Tanto dinero gastado, ¿para qué? Por poco no entro en la lista nacional para ser evaluado y al final el Consejo Nacional del partido me tuvo que meter con calzador. Esto me lo va a pagar Manubrio muy caro, nada más me bajó dinero y yo que le hice caso hasta con la frase del elefantito y de que me voy a comer un chorizo toluqueño… ”.
Desde que se comenzó a mencionar que la encuesta madre ya estaba lista desde el fin de semana pasado, a Fojaco ya no le marcaban y su WhatsApp estaba desierto. Sólo la lista de lo que tenía que pasar a comprar que le había mandado su esposa en el que estaba hasta papel picado para el Halloween de los niños.
Sus amantes, todas, regresaron misteriosamente “a mi pueblo, papi; tengo que ver a mi familia, ¿me prestas para llevarles algo, bebé? Un regalo, algo sencillo, no sé”.
Fojaco se queda dormido en espera de que la Rosa de Guadalupe haga el milagro. Al fin, siempre fue muy católico y toda su corruptela la depositó “en las manos de Dios”.