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sábado, noviembre 23, 2024

¿Qué se juega en esta elección y por qué tanto nerviosismo?

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Fue Alejandro Armenta quien pidió la cabeza de un periodista en esta larga contienda interna de Morena. Fue el senador quien desenfrenado le dijo a Luis David García, director de Paralelo 19, cuando algo le preguntó en una conferencia de prensa: “estás en la mira”. Lo mismo ocurrió cuando a un reportero de Periódico Central le dijo: “te falta raciocinio”. 

Venimos de un gobierno en el que ya se encarceló a un periodista, se levantaron casi 976 carpetas de investigación, se acusó desde el púlpito de una conferencia de prensa que hasta se vendían niños en el DIF, sin que hubiera prueba alguna.  

Eso es lo que se juega en esta contienda y por ello tanto nerviosismo. Es regresar a la política de “nalgas a la pared” en la que se traicionan entre todos; o a quien quiere opinar o disentir, sin la molestia del típico jefe de prensa que manda el mensaje de: “amigo… no te pago para que me pegues”. O una llamada de más alto nivel para decir: “ya sé que estás con… está bien tú dices… que te paguen ellos, ¿eh?”. 

Lo malo de esa política o ese estilo de gobierno es que se polariza, se divide la gente, con tal de salvarse se traiciona, se acusa y se crea una especie de Síndrome de Estocolmo. Se encariñan de sus captores y le comienzan a ver atributos que no tenían.  

El periodismo se convierte en un álbum de canciones que se debe cantar como lo marca quien tiene la batuta y cuando se acaba esa época de persecución, las culpas y la sensación de cruda moral es muy grande. Se generan enemigos donde no los había.  

Hay dos opciones: O se regresa al pasado reciente o se avanza.  

Por eso tanto nerviosismo, porque se juega mucho en esta elección.  

Marinismo o morenismo, pues. 

En fin, no se desesperen, falta un día para el gran destape. 

Lo que se escriba hoy y mañana antes de la versión oficial es de chocolate, es propaganda. 

La cual ya no sirve de nada para los fines de la gubernatura, habrá que ver qué decidió el inquilino de Palacio Nacional, pues es su movimiento y es quien sabe a quien entregar la estafeta gubernamental con base en atributos que no sólo es ser el más conocido, sino con ser más leal y comprometido. 

No se valorará ni le irá bien a aquel que ha filtrado que se iría, incluso, a otro partido en caso de no ser el elegido. 

Lo que se juega no sólo es el candidato de Morena sino prácticamente al próximo gobernador. 

Eduardo Rivera Pérez será la primera vez que contenderá sin padrinos políticos. Irá solo a la contienda con sus operadores de siempre. En el 2010 ganó la presidencia municipal capitalina por el arrastre de Rafael Moreno Valle y el rechazo al escándalo Marín-Cacho. 

En el 2018, el panista perdió por la fuerza de López Obrador. En 2021 ganó porque Miguel Barbosa Huerta operó contra Claudia Rivera Vivanco. Además, siempre hubo simpatías entre el morenista y el panista. Lo visto no es juzgado.  

En esta elección, Xóchitl Gálvez no es una opción de oposición y sólo contaría con el antiobradorismo —situación que no es menor porque existe—y sólo si un aspirante de Morena que no haya quedado como candidato decida traicionar a su partido podría darle buenos bonos.  

Que salgan a relucir las inyecciones de miel, por ejemplo. 

Se nota que ya no hay gobernador que cuide a Rivera, muchos políticos de Morena critican al alcalde por el tema de la inseguridad. Es evidente que ya no hay ese manto protector. No estamos diciendo que haya una guerra del actual gobernante, simplemente que ya no se nota esa complicidad perversa que existió en el pasado reciente. 

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