Qué difícil ser la dirigente del PAN estatal y que nadie te haga caso. Qué terrible es llamar a tus diputados para que elijan a tal o cual coordinador de tu partido en el Congreso y que de plano ya ni te tomen las llamadas.
Qué horrible es saber que tu puesto es de ornato, que ni los legisladores federales ni los estatales, vaya ni los regidores del cabildo poblano te pelan.
Que ya nadie te invita unas cemitas de cueritos allá en el Comité Municipal de Tepeaca. Que el nuevo gobernador aún no te convoca para hablar de los problemas de Puebla y que quizá ni tu nombre se sabe a pesar de que ya fuiste diputada federal y te sentías de la alta alcurnia de la ultraderecha poblana y de las familias custodias.
Alguna vez le dijiste a un militante, cuando compartías oficina con Humberto Aguilar: “es que aquí es difícil que crezcas porque no eres de los nuestros”.
“¿Los nuestros?”, es decir, no era de los que construirían La Ciudad de Dios en este bonito rancho llamado Puebla. Seguro era morenito o algo peor, su apellido no era rimbombante quizá era un Pérez o un López u Tecpanécatl o estudió en la escuela pública.
Qué terriblemente absurdo (diría Luis Eduardo Aute) es saber que las decisiones se toman en el Palacio Municipal y que a ti nada más te mandan un WhatsApp diciendo que “sí” o que “no” o “que ahí luego lo vemos”.
Te mandaron a la lista de espera.
Y mientras ves cómo es que tu partido cada vez se divide más: por un lado, la única figura que sí puede contender para ganar es tu jefe Eduardo Rivera Pérez. De ahí en fuera tú no tienes el nivel de interlocución con los priistas para ponerse de acuerdo respecto a si le ceden o no la alcaldía de Puebla, como dicen que se haría en caso de que se mantenga la alianza.
Vaya tiene más nivel político Jesús Zaldívar, al menos a él lo protege el clan de los Riestra, pero ¿a ti?
Los actuales diputados locales de tu partido aparecen más en actos y reuniones públicas: ahí tienes a Aurora Sierra, a Guadalupe Leal. Tienes a Eduardo Alcántara que, si para ti era una piedra en el zapato, pone de pelos de punta al municipio cada que critica a Jorge Cruz Lepe por su desempeño.
Rafael Micalco no necesita pasar lista contigo porque a él le toma la llamada de manera directa Marko Cortez; ¿te acuerdas que él fue el único que votó contra la designación de Sergio Salomón Céspedes? Bueno pues es que él mantiene una extraordinaria relación con el presidente nacional. Así que, si un día lo quieres llamar a cuentas, lo más seguro es que te diga “que sí” o “que no” o “que luego lo ven”.
Y qué decir de los diputados federales: a Riestra lo pasean por la ciudad de Puebla cada que hay inauguración de calles y obras. Humberto Aguilar, pues es Humberto Aguilar y él ya se la sabe. Carolina Beauregard sabes que ella, por su trayectoria, solo va a apoyar a Carolina Beauregard: si le conviene estará contigo sino le conviene te dirá “que sí”, “que no” o “que luego lo ven”.
Tiene más poder de convocatoria —y lo sabes— Genoveva Huerta. Porque dirán lo que sea, pero hasta el difunto gobernador Miguel Barbosa se llegó a expresar de ella con respeto, pese a que la panista tenía ciertas ligas con Fernando Manzanilla.
Y a pesar de eso, como dice Enrique Guzmán, “tienes qué sonreír, sonreír…”. Porque tienes que aparentar que el PAN llega unido a la contienda del 2024. Tienes que soportar que tu homólogo Néstor Camarillo sí se pueda presumir como candidato a la alcaldía de Puebla.
Te ves orillada a desmentir las encuestas en las que aparece Morena por encima de tu partido no solo a nivel estatal sino a nivel federal. No puedes criticar a los priistas poblanos que están más cerca del partido en el poder, a pesar de que dicen que están aliados a tu partido.
Tu única salvación es que Eduardo Rivera acepte la candidatura a la gubernatura y que gane, porque de esa manera podrás estar del lado de los vencedores. No importa que no hayas hecho nada, aquí se premia al equipo que va con el quarterback triunfador de la temporada.
Porque si no gana, si Morena los aplasta nuevamente, estarás un rato ahí, pero tendrás que soportar las acusaciones por parte de los militantes. Sólo un milagro podría hacer la diferencia o que verdaderamente en Palacio Nacional vean perdida la entidad poblana, situación que se ve difícil ya que Puebla representa un buen número de votos.
Una oportuna precisión
En la entrega pasada, llamada Los chiles en nogada, hablamos de que Olivia Salomón tiene poder de interlocución con Adán Augusto López y con Claudia Sheinbaum. Eso sí es real. También es real que Adán Augusto fue agasajado con unos ricos chiles en nogada en agosto del año pasado por parte de Olivia Salomón. También es una realidad que la mencionada funcionaria sí aparece en las encuestas y que, en caso de ser mujer la elegida por Morena, no habría que descartarla.
Hasta ahí todo bien.
La precisión solo es que a pesar de que el secretario de Gobernación dijo (hace 15 días en Casa Puebla) que convenció a Miguel Barbosa a través de una amiga en común y que esta fuera Olivia Salomón.
Es más no hubo necesidad de interlocución.
Una fuente muy confiable me hizo esa pequeña precisión, pues como todos sabíamos, a quien por primera vez se le ocurrió hacer la marcha para respaldar a AMLO fue a Barbosa. Y fue el entonces gobernador quien decidió cambiar la fecha para sumarse a la caminata en la Ciudad de México.
Es cuánto.