No hay que creerles a las encuestas publicadas, pero la idea generalizada y la lógica política indica que, si las elecciones constitucionales fueran hoy, Alejandro Armenta Mier le ganaría a Eduardo Rivera Pérez.
Las encuestas son poco confiables, porque son vil propaganda. Son poco confiables porque nadie audita a las empresas que las levanta. No hay pruebas que sustenten que los resultados no fueron alterados o que las preguntas que se hicieron fueron inducidas para obtener un resultado.
El cuchareo no solo es al hacer las gráficas y poner los números en el programa de computadora, viene desde los cuestionarios.
Los sondeos y estudios demoscópicos son de quien los paga y se erogan millones de pesos para la elaboración de estos con la finalidad de manipular a la opinión pública, empero, no se necesita retacar primeras planas con encuestas porque en la mayoría de los casos los resultados son muy distintos a los resultados comiciales.
La revolución no será televisada.
La revolución no será tuiteada
La revolución no se provocará con encuestas.
Así como las columnas no definen elecciones, las encuestas tampoco. Vean el caso del Estado de México cuando ganó Delfina Gómez; el triunfo no fue por dos dígitos como nos lo vendieron los diarios nacionales y sus primeras planas. Aunque, México no es el único caso, ocurre lo mismo en otros países.
Solo que la mayoría de los políticos y muchos estrategas se apuestan por esa estrategia de decir que van 30 o 50 puntos arriba del contrincante.
Sin embargo, existe algo que no es cuantificable y medible y es la lógica política. En esa situación, sería Armenta el triunfador en las urnas el próximo mes de junio. La lógica política establece que el senador ha aprovechado toda su incursión en la política. Ha cerrado las cicatrices que se abrieron en la elección de Morena.
La mayoría de los priistas saltan del barco del PRIAN.
Xóchitl Gálvez ha resultado un mal producto electoral: no comunica, no emociona, no convence. Su equipo de campaña es muy mediocre y son los mismos por los que fueron derrotados en el 2018.
Es decir, si van a poner a Ana Teresa Aranda en la lista plurinominal (aunque sea la número 8), quiere decir que no creen en su propia militancia, suponemos que hay cuadros más valiosos y que aportan más que la actual diputada federal, famosa en los años 90.
Si desde la cabeza, que es Gálvez, el Frente no ha creado una idea de triunfo o una necesidad de votar por ella para sacar al obradorismo del poder; si la oposición a nivel nacional no ha podido crear la necesidad de expulsar a Morena y al final todo queda en guerra de tuitazos, pues la influencia en los poblanos será muy poca para que triunfe Rivera sobre Armenta.
Existe el rechazo a López Obrador en las clases medias, sin duda, negarlo sería como decir que el no sabe o no contestó de los estudios demoscópicos no existe; no obstante, las condiciones no están puestas aún para que sea derrotados los del partido guinda en las urnas.
No es que ahora resulte que Tonantzin Fernández o Toño López son los políticos que Puebla esperaba, por supuesto que no. Es que el sistema se ha movido para que se favorezca a Morena y Armenta es un perfil que tiene una estructura muy sólida.
Trae apoyos muy fuertes a nivel federal y estatal. No hay razón para que pierda en los comicios. Además, los panistas han titubeado mucho en este proceso electoral. En esas indefiniciones les han comido el mandado sus adversarios. Los panistas no ven más allá de sus narices, siguen pensando que es la elección de la mesa directiva del Instituto México.
La revolución no será en el 2024.