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domingo, noviembre 24, 2024

La nueva cara de la BUAP

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Si hay algo que hay que reconocerle a la rectora de la BUAP, Lilia Cedillo Ramírez, es su capacidad no sólo académica y administrativa, sino de conciliación y de reconciliación. La política es el arte de sumar intereses y no de dividir. Su llegada a dirigir la máxima casa de estudios logró apaciguar las aguas turbulentas que se vivían en los tiempos de Alfonso Esparza quien estaba confrontado por Miguel Barbosa Huerta. 

Ayer mismo, durante el tercer informe de la rectora, el gobernador Sergio Salomón Céspedes admitió que otros tiempos hubo la intención de controlar las decisiones que se tomaban dentro de la universidad más importante de Puebla. 

En la historia de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), la lucha ha sido por la autonomía. No sólo los gobernantes intentaron controlar la BUAP, sino hasta los partidos políticos: ocurrió con el PCM, el PSUM, el PRI desde la llegada de José Doger y posteriormente, Miguel Barbosa, quien le declaró la guerra a Esparza y no faltaron algunos románticos de izquierda que querían que Morena metiera sus “manotas”.  

En 1973, por ejemplo, Gonzalo Bautista O’Farril utilizó a sicarios para atacar a la BUAP y se apoyó de El Yunque para pulverizar a los llamados Carolinos, situación que nunca ocurrió. Fue el 8 de mayo cuando los ultras de la derecha poblana salieron para fundar su propia institución. 

La última gran toma del edificio Carolino en 1976, encabezada por Alejandro Gallardo, Carlos Talavera y militantes del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), auspiciados por Luis Echeverría Álvarez, quien en un rancho en Cuernavaca dio pistolas y rifles para sacar a los del Partido Comunista, fue otro ejemplo de las intentonas gubernamentales.  

En 1989, cuando Samuel Malpica Uribe dirigía la institución educativa, recibió un golpe dirigido tanto por el gobierno estatal como por la Federación ya que había que acabar con todo lo que oliera a izquierda y se instalara un modelo neoliberal.  

De ahí la consolidación de José Doger Corte quien se puso corbata, tiró sus fotos del Che Guevara, compró sus camionetas último modelo y construyó su famoso Proyecto Fénix. Enrique Doger y Enrique Agüera fueron institucionales con los gobernantes en turno. Bueno, hubo uno que dijo que la BUAP sería una fábrica de Marios Marines (¡Dios nos libre!).  

Miguel Barbosa confrontó a Alfonso Esparza, pero, aunque se estiró la liga de las relaciones, al final no pasó a mayores. El entonces gobernador nunca perdonó una marcha estudiantil de más de 50 mil jóvenes que le exigieron seguridad. 

Afortunadamente, la habilidad de negociación y de liderazgo de la rectora Cedillo se ve y se siente y al mismo tiempo se suma a la actitud respetuosa y de diálogo que ha impuesto el gobernador Céspedes Peregrina.  

Ambos han hecho buen equipo. 

Ahí está Ciudad Universitaria 2, por ejemplo. 

Ahí está el trato respetuoso del mandatario que convoca a la universidad poblana a que participe y sea una piedra angular no sólo en la formación de estudiantes sino en el desarrollo científico y de investigación. 

Ayer, fue el informe de labores de Lilia Cedillo y la BUAP marcha sobre ruedas.  

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