Tenemos claro que las empresas encuestadoras son poco confiables, no todas afortunadamente, pero sí la mayoría. Muchas compañías, incluso, son propiedad de algún líder partidista o trabajan directamente para él a nivel nacional; muchas otras son empleadas y ahí están los audioescándalos en los que se ve al líder del PRI exigiendo que le pongan más puntos a los candidatos de su partido.
En fin.
Si el dueño de una empresa encuestadora toca a su puerta lo primero que le dirá es:
“¡Cámara!, ¡ya se la saben!, ¡relojes y carteras también!”.
Así que para que usted se sienta protegido y sepa (amigo candidato) cómo invierte su dinero para que los ingenuos periodistas tuiteen en sus cuentas o en sus portales los resultados que envían desde alguna dependencia o jefatura de prensa aquí van algunas ideas de cómo se manipulan los resultados.
Cuchareo. Es el método más burdo porque este consiste sólo en subirle puntos y restarles a los adversarios de quien contrató. Para ello se necesita una cuchara de agua fresca para vitrolero de feria donde se vende el riquísimo tepache. No hay mucha ciencia. Quien paga manda. Por ello será recordado Amlito Moreno cuando regaña a sus empresas encuestadoras y pide que le suban puntos a sus candidatos. “cámara, ya se la saben”.
Geolocalización. Esta manipulación es la más efectiva porque para ello sí hay que trabajar. Primero se determina la zona donde están los simpatizantes de Morena, por decir: chairolandia, se define dónde quedan los prianistas: fifilandia. Ahí se puede apoyar la empresa, pero cuesta más dinero, con Inteligencia Artificial para determinar la huella digital, es decir, todo lo que dejamos como rastros en nuestras búsquedas en internet, desde la compra de una computadora hasta nuestros gustos porno para la autoestimulación. En ese sentido, ya una vez definidos los grupos y las demarcaciones, se procede a levantar el cuestionario en donde ya sabemos dónde van a decir que es un honor estar con Obrador y donde dirán todo lo contrario.
Manipular las preguntas. Este sistema es más inteligente y se necesita un buen equipo de personas que sepan cómo inducir las respuestas. Consiste en que las preguntas ya vienen muy manoseadas de tal suerte que cuando se aplica el cuestionario los entrevistados se dejan llevar y dan respuestas que corresponden a lo planeado. No es tarea fácil, al contrario, se necesita mucha habilidad para llevarlo a cabo, un ejemplo de ello es que en la lista de preguntas se le dije al interlocutor: “¿considera que se debe mejorar el sistema médico?”, la respuesta de cualquier ser humano pensante es sí. Se bombardea con ideas que tienen que ver con el valor de la medicina y al final entre los que votaría meten a un médico. ¡Sorpresa! La mayoría de los encuestados prefieren al doctorcito.
Los sondeos en redes sociales. Una verdadera vacilada que, aunque usted no lo crea lo cobran, levantan una trivia y ya con los resultados dan por buena una encuesta que no lo es, solo es un sondeo, que no es lo mismo ni es igual.
Las llamadas telefónicas: Sistema que ya está más que de moda, pero no necesariamente son muy confiables los resultados, la gente miente mucho porque no le gusta quedar evidenciada.
Subcontratación de empresas. Algunas firmas que se dedican a esto a nivel nacional para apoyarse subcontratan a otras compañías locales para que levanten los resultados en sus propias entidades o municipios, a veces, los resultados ya vienen manipulados porque las empresas locales le “venden el favor” al candidato de su confianza o jefe.
Para ser encuestador se necesita buena memoria, porque existen algunas compañías que cambian los resultados de manera radical en tan solo 15 días y los lectores no son tontos, leen, guardan las gráficas y los PDF. Además de buena memoria debe ser creíble porque con el tiempo el ciudadano que le interesan los resultados demoscópicos siempre sabrá quién engañó a quién.
Es un negocio redondo ser encuestador y como aún no se ha desarrollado un sistema que sea exacto para pronosticar los resultados no nos queda de otra más que ser víctimas de muchos estafadores que se venden como encuestadores, pero afortunadamente no son todos. Y lo que deberían hacer los gobiernos y políticos es dejar de manipularnos con dicha información porque el que paga manda.