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viernes, abril 26, 2024

El verdadero rey del cash y los 10 Ruedas

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En torno de una mesa de cantina,

una noche de invierno,

regocijadamente departían

seis alegres bohemios.

(Manuel Bernal; El brindis del bohemio).

 

Así como el —muy cursi— Brindis del bohemio, esta historia comienza casi igual. Un exgobernador poblano se encontraba regocijadamente departiendo el pan y la sal con unos alegres periodistas.

Al calor de las copas, ya en los digestivos, se comenzó a hablar de futbol. En específico del equipo Puebla de la Franja. La onceava quien tiene un grupo de fans muy leales y que, lamentablemente, sólo es usado por políticos advenedizos cuando va triunfando. Todo era normal. Se había hablado de botones que se aprietan. De lágrimas falsas en funerales hasta que de pronto, el exgobernador confesó:

“A cada jugador —de futbol— le tuvimos que llevar maletas cargadas de 10 Ruedas”.

El anfitrión a la comilona hizo la seña con sus manos del número 10. Los demás asistentes soltaron la carcajada por el dicho “10 Ruedas”. Como en ese momento, se vivían tiempos en los que el cinismo es parte de la vida política nadie se espantó o preguntó por qué un gobierno o mandatario repartió esos diez Ruedas.

Abramos un paréntesis para explicar qué diablos significan 10 Ruedas:

(Arturo N. Rueda cuando era director de Cambio y estaba libre —sigue siendo director de ese periódico, pero ahora está en la cárcel— fue grabado extorsionando al priista Jorge Estefan Chidiac, a quien le pidió 10 millones de pesos a cambio de no revelar unas grabaciones. Cuando el columnista le exigió la suma de dinero le hizo una señal con sus manitas regordetas, en señal del número diez, es decir, con sus dos manitas abiertas).

Cerramos este paréntesis cultural.

Entonces, 10 ruedas son 10 millones de pesos. 10 kilos. 10 chivos. 10 de los grandes.

Hoy, a toro pasado uno se pregunta: ¿Cómo llenar maletas de 10 millones de pesos? ¿Cuánto dinero hay que invertir en la compra de facturas para pagar 10 millones por jugador? O sea, son 10 millones por 11 futbolistas, en total serían 110 millones de pesos. Y disculpen mi inocencia, pero aún no he llenado 10 ruedas en mi maletita para ir al baño de vapor, en la coloco mi champú con clara de huevo, Vanart.

Recordemos que una rueda vale un millón ¿estamos?, ¿me siguen? 50 mil dólares es un millón, pues.

Bien.

Regreso a la historia.

Un gobernador pagó 10 millones de pesos a cada jugador de futbol según admitió el feliz anfitrión de aquel terrible brindis del bohemio camotero. ¿Cómo por qué? ¿Qué ha hecho un jugador para ganarse un bono tan jugoso? Pero aquí viene la pregunta más importante.

Suenan tambores.

Se hace el silencio en el público.

El reloj hace tic-tac.

El conductor suda y se limpia la furtiva gota de sudor que cae por su frente.

¿Cuánto dinero se tuvo que lavar para repartir alegremente a 11 jugadores 110 millones de pesos?

Otra pregunta y aquí pueden ir por el doble del premio:

¿Qué exgobernador fue quien repartió el dinero como si fueran larines?

  1. Tony Gali
  2. Rafael Moreno Valle
  3. Mario Marín
  4. Fausto Ortega
  5. Todos los anteriores.

Suenan tambores.

El silencio impera en el ambiente.

La cámara tres del foro televisivo apunta al concursante.

Las miradas caen sobre él, quien tímidamente responde:

—E-ee-el que aprieta bo-bo-tones.

—¡La respuesta es…! ¡ Correeecta!

El público aplaude.

Unas bailarinas aparecen en la escena.

Suenan las fanfarrias.

Ahora bien, las factureras han existido desde hace muchos, muchos años. No hay empresario que la libre en una revisión contable. Alguna vez, porque el SAT no perdona, ni color de piel, ni preferencia sexual, ni ideología política, ni equipo de futbol soccer o si le van a los Dodgers de Los Ángeles, se vio obligado a comprar una factura para bajar ISR o impuestos, o vaya usted a saber.

Pero una cosa es que lo haga por cien mil pesos una vez al año, a que tengan que liberar 110 millones de pesos, es decir, 11 ruedas.

Eso es lo verdaderamente escandaloso.

Eso es lo que ofende.

El verdadero rey del cash aprieta botones.

Y eso solo es una de las tantas cosas que sabemos, porque en el sexenio de Moreno Valle lo que hubo y en exceso fue dinero en efectivo. Mucho, muchísimo. Sólo que lavar dinero no solo es para sacarlo en efectivo con el cobro del cuatro al ocho por ciento; el verdadero lavado es que ese dinero se integrara a las cuentas bancarias sin mácula. Es decir, limpio.

Y ya sabemos que los políticos cuando dicen que el dinero ya es suyo, no lo usan ni para pagar las cuentas, ni las cirugías plásticas, ni como el ex auditor estatal que se arregló hasta las arrugas del… corazón.

Para ello se usaron notarios que vendían folios pasados. Se utilizaron cuentas y empresas donde hasta los barrenderos de las escuelas aparecían como representantes legales y comisarios, sin que ellos supieran.

Por eso, mis queridos amigos, el hecho de que se investigue a las empresas llamadas EFOS no afectará a un empresario común y corriente, aunque tenga algunos pecados; no, será a esos que de pronto se volvieron putrimillonarios de la noche a la mañana y que no fueron pocos.

Hay un exgobernador escondido y él sabe por qué.

 

Nota Bene

Fue con Mario Marín que inició esta actividad ilícita. En ese sexenio, Sergio Castro se dedicó a vender facturas y a alimentarse de la felicidad de la juventud de aquel momento que aspiraba al poder.

¡Por mi madre, bohemios!

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