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jueves, noviembre 21, 2024

Disertaciones de un TDAH en potencia

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Uno se despierta con el mejor de los ánimos y piensa en voz alta, “ahora sí voy a echarle ganas”. Se prepara su café bien caliente; todavía envuelto en la pijama de ositos, prende el televisor. Aparece un personaje llamado Mario Delgado junto con Ignacio Mier y ambos dicen que harán una campaña contra los traidores a la patria. 

—¿A la patria chica o a la patria grande? —pienso— Par de ridículos. 

Resoplo. Le doy un buen sorbo a mi café. Tomo el celular y abro Facebook, aparece una diputada federal del PAN, quien se hace la víctima porque la acusaron de traidora a la patria. 

—Y ahora esta pobre— pienso, mientras alzo la mirada y desapruebo con la cabeza. 

Abro Twitter y me encuentro con que un tipo llamado Néstor Camarillo, quien le festeja su cumpleaños a Amlitio (antes Amlito o Alito) Moreno, me llega un tufillo a gasolina. 

— Qué tiernos son los priistas. No saben que viven en el descrédito total. Son como muertos vivientes, los únicos que no saben que están muertos son ellos. Hay una serie llamada Walking Dead que lleva más temporadas que derrotas del Necaxa. 

Luego veo en las mismas redes a un tipo de apellido Carrillo. Cobra como diputado federal por Morena. Es primo del caza traidores y veo que dice que está en una reunión de trabajo en favor de no sé qué tarugadas. 

Bostezo. 

—¡Otro! Como si salir en una foto con otros políticos me hiciera pensar que sí trabajan. ¿Dónde pagarán por hacer tanta tarugada? Esto es peor que ir a ver el show del doble de Juan Gabriel, —pienso en voz alta. 

Luego leo a un personaje que se dice periodista y acusa a Debanhi, la pobre chica hallada muerta en una cisterna. El sujeto aquel la culpa de haber muerto, de haber sido asesinada, de haber sido violentada sexualmente. También acusa a sus papás por “irresponsables”—eso escribe él— y remata con sus amigas.   

Me da un pequeño retortijón en el estómago. 

—¡Haznos mansos, señor! —me digo— cuando fue la pobre Mara, aquí en Puebla, la acusaron de alcohólica y de que prácticamente provocó al taxista. De veras que hay gente que no le dieron pecho de chiquito y le faltó calostro. Esa doble moral… esa doble moral. Se dicen de izquierda, pero son más fascistas que el dictador Franco. Liberales de ocasión—resoplo indignado. 

Volteo hacia la televisión que está prendida y escucho a Donald Trump decir en inglés que el gobierno mexicano se dobló ante él. Inmediatamente aparece López Obrador diciendo que le “cae bien Trump, aunque sea capitalista”. 

—A mi me caía muy bien Capulina, aunque se apellidaba Henaine— eso hubiera dicho yo en la mañanera. Y ahora que lo recuerdo, creo que fue Mario Martell quien muy a su estilo se pitorreó de que los políticos poblanos colocan al campeón del humorismo blanco en nuestra rotonda de hombres ilustres, junto con el profe Palou, Elena Garro o Carmelita Serdán. 

Eso me hace recordar un secretario de Cultura poblano que tenía un corte de cabello como si fuese vocalista de los “Pasteles verdes” o acompañaba al mítico “Tonacho”, vocalista de Los Socios del Ritmo al cantar “Las cosas de los dos”. Ese secretario que en una entrevista declarara: “Vamos a hacer bien bonita la política cultural en Puebla”. 

—¡Bien bonita, mis cojones! — digo en voz alta — seguro este es de los que acusa de traidores a la patria y cada que hablan de cultura dice “¡Eureka!, Hagámosle un busto a Capulina”. 

Y así sigue el día. 

Los políticos poblanos son como los enanitos toreros en plena faena, sin gracia, chocantes y solo se ridiculizan en público. 

Como bien dice un amigo: “Los políticos son como las hienas” 

—¿Cómo? 

—Se ríen hasta cuando comen su propia caca. 

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