Con esta columna el autor pretende darse un balazo en el pie derecho**.
Es justo y necesario quitarse discursos chabacanos de idealismos ramplones y llenos de mentiras.
Mire usted, querido lector, desde hace años las leyes electorales prohíben la promoción de políticos en medios de comunicación. Y hay muchos portales de noticias, noticiarios radiofónicos y televisivos, así como periódicos impresos que se desgarran las vestiduras cada que un político sale en la portada de una revista.
No faltan los panistas y perredistas que van a las oficinas del Instituto Electoral del estado para presentar sus demandas, si el político es de Morena. Sin embargo, si el político es del PAN, son los de Morena quienes con antorchas en la mano pretenden quemar a fuego vivo al medio y a quien sale ahí.
Pero la realidad es que los mismos medios que se inmolan y se desgañitan gritando: “¡Ha morto la democracia! ¡Ha morto!” son los mismos que venden espacios a sus entrevistados y cobran no por factura sino en efectivo.
Decía Cicerón sum iura sum iniura (el exceso de leyes genera un exceso de injusticias). Uno de los grandes problemas que enfrenta la política mexicana es que los legisladores desconocen la ley y piensan que todo se arregla imponiendo leyes al trochi mochi. No siempre es así. Sí hay más normativa pero también hay más crímenes y siempre queda libre el mercado negro. El dinero por debajo de la mesa.
Las reformas que se han hecho en cuanto a promoción de candidatos al final se echan para abajo porque los medios de comunicación pueden escribir, entrevistar, opinar, criticar, puesto que la Constitución nos ampara.
¿Qué ocurre cuando aparece un nuevo espectacular con la portada de una revista o un portal? Los partidos opositores presentan una demanda ante el organismo electoral.
El Instituto manda a llamar al medio que lo publica.
Le hacen una serie de preguntas:
—¿Le pagó dinero el (equis aspirante)?
—¿Mantiene relación con el (equis aspirante)?
—¿Puede demostrar que usted contrató los espectaculares y que fue a motu proprio?
Las respuestas como verán son obvias y esto está ocurriendo en todo el país y ya hasta hay machotes para responder, porque mientras un medio no promueva o diga que el político quiere ser candidato o que será el candidato a motu proprio, no hay daño. Y en un momento dado si eso ocurriera pues se ampara con la ley y ya.
Muchos periodistas se suman al tren del desgarrarse las vestiduras, pero la hipocresía inunda a los medios de comunicación y se quedan callados cuando les conviene o salen a gritonear cuando el aspirante no coincide con sus intereses.
Además, no es nuevo que muchos espacios de noticias en periódicos, revistas, medios electrónicos, portales son vendidos o comprados (como lo quieran ver).
Los legisladores deberían ser más congruentes y evitar escupir en los ventiladores porque son ellos mismos los que se ahorcan ya que son los que disponen de las leyes que son más venganzas políticas envueltas en la piel de la “transparencia” y terminan incurriendo en supuestos ilícitos.
Ahí están los aspirantes a la presidencia, vulgarmente llamadas “corcholatas”. Ahí están los presidentes de todos los partidos. Por ejemplo, la dirigencia estatal del PAN se indignó con el “Es Claudia”, pero no dijo nada cuando un alcalde de por aquí cerquita —de cuyo nombre no puedo acordarme—salió en algún espectacular.
Son ellos mismos quienes ponen las leyes para violarlas y los que salen afectados son los medios de comunicación. Así que dejémonos de discursos tontos, hipocresías, mentiras. En los países más demócratas la promoción no está prohibida, al contrario, alienta a que se den a conocer y se contrasten las ideas.
Esos medios que se dicen de “izquierda” o que se presentan como “activistas” también juegan el juego que todos jugamos, con perdón de Jodorowsky.
*En la segunda guerra mundial los pilotos ingleses llamaban cerdos con alas a los aviones alemanes que no podían ver en los espejos, que estaban en el punto ciego. Era otro piloto que avisaba que le venía persiguiendo. También es una canción de Pink Floyd del disco Animals.
**El autor de esta columna se disparó no en uno sino en dos pies, pero está harto de tanta hipocresía electoral. Disculpen estos excesos que provoca la ansiedad propia de la temporada de patos.