Disculpen ustedes por el adjetivo, pero quiero aclarar que para nada es peyorativo, pues según el escritor Héctor Manjarrez en su Útil y muy ameno vocabulario para entender a los mexicanos (Random House, 2011) dicha palabra en una de sus dos acepciones es ser inteligente. P. ej. “Es un verdadero cabrón para el cálculo diferencial”.
Pues en este caso Barbosa es un verdadero cabrón (inteligente) para ejercer el poder y hacer política.
Miren ustedes, sin filias ni fobias, hace poco más de un mes en el Museo Barroco, el gobernador poblano presentó el libro de Carlos Almada —exembajador de México en Japón—: Un samurái en la Revolución Mexicana (Debate, 2022).
En dicha presentación, nos enteramos de dos temas importantísimos para la historia del país: primero que Horiguchi Kumaichi salvó a la familia de Francisco I. Madero de que cayera en las manos de los seguidores del Chacal Victoriano Huerta, lo que podría haber terminado en asesinatos y abusos hacia sus personas y el segundo de la historia de cómo se desarrolló la investigación en la que participó Barbosa cuando este era el líder del Senado.
Si no se hubiera apoyado la investigación, si se hubiera quedado como mero anecdotario, jamás nos enteraríamos cómo es que un representante de la nación japonesa intervino para salvar a los mexicanos víctimas en aquella decena trágica.
Dicha presentación veámosla más como un símbolo político. Los personajes que asistieron, las anécdotas que se contaron van más allá de nuestra encantadora aldea.
Pero sigamos justificando por qué el sugerente epíteto.
Es real que Barbosa y López Obrador se conocen desde hace 30 años como mencionó el propio gobernador en su conferencia mañanera del lunes. Los que reporteamos el viejo PRD conocimos al actual mandatario cuando llegó como dirigente, por allá por 1997, a despachar en las oficinas frente a la Arena Puebla.
Para ese momento, Barbosa ya llevaba varios años en el PRD y había participado en marchas y manifestaciones.
Y si aún no coinciden conmigo, ahí les van más datos: en 2018, el actual gobernador puso a temblar al morenovallismo, pues no solo les ganó la contienda contra Marta Erika Alonso, sino que cuando ella rindió protesta lo hizo con la corona abollada y con serias dudas de un triunfo legítimo y democrático. Aún no sabemos bien a bien cómo operaron los morenovallistas la elección en ese 2018 pero queda claro que no fue muy limpio que digamos.
Es el primer gobernador que ha dado varios golpes en la mesa cuando se han necesitado, es la primera vez que sí se encarcelan y se presentan denuncias penales contra quienes han abusado de su puesto: Guillermo Aréchiga, Francisco Romero, por ejemplo.
Además, creó una reforma judicial que podría llamarse la Ley Barbosa, en la que limita el posible exceso de los jueces, les da oportunidad a nuevos cuadros a participar en el Poder Judicial, ya que cada determinado tiempo deberán dejar los cargos los magistrados, situación que evita que se generen mafias y le da poder al Consejo de la Judicatura para que los juzgadores actúen de la manera más imparcial posible.
Y si aún no han entendido por qué nos atrevimos a calificarlo así: la mayor parte del partido Morena es simpatizante de Barbosa. Sus malquerientes cada vez son menos y fácilmente identificables.
Ha desmontado una y otra y otra vez las conspiraciones chicharroneras de Fernando Manzanilla e Ignacio Mier. Tienen bien identificados a todos.
Bueno, ahí les va otro dato: antes de que Andrés Manuel López Obrador convocara a la marcha nacional del pasado domingo, unos dos días antes, Barbosa ya había propuesto hacer una manifestación de apoyo a AMLO para el pasado 27 de noviembre la cual se recorrió para el 4 de diciembre.
Un dato más, la oposición en Puebla: PAN, PRD, MC jamás han criticado al mandatario poblano.
¿Miedo? ¿Conveniencia? ¿Convicción?
Sólo ellos lo saben, pero se pelean más entre los panistas y están más divididos entre ellos que, ante la imagen del mandatario, ahí sí se cuadran.
Miguel Barbosa ha sabido transitar. Es uno de los mandatarios que sortearon la crisis del Covid-19. Es uno de los más inteligentes mandatarios que no se le escapa ni una. Tiene el control político y de la administración estatal.
Sabe de política.
Sabe de poder.
Es un verdadero cabrón para ejercer el poder.