Comprendo que no todos quieren saber de feminismo, mucho menos leer el Segundo Sexo de Simone de Beauvoir o acercarse a Judith Butler, pero hoy me encontré con la sorpresa de que Paquita la del Barrio era “feminista” y sus canciones eran feministas; un incauto defendió que en la música hay igualdad porque doña Paquita defiende al “viejerío”.
De ninguna manera considero que doña Paquita sea una punta de lanza del feminismo y, en todo caso, prefiero creer que Lupita D’alessio tuvo intentos de mostrarse como una mujer segura que no feminista; tal vez esté equivocada, pero el ejercicio me llevó a deconstruir un poco de la música popular o del mainstream, en la cual tiene presente al machismo en todos los géneros.
Gracias a que estaba sentada no me fui ni de bruces ni para atrás, o patas arriba como Condorito; respiré hondo y expliqué que las canciones de Paquita no eran feministas, pero reconocí que al menos pretendían cierto camino al empoderamiento. Cabe señalar, que esta explicación la tuve que defender porque me atreví a decir que en todos los géneros musicales el machismo existe, y no dudo que en todos los idiomas.
Van mis ejemplos ochenteros con el afán de deconstruirme, Marisela en la canción “Dama de Hierro”, casi suplica por amor: “Sigo siendo tu dama, siendo tu niña mimada, la que nunca te dirá que no, la que siempre tiene listo un beso”. Válgame el cielo de una mujer que marcó a una generación de mujeres creyendo que el amor es aceptarlo todo. Dulce en “Déjame volver contigo” se fue un poco más lejos y la súplica llega a la autohumillación: “yo no puedo soportar serenamente el futuro ni el presente sin ti”; y va más allá: “te lo pido mordiéndome los labios, no me importa lo que pase, ni me importa el que dirán, seré tu amante o lo que tenga que ser, seré lo que me pidas tú… reina, esclava o mujer”.
Si de machismo hablamos las décadas de los setenta y ochenta son icónicas: Mocedades, Trigo Limpio con su clásico “Rómpeme, mátame, pero no me ignores no mi vida”. Soda Estéreo en “Juegos de Seducción” nos muestra el camino hacia una violación socialmente aceptada en voz de Gustavo Ceratti.
Década más tarde nos encontramos con “La enredadera” en juego de palabras acaban con la reputación de una mujer, a la que por consideración masculina ha perdido su valor por tener encuentros sexuales.
Y del reggaeton ni qué decir, además de machista es vulgar. Aunque sí debo reconocer que este género musical tuvo una sola acción en favor de las mujeres, y es que reconoce que la mujer no sólo es objeto de deseo sino sujeto de deseo y que el placer también es una forma de empoderamiento de las mujeres, claro expresado de la peor manera.
Finalmente, vale la pena decir que, aunque si hay algunas expresiones valiosas del feminismo en la música como la voz de Vivi Quintana y algunas otras grandes cantantes, estamos muy por debajo de que la música nos permita nuevas formas de proyectar la vida de las mujeres en un mundo más equitativo.