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jueves, noviembre 21, 2024

Las cien voces de Cecilia Monzón

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“El color de tus ojos despertó mi interés 

Y sólo tengo ganas de verte otra vez 

Dime que no está prohibido…” 

 

Tus ojos eran fuerza, tus zapatillas de tacón de aguja marcaban tus pasos firmes y fuertes… 

En sus recién llegados veinte la conocí en un café del centro, con sus chinos alborotados en un rojo intenso, que marcarían el vendaval que llegó con la fuerza de mil tormentas, tal como era Ceci, acompañada de su eterno amigo, cómplice y camarada Salomón Alcalá, denunciaban las injusticias y maltratos de los que eran objeto y no víctimas por parte de las cúpulas del PRI, y no víctimas porque Ceci nunca se permitió ser una víctima.  

“Quizás me animó y te pido verte el sábado a las diez, 

El color de tus ojos se robó mi atención 

Te vas metiendo dentro de mi corazón 

Perfecta en cualquier sentido…” 

 

La vimos luchar por democratizar la Facultad de Derecho de la BUAP, su alma máter, y allí vivió los primeros embates del machismo institucional. Marcó huella en sus amigos, en sus compañeros y allí encontró el camino para ser la abogada de las mujeres. 

“Qué más quisiera que fueras el sueño que se vuelve realidad, 

Me gustas tanto y esa es toda la verdad 

Me siento emocionado no sé si te ha pasado…” 

 

Amaba intensamente y vivía la vida aún con más intensidad. Sin medias tintas, directa, de frente, feminista, sorora, pero sobre todo amiga, madre, hermana, hija, orgullosa de los que ella amaba a su manera, cómo olvidar el brillo de sus ojos cuando hablaba de Edurne Ochoa, de las grandes veladas con su hermano del corazón Rubén Araujo, anfitrión de la Fonda de Santa Clara a donde nunca pudimos llegar para compartir los tequilas, la ternura con la que hablaba de mi amada comadre Enoé Gómez González, las palabras de respeto y cariño eterno para Mario Martell, Salomón Alcalá e Itzel Velázquez, la carcajada suelta con la que llegamos a hablar de Edmundo Velázquez, porque cómo nos gustaba hablar de la gente a la que le tenemos un cariño en común. 

Orgullosa de los pasos de doña Cecilia Pérez como cuentista y literata, de su hermana Helena como abogada, y su padre, un brillante ingeniero, tu amor especial por Ariel y tu pequeño E. 

“Que si pudiera te viera de lunes a domingo sin parar 

Esto que siento no se puede comparar 

Y si ves que me sonrojo, si te burlas no me enojo…” 

 

Sin miedo a vivir, sin miedo a romper con las estructuras del patriarcado, sin miedo para enfrentar a la injusticia, creyente fiel de nuestro Dios patriarcal, ambas con nuestros San Benito, el suyo en la muñeca, el mío en el coche”. 

Un día yo moría de miedo porque nos enfrentamos a lo más terrible del patriarcado en la figura de un tipejo, le dije: 

–Ceci tengo miedo que nos den piso, pa’ pronto que nos maten carajo. 

Ella firme acabó con miedo, fiel a su estilo me mató el miedo… 

–No tengas miedo, eso quieren los machos, que nos callemos, que tengamos miedo, pero vamos a dar batalla, porque la voz de una Cecilia es la de cien Cecilias, la voz de una Celina es la de doscientas Celinas… 

“El color de tus ojos” 

Banda MS 

 

Te la cantamos bajito, te la cantamos con amor, la convertimos en un himno, se nos quebró la voz, pero en nuestros corazones, tú nos decías canten, porque yo canto. Y sé que seguirás cantando con nosotros. 

Nos vemos en nuestros sueños y nos acompañaremos los que aprendimos a conocerte, porque los polos opuestos se atraen, pero los polos iguales se fortalecen para siempre. 

 

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