Visibilizar y desnormalizar las conductas nocivas y abusivas del sistema político, social y patriarcal siempre han sido tareas de los cantores, de los músicos y los poetas. Algunos han perdido la vida en pos de sus luchas, ejemplos de ello son el cantor Víctor Jara, y el poeta y dramaturgo Federico García Lorca.
Otros más, se convirtieron en mensajeros de ideologías y de luchas sociales, feministas, políticas y culturales como Silvio Rodríguez, Manu Chao, Zaz y Mercedes Sosa. Colocaron su música y su lírica al servicio de alguna causa o de alguna ideología.
Ritmos que nos llegan de las calles del Bronx, de Monterrey, Santiago de Chile, y de la capital cultural, París, muestran a través de la música que nos falta mucho para transitar a un sociedad más igualitaria e incluyente.
En géneros y ritmos todos han hecho su aportación, puede o no gustarnos la cumbia, el género ranchero, la banda, el norteño, la trova, el rock, el trap, el rap, el reggae, pero cada uno a su manera ha contribuido para que los pueblos sepan de las injusticias sociales contra los grupos más vulnerables.
La Canción Mixteca nos llena de México cuando caminamos por las calles de Dallas o Los Ángeles, también América de Los Tigres del Norte, o Latinoamérica de Calle 13. Y hasta Frijolero de Molotov es un canto identitario.
Recuerdo con emoción que una vez en un viaje encontré a un joven cantando en una calle neoyorkina Los Mandados de Vicente Fernández.
Recordaba esa canción cuando en mi niñez la escuché en mi natal Huauchinango por la XENG, pero esa tarde en la urbe de hierro retumbó en mi corazón: “me disfracé de gabacho y me pinté el pelo güero, y como no hablaba inglés que me retachan de nuevo. La migra a mí me agarró trescientas veces digamos, pero jamás me domó a mi me hizo los mandados…”
La discriminación contra las personas que viven en condición de sans papiers y le chômage (indocumentados y desempleados) en Francia han encontrado su voz en HK y Les Saltimbanks.
Canciones como Citoyen du Monde (Ciudadano del Mundo) o el himno contra la desigualdad On lâche rien, símbolo en las protestas en Francia, que bien dice que cuando los has perdido todo, ya no perdemos nada, por lo tanto, no nos detendrán.
Cuántos no hemos cantado a todo pulmón La Era está Pariendo un Corazón, vibra el mundo en el que vivimos: “La era está pariendo un corazón, no puede más se muere de dolor y hay que acudir corriendo pues se cae el porvenir, en cualquier selva del mundo, en cualquier calle. Debo dejar la casa y el sillón, la madre vive hasta que muere el sol y hay que quemar el cielo si es preciso por vivir, por cualquier hombre del mundo, por cualquier casa…”
Zaz, con su canción Je veux, y su famoso estilo callejero parisino nos muestra que las mujeres no tenemos que esperar a que nos bajen la luna y las estrellas, que aspiramos a un amor en libertad y no ser compradas por vicios del amor romántico, en algo que nos dice más o menos, quiero amor, felicidad, buen humor, no es tu dinero lo que me hará feliz, yo lo que quiero es morir con el corazón en la mano.
Otro ejemplo es, el primer lugar en las listas de popularidad mundial del 2019, la australiana Tony Watson conocida como Tones and I, compuso Dance Monkey, la maravillosa canción es una protesta contra el bullying y el maltrato, basada en su experiencia de abuso cuando era cantante en las calles de Australia y la gente se burlaba de ella.
La canción es una paráfrasis del clásico ¡que baile el oso, que baile el oso!
Tony Watson recuerda cómo la gente le pedía burlonamente mientras cantaba en las calles que “bailara el mono” para tirarle una moneda en forma despectiva.
¡Que vivan la música y sus miles de formas de rebeldía y resistencia!